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Mundo

Internet y los gobiernos: Dubai enciende todas las dudas

Por CNN en Español

Por Silvina Moschini

Nota del Editor: Silvina Moschini es consultora en temas de Internet, tecnología, relaciones públicas y redes sociales. Es también fundadora de la agencia de medios sociales Intuic y co-fundadora de TransparentBusiness.com.

Aproximadamente 2 mil millones de personas –algo más de un tercio de la humanidad- se sirven hoy de Internet y de las redes sociales para llevar adelante sus vidas cotidianas. El uso de las herramientas digitales se ha vuelto tan natural entre nosotros que apenas percibimos las condiciones que hacen posible que trabajemos, nos informemos o accedamos a entretenimientos de todo tipo desde dispositivos tan variados como un smartphone, una tablet o una PC.

Con frecuencia olvidamos que más allá de los formidables avances tecnológicos, lo esencial de Internet radica en que mantiene viva una de sus principales características: me refiero a la libre circulación de la información y contenidos. Dicho de otro modo, todavía preserva la democratización del saber que trajo desde su irrupción. Más aún, con la consolidación de las redes sociales, esa libertad de crear, producir y comunicar ha posibilitado que vastos movimientos sociales hayan podido organizarse de manera virtual.

La incidencia de Twitter en la llamada Primavera Árabe o el reciente papel que tuvieron las redes sociales en las protestas argentinas del pasado 8 de noviembre dejan en evidencia que Internet es mucho más que una plataforma de entretenimiento. Por su horizontalidad y la capacidad de viralizar ideas y comentarios a gran escala podemos concebirla como un auténtico espacio de contrapoder, un territorio virtual dónde las voces de múltiples causas pueden organizarse para hacerse oír en el mundo “real”.

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¿Regular o gobernar?

Aunque muchos de nosotros consideremos obvio que Internet proporciona una enorme libertad para crear y difundir contenidos sin restricciones, esta situación podría empezar a cambiar si se aceptan las iniciativas de muchos gobiernos del mundo.

De hecho, la regulación de Internet es el tema central de la conferencia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU, por sus siglas en inglés). El encuentro, que hasta el 14 de diciembre reúne en Dubai a representantes de 193 países, analizará cientos de propuestas inherentes al funcionamiento de la red, desde la lucha contra el spam y la piratería hasta el bloqueo de determinados sitios por razones de seguridad.

La cuestión de fondo, sin embargo, parece ser quiénes –y cómo- “gobernarán” la web. Pese a que la ITU ha negado que quiera apoderarse de la gestión de Internet (hoy formalmente a cargo del ICANN), no son pocos quiénes desconfían de una reunión cuyo temario roza la confidencialidad y dónde sólo los gobiernos tienen derecho a voto.

Vinton Cerf, científico informático al que muchos reconocen como uno de los “padres de Internet”, ha sido uno de los primeros en advertir esta circunstancia. Cerf asegura que las regulaciones propuestas –muchas de las cuáles habilitarían la censura y la vigilancia sobre usuarios y contenidos- contradicen el espíritu de Internet: “Desde 1973, cuando mis colegas y yo propusimos la tecnología detrás del Internet, abogamos por un estándar abierto para conectar redes de computadoras entre sí. Esto no era sólo algo filosófico, también era algo práctico”.

Desde ya que Cerf no está sólo. Empresas globales como Google y Facebook y más de 1400 organizaciones nucleadas en Protect Internet Freedom han reaccionado con profunda desconfianza hacia una cumbre en la que votan gobiernos que ya aplican férreos controles en la esfera digital. Y no se trata sólo de Cuba o Corea del Norte: la organización OpenNet Initiative, dedicada a monitorear los intentos de censurar Internet, ha cifrado en 42 el número de países que filtran y censuran contenidos web a sus ciudadanos.
Frente a este escenario, los temores a regulaciones gubernamentales excesivas no dejan de ser fundados. La propia idea de una Internet burocratizada y sometida a múltiples controles poco tiene que ver con el impulso de apertura y creatividad con el que nació la red y con el que precisamente pudo crecer a niveles exponenciales.

En definitiva, lo que está en juego en Dubai no es sólo es la libertad de millones de internautas sino la continuidad de un modelo de funcionamiento que ha traído enormes beneficios a personas y empresas de todo el planeta.

La esencia de Internet: presente y futuro

La toma de conciencia a cerca de los riesgos que supone una reunión como la de Dubai está movilizando a miles de personas alrededor del planeta. Desde Google impulsan a ciudadanos de todos los países a involucrarse en la defensa de una red libre y abierta; por entender que “los gobiernos solos, trabajando a puerta cerrada, no deben dirigir el futuro”.

La iniciativa, bautizada con el nombre de Take Action, trasciende a la compañía fundada por Larry Page: unas 1000 organizaciones en más de 160 países ya se han unido a la campaña. Simultáneamente, usuarios de todos los continentes se están expresando cada vez con más insistencia a través del mapa interactivo Freeandopenweb.com. Mediante el hashtag #freeandopen son muchos los que transmiten sus inquietudes sobre una Internet íntegramente vigilada por los gobiernos. Otros temen que el espíritu de una red “sin fronteras” bajo el cuál surgió Internet termine sepultando las libertades individuales y sofocando las iniciativas creativas.

Afortunadamente, son los propios usuarios de las redes sociales los que están motorizando una intensa campaña en defensa de sus derechos. Estas miles de voces anónimas parecen saber mejor que nadie cómo hace valer su poder. Quizás porque comprenden que el futuro de Internet depende de que su esencia –los conceptos de libertad, conocimiento y libre acceso- siga siendo la misma