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A contrarreloj contra el abismo fiscal

Por CNN en Español

(CNN) — En algún momento de los próximos 10 días es probable que se llegue a un acuerdo sobre el abismo fiscal. Es casi seguro que no se trate de la gran negociación buscada por el presidente Barack Obama, que suspendió sus vacaciones para negociarlo, y por el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, que abordaría los déficits crónicos federales y la deuda del país.

El acuerdo podría no lograrse antes del 1 de enero, fecha de inicio de los aumentos automáticos de impuestos para todas las personas y de los profundos recortes al gasto derivados del abismo fiscal.

Cuando esto ocurra, el acuerdo probablemente será parecido a las propuestas rechazadas por los republicanos durante las arriesgadas negociaciones de los últimos dos años.

“Todo se trata de ganar puntos políticos”, se quejó el miércoles en CNN la representante republicana Ileana Ros-Lehtinen, refiriéndose a las dos partes de la discusión. “Sé que el pueblo estadounidense está cansado de todos nosotros”.

Obama regresa a Washington el miércoles por la noche de sus vacaciones en Hawaii, dejando atrás a su familia para estar listo por si al Senado se le ocurre un plan el jueves, cuando los legisladores vuelven del asueto navideño.

Los líderes de la Cámara dicen que están a punto de convocar al legislativo en los próximos días si el acuerdo se materializa.

Algunas compañías, como Starbucks, han iniciado una campaña política en favor del acuerdo para presionar a los políticos de Washington DC de que logren un pacto. El presidente de la compañía ha pedido a sus empleados que escriba en los vasos de sus clientes "Come together".

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La principal disputa sigue siendo la de los impuestos, específicamente el reclamo de Obama y los demócratas para ampliar la mayoría de las reducciones impositivas aprobadas durante el gobierno de George W. Bush, al igual que permitir las tasas más altas de la década de 1990 para volver a gravar a los sectores con mayores ingresos.

Durante la campaña de reelección, Obama se comprometió mantener las actuales tasas impositivas bajas para las familias con ingresos de hasta 250.000 dólares anuales, las cuales argumenta que protegerían al 98% de los estadounidenses y al 97% de las pequeñas empresas. Las tasas aumentarían para los que tienen ingresos por encima de ese nivel.

Los republicanos se oponen a cualquier tipo de aumento en las tasas de impuestos, y Boehner padeció la humillación política la semana pasada de ofrecer un compromiso —un umbral de un millón de dólares de arranque para las tasas más altas— que sus colegas se negaron a apoyar, ya que incrementaba los impuestos y no tenía probabilidad de ser aprobada por el Senado, controlado por los demócratas.

La representante Nan Hayworth, republicana por Nueva York, reconoció el miércoles que el acuerdo tendrá que incluir alguna forma de tasas más altas para los que tienen niveles de ingresos superiores, pero dijo que su partido luchará para que sean lo más bajas posibles.

“Si eso es a donde se tiene que llegar, pondremos el umbral tan alto como podamos", dijo Hayworth a CNN, argumentando que cualquier forma de incremento de impuestos resulta una carga al crecimiento económico. “Entre más aligeramiento le demos, mejor estaremos”.

Hayworth también dejó en claro que un acuerdo limitado era lo más que podía esperar por ahora, y dijo: “No creo que vayamos a lograr el gran plan en los próximos seis días”.

Obama y los demócratas tienen ventaja, gracias a la reelección del presidente el mes pasado y el aumento de demócratas en la Cámara y el Senado del nuevo Congreso que se reunirá en enero. Además, las encuestas muestran de manera consistente un apoyo mayoritario a la postura de Obama en materia de impuestos.

Los economistas advierten que un fallo en evitar el abismo fiscal podría provocar una recesión, mientras que las acciones han estado cayendo desde mediados de la semana pasada, cuando el aparente avance en las negociaciones de pronto se vino abajo. Boehner propuso su propio plan B, mismo que fue rechazado por sus compañeros republicanos de la Cámara.

