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Huracanes

Los profesores de Oklahoma recuerdan cómo un día feliz se convirtió en un infierno

Por CNN en Español

(CNN) - Era como cualquier otro día. Incluso un poco mejor de lo habitual -con más premios para los niños, más chistes y más canciones y sonrisas. Tras las tormentas del día anterior la Madre Naturaleza parecía cooperar en la recuperación. El sol brillaba con fuerza. Pero de repente las cosas cambiaron. Y en Oklahoma, donde tanto los adultos como los niños aprenden pronto cómo reaccionar en caso de un tornado, el cambio puede resultar mortal.

El personal de Plaza Towers y Briarwood, las dos escuelas de Moore arrasadas por el tornado, aún tiemblan al recordar cómo lo vivieron.

"Estamos soportando mucho dolor, muchas lágrimas, muy poca comida y muy pocas horas de sueño", dijo el viernes la directora de Plaza Towers, Amy Simpson.
Los recuerdos permanecen. No se trata sólo de los horribles momentos en los que el tornado arrancó sus escuelas, sino de los minutos previos en los que los profesores hicieron lo que pudieron para mantener a sus estudiantes seguros y bajo control mientras la amenaza se acercaba. Los minutos vividos antes de que algunos padres corrieran frenéticos a buscar a sus hijos e hijas, y las horas de antes, cuando todo parecía perfecto.

"Lo que comenzó como un día normal en la Plaza Towers se convirtió en algo horrible para siete familias", dijo Simpson, en referencia a los siete estudiantes de su escuela que murieron durante la tormenta.

Cada semana la escuela de Plaza Torres comienza el día cantando Rise and Shine. Es una oportunidad para que los estudiantes vean a sus maestros y consejeros, para cantar y recitar el credo de la escuela, y para honrar los logros de dentro y fuera de la escuela.

El lunes, las celebraciones no terminan allí. Simpson recordó que tras dirigirse a una ceremonia de una hora para el primero y segundo grado para brindar por sus muchos logros, a continuación celebraron la ceremonia de graduación de sexto grado.

Después de eso, los niños comenzaron a ir hacia la cafetería para la primera de las seis sesiones de almuerzo que tiene la escuela.

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"Todo en la mañana fue exactamente como lo habían hecho durante los últimos 170 días", recordó Simpson.

Fue después del almuerzo que los maestros se enteraron que había alerta por el mal tiempo. Pero en ese momento, nadie sabía un tornado se dirigía hacia ellos. Simpson continuó yendo a lo suyo, entrevistando a un candidato para un puesto de pre-kindergarten, cuando se dio cuenta de que fuertes tormentas estaban atravesando la zona.

Simpson terminó la entrevista y se dio cuenta de que padres empezaban a recoger a sus hijos y a correr la voz de que la tormenta se acercaba. Esto suele ocurrir cuando llueve mucho, pero el director se dio cuenta de que algo raro estaba pasando cuando vio que muchos padres y con mucha urgencia estaban llevándose a los pequeños.

Simpson se puso en la puerta para controlar quién entraba y salía. Algunos padres estaban muy asustados. Un padre, incluso, estaba en estado de pánico. Ella le dijo que tenía que calmarse para no alarmar a los estudiantes antes atravesar los pasillos para recuperar a su hijo.

Este flujo constante de familias duró 5 ó 6 minutos antes de las sirenas se encendieran, lo que indica que hay tornado en en la zona. Simpson se acercó al intercomunicador y le dijo a todos que hicieran lo que habían practicado en todos los simulacros. Luego se paseó por los pasillos para controlar la operación.

Algunos maestros rastrearon el tornado en los dispositivos móviles, hasta que Simpson les pidió que los apagaran. Ella vio a sus empleados frotando las espaldas de sus alumnos, algunos de los cuales - con la cabeza baja y las manos sobre sus cabezas - estaban cantando.

Cuando la directora regresó al frente de la escuela, el tornado estaba casi encima de ellos. Ella subió al intercomunicador una vez más. "Está aquí".

Simpson se acurrucó en un cuarto de baño con otras cuatro mujeres. "La única vez en mi vida que he gritado: "En el nombre de Dios, vete, vete", y lo grité cuatro veces", explica.

Los escombros aún estaba volando cuando Simpson fue hacia la puerta, pasó por encima de un lavabo, y se dio cuenta "todo el vecindario había desaparecido".

Sonó el teléfono. Era su madre, y ella le dijo que llamara al 911.

No había más muros que quedan en su escuela. Había un parachoques de un coche entre el pre-kinder y kinder. "Pude ver a los niños alrededor de lo que solía ser una esquina", dijo Simpson.

Justin Ayres, una maestra de quinto grado, que fue la primera en detectar el tornado, fue la primero en salir de lo que había sido la escuela. Hombres y mujeres corrían hacia allí para ayudar.

En cuestión de minutos, Simpson recordó, los alumnos de preescolar, kindergarten y primero estuvieron a refugio, seguros. Su marido no tardó en llegar y le puso la mano en el hombro.

"Le dije: 'Ve a ayudar a segundo y tercer grado,'",estudiantes que se encontraban en un edificio cercano diferente. "No he visto a ninguno de ellos todavía."

Cada vez más estudiantes salieron, algunos de ellos en dirección a una iglesia cercana. Pero lo que había sido la construcción de segundo y tercer grado había casi desparecido.

"Acudí hacia allí, entonces rogué y supliqué para que hicieran una cadena humana hasta allí", dijo Simpson. "Lo hicieron. Y así fueron sacando a los estudiantes y maestros". Los siete muertos en Plaza Towers murieron entre esos escombros.

En la otra escuela afectada, Briarwood, el día comenzó como siempre, con lo que se llama el Grizzly Growl - un tiempo para cantar, bailar y celebrar.

"(Recuerdo) las caras felices, lo emocionados que estaban, sólo verles muy sonrientes", dijo Jaques-McMillin. Y hubo risas cuando un invitado especial - una oveja - hizo una aparición. Miembros del personal tuvieron que darle un beso, porque un grupo de estudiantes había alcanzado su meta de lectura.

La hora del almuerzo ese día fue especialmente divertida. "Esto es para loq ue debe servir la escuela", Jaques-McMillin recordó haber dicho en ese momento. "Por días así es por lo que hacemos lo que hacemos. Son tan felices...", recordó.

Las siguientes horas pasaron como una nebulosa, al igual que en la Plaza Towers. Allí estaban los estudiantes y el personal haciendo lo que habían practicado en los simulacros de tornado - las sirenas...

Jaques-McMillin se sentía más fuerte, más firme esta vez que cuando ocurrió el último tornado EF5- clasificado como fuerte - pasó por Moore. Cuando eso ocurrió, ella estaba sola y horrorizada.

Esta vez fue diferente. "Tengo 675 estudiantes y cada día prometo a sus padres que voy a proteger a sus hijos", dijo Jaques-McMillin. "Voy a comer a ellos, van a estar a salvo, y yo se os voy a devolver al final del día."

La escuela de Primara de Briarwood no sobrevivió al tornado, pero todo el mundo que estado dentro de ella, sí.

Entre ellos alumnos de 4 años y estudiantes a punto de pasar al séptimo grado.

Uno de ellos llegó hasta un maestro, que había quedado atrapado entre los escombros con una tubería rota de agua vertiéndole en la cara.

"Él le cogió la mano y dijo:" Cálmate, voy a cavar para sacarte". Y lo hizo.