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Estados Unidos

El legado de Danny Lewin, el primer hombre en morir el 9/11

Por Funes

Por Todd Leopold, CNN

(CNN) -- Incluso para los estándares del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Danny Lewin era especial, según Tom Leighton.

“Era excepcionalmente inteligente. MIT tiene a muchas personas inteligentes y Danny se destacaba en ese ambiente”, asegura Leighton, profesor de Lewin en el laboratorio de informática del instituto. “Disfrutaba resolver los problemas más difíciles y marcar una diferencia”, agrega.

Esa determinación fue la que guió a Lewin a lo largo de su corta vida. De nacionalidad estadounidense, decidió sumarse a las filas del ejército israelí, donde sirvió en una unidad de élite. Pudo tener una carrera académica brillante como matemático, pero eligió dedicarse a los negocios.

Lo más importante, a fines de los años 90, encontró una solución a lo que entonces llamó la “World Wide Wait” y, junto a su compañía Akamai Technologies (cofundada con Leighton), convirtió a Internet en un medio más rápido y eficiente. Un dato: CNN fue uno de los primeros usuarios de Akamai y lo sigue siendo en la actualidad.

Lewin falleció el 11 de septiembre de 2001 a los 31 años. Viajaba en el vuelo 11 de American Airlines, el primero en estrellarse contra las Torres Gemelas y, casi con seguridad, fue la primera víctima de los trágicos atentados de ese día.

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Su vida hoy esta retratada en una nueva biografía, "No Better Time: The Brief, Remarkable Life of Danny Lewin, the Genius Who Transformed the Internet” (“La breve y extraordinaria vida de Danny Lewin, el genio que transformó Internet”).

Si nunca has escuchado hablar de Lewin, no eres el único, según la autora del libro, Molly Knight Raskin. Esto se explica por el bajo perfil de su vida y sus negocios: Akamai es una compañía de infraestructura y Lewin siempre fue muy reservado con los millones que ganó con el auge de Internet.

Raskin, sin embargo, cree que su vida merece ser contada.

Y es que Lewin, dice, logró mucho en sus 31 años de vida. Son muchos los elementos, como el servicio militar, su liderazgo, su intelecto y su perspicacia, que deberían ser compartidos.

“Es por su manera de vivir”, señala. “Sentí que si me motivaba tanto a mí, podría hacer lo mismo con los lectores”, añade.

“Como encender una fogata”

Desde el comienzo, Lewin parecía destinado a hacer cosas grandes. De niño, supo ser un destacado violinista, artista y atleta. Además, amaba las computadoras y aprendió a programar una Apple II a sus cortos nueve años.

En 1984, su familia decidió mudarse a Israel y Lewin se crió cerca de Jerusalén. De notable desempeño en la escuela, se permitió también desarrollar un físico envidiable. Luego, vendría el ingreso a las fuerzas armadas de Israel y su servicio en la Sayeret Matkal, la unidad secreta conocida por su misión de rescate en el Aeropuerto Entebbe de Uganda en 1976.

Israel fue fundamental para el temperamento de Lewin, dice Raskin.

“Mudarse allí fue como encender una fogata bajo sus impulsos”, asegura. “Quería aprovechar cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día”, agrega.

La huella de la intensidad del país y el carácter directo de su pueblo se hicieron evidentes para aquellos que lo conocieron años después. Algunos colegas de Akamai creían que era áspero y Lewin, que guardaba una afición por las palabras, bromeaba y decía ser escandaloso. Pero también era increíblemente leal, motivador y trabajador.

“Era muy motivador, así que si te pateaba el trasero y te exigía trabajