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Tecnología

OPINIÓN: ¿Por qué no dejaré Facebook?

Por CNN en Español

Por Omar L. Gallaga

Nota del editor: Omar L. Gallaga es reportero de cultura tecnológica para el Austin American-Statesman y colaborador de tecnología para CNN.com, NPR y Kirkus Reviews.

(CNN) — Lleno de efectivo y ebrio de poder después de su estreno en Bolsa con una  Oferta Pública Inicial de 100.000 millones de dólares, Facebook podría ser sorprendido lavando secretamente el cerebro de millones de usuarios nuevos para registrarse (¿a alguien le suenan las sudaderas que controlan la mente?); y aun así no dejaría de ser la red social más grande del mundo.

Dejando a un lado el escenario ridículo, estoy hablando en serio. A pesar de las preocupaciones actuales sobre las políticas de privacidad y los rumores de una reacción ante ellas, sería necesario algo drástico para que cerrara mi cuenta de Facebook en este momento.

Más que un hábito diario, Facebook se ha convertido en el lugar en el que obtengo datos importantes, a menudo sorpresivos, sobre la vidas de las 1,365 personas con las que he escogido conectarme. (Eso sin contar amigos de amigos, porque los tentáculos de Facebook se extienden cada vez más).

No siempre estoy enamorado de Facebook, por supuesto, me frustro con la red social como todos los demás. Cada seis meses, Facebook presenta algún diseño nuevo de su sitio o se dedica a erosionar prácticas de privacidad que hacen que muchos de sus usuarios se quejen en la actualización de sus estados.

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Amenazan con cerrar sus cuentas, escriben publicaciones furiosas en blogs, y organizan movimientos ridículos como el Día Para Dejar Facebook, que tuvo a menos de 40,000 personas comprometiéndose a eliminar su perfil; una pequeña fracción de la red, incluso en 2010.

Pero, en gran medida, las personas que dicen que dejarán Facebook no lo hacen. O lo abandonan y regresan.

Yo, me quedo. En este momento, quejarse sobre Facebook es como quejarse de la compañía eléctrica mientras ves televisión, o diciendo cuán malos son los políticos, pero te olvidas de votar. Simplemente es Facebook. Se ha vuelto una institución; una que va a estar por aquí por mucho tiempo, y todos los errores que ha cometido en su corta vida, de apenas ocho años, nunca han llevado a una deserción significativa de usuarios.

Facebook está en camino de alcanzar los 1.000 millones de usuarios en algún momento de este año. 1.000 millones de personas. Con pocas excepciones, eso incluye a casi cada persona con la que he trabajado, una gran parte de mi familia extensa, la mayoría de mis amigos desde la primaria y probablemente todos los niños que estaban en los cuneros del hospital donde nací.

Existe la masa crítica, y luego está Facebook, la Estrella de la Muerte que desvía todo esfuerzo que quiere hacerlo explotar. Facebook ha ganado las guerras de las redes sociales, porque es aquí donde se encuentra toda la gente.

Aquellos que esperan que alguien ocupe su lugar, de la misma manera que Facebook desvió a la población de MySpace hace cinco años, siguen esperando. MySpace, incluso en su apogeo, nunca tuvo la aceptación general y la durabilidad de Facebook.

Publico muchos pensamientos al azar y enlaces de noticias en Twitter, comparto fotografías de mis andanzas en Instagram y todavía entró al cada vez más vació Google+ diariamente. Pero todo lo que publico en esos servicios también termina en Facebook, porque es la plataforma que se siente más fuerte y preparada para el futuro.

Desde que Facebook introdujo su diseño controversial de la Línea del Tiempo el año pasado, mis metas personales importantes (graduación de la universidad, matrimonio, el nacimiento de mis hijas, el final de Friday Night Lights) todo ha estado cuidadosamente presentado en un registro digital de mi vida.

Eso es lo que Facebook quiere, por supuesto. Pero he dejado de resistirme a su apetito voraz de información personal.

Si no comparto, y mis amigos, familiares y compañeros de trabajo no comparten, sería menos apto para saber quién se comprometió, quién celebró su graduación o quién dentro de mi comunidad en línea murió repentinamente. Cuando mi abuela murió a principios de este año, fue el lugar donde mis familiares publicaron fotografías que nunca había visto. Fue donde amigos lejanos y miembros de mi familia ofrecían sus condolencias por semanas después de su funeral.

Por supuesto, hemos visto la reacción inevitable a medida que Facebook ha crecido para incluir a todos, desde tu abuela hasta tu compañero de tercer grado de primaria del que nunca quisiste volver a escuchar nunca.

Pero últimamente, se percibe cómo los argumentos a favor de dejar la red social de Mark Zuckerberg son más débiles a medida que las personas se resignan más a la noción de un Facebook permanente.

Cuando Facebook, recientemente, compró la aplicación para compartir fotografías, Instagram, por 1.000 millones de dólares, los usuarios de Instagram se comprometieron a abandonar la aplicación, quejándose de que su pequeña y preciosa red social se había vendido a una empresa monolítica. (Lo gracioso es que eso no impidió a Instagram pasar de 30 millones de usuarios a 50 millones en aproximadamente un mes).

Los competidores aspirantes que han tratado de tomar Facebook no han logrado ganar tracción. Path, que tiene una interfaz adorable y un mayor enfoque en pequeños círculos de amigos, acaba de alcanzar los dos millones de usuarios hace algunos meses. Y Diaspora, de código abierto y sin fines de lucro que se suponía sería una amenaza a la actitud laissez-faire hacia la privacidad, aún tiene que alcanzar el medio millón de usuarios.

Una vez que Facebook tenga que responder a accionistas, las cosas podrán cambiar. Pero quizá no tanto como esperarías. En un evento de Southwest Interactive en 2008, vi a Zuckerberg hablando sobre su empresa a desarrolladores de aplicaciones.

Incluso en ese momento, insistió en que el futuro de Facebook no era ser un sitio web o herramienta, sino una plataforma de comunicación global en la que se construirían otras cosas. Ha sido impresionante observar lo poco que se ha desviado de esa visión durante cuatro años de crecimiento astronómico.

Si algo tomará el lugar de Facebook una vez que la empresa llegue a ser tan grande y complaciente que pierda su enfoque, probablemente será algo construido en la parte alta de Facebook.

Quizá una aplicación móvil que acceda a la gran población de la red social, algo adyacente a Facebook que tome lo que a la gente le gusta de Facebook y lo convierta en algo más ágil y atractivo que el propio Facebook.

Quizá, entonces, pensaré en dejarlo. Hasta entonces, no lo abandonaré.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Omar L. Gallaga