La encuesta de seguimiento diario de Gallup publicada el miércoles mostró que el 54% de los encuestados apoyan la gestión de Obama en las negociaciones del abismo fiscal, en comparación con el 26% que aprueban la gestión de Boehner.

El senador Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado, tuvo un índice de aprobación del 34% por el papel que hasta este momento ha desempeñado.

Reid está a punto de asumir un papel más importante, mientras el centro de las negociaciones parece estar modificándose en el Senado después del desacuerdo protagonizado la semana pasada por el Partido Republicano en la Cámara, que impidió lograr avances antes de Navidad.

Si bien la atención se centra ahora en un posible acuerdo en los próximos días o semanas, el férreo opositor a los impuestos, Grover Norquist, dijo a CNN a principios de esta semana que la nación debe estar preparada para una batalla prolongada.

“Son cuatro años de lucha. No es una semana de lucha”, dijo Norquist, quien ha amenazado con organizar impugnaciones contra los republicanos que violen el compromiso que firmaron a petición de este, el cual decía que jamás votarían por un aumento de impuestos.

Aunque ambas partes dicen querer evitar el abismo fiscal, están dándose señales de que podría darse un acuerdo después del año nuevo para paliar las consecuencias más graves.

Bajo ese escenario, el nuevo Congreso que se reunirá a principios de enero votaría por bajar las tasas más altas de impuestos, hecho que entraría en vigor a partir de enero, cuando expiren los recortes de Bush, mientras que las nuevas tasas más altas se quedarían intactas.

Según un alto funcionario de su gobierno, Obama sigue oponiéndose a un llamado republicano para ampliar los recortes fiscales generalizados de la era Bush, y así poder ganar tiempo para la elaboración de un acuerdo de reducción del déficit de mayores proporciones, el cual incluiría la reforma fiscal integral.

No obstante, un asesor de un líder republicano del Senado dijo a CNN que los republicanos rechazan el umbral de 250,000 dólares propuesto por Obama para las extensiones del recorte impositivo.

El no poder cumplir con el plazo de fin de año para llegar a un acuerdo significaría “el acto más descomunal y relevante de irresponsabilidad parlamentaria en mucho tiempo”, dijo a CNN el senador saliente Joe Lieberman, independiente de Connecticut que contiende por los demócratas. “Quizá en toda la historia estadounidense, debido al impacto que tendrá en casi todos los estadounidenses”.

Sin embargo, Norquist calificó a la situación como parte de un proceso más largo, y pronosticó “una lucha constante” cuando en los próximos meses el Congreso necesite autorizar más gasto público y elevar el techo de la deuda federal.

“Ahí los republicanos tienen mucho potencial porque pueden decir que vamos a dejarles hacer que funcione el gobierno el próximo mes, siempre y cuando se hagan estas reformas”, explicó.

Antes de ir a Hawaii, el pasado viernes, Obama pidió al Congreso que regrese después de Navidad y trabaje con él un acuerdo limitado para evitar que los impuestos aumenten para la clase media, para ampliar el seguro de desempleo y establecer un marco para las futuras medidas de reducción del déficit.

El vocero de Boehner dijo que el presidente de la Cámara estará “dispuesto a encontrar una solución que pueda ser aprobada por las dos Cámaras del Congreso” cuando regrese a Washington, lo cual se espera ocurra el jueves.

Algunos republicanos de la Cámara han dicho que se unirían a los demócratas en el apoyo a la propuesta del presidente, con la esperanza de avanzar más allá de la cuestión volátil y así poder centrarse en los recortes al gasto y las reformas a los programas sociales que ellos buscan.

La posibilidad de un abismo fiscal fue establecida en los últimos dos años, como una manera de forzar la acción sobre la creciente deuda del gobierno.

Ahora, los legisladores corren el riesgo de parecer políticamente cínicos al buscar debilitar las medidas adoptadas para tratar de obligarlos a hacer frente a asuntos difíciles relacionados con la reducción del déficit, tales como las reformas a los programas sociales populares, como la Seguridad Social, Medicare y Medicaid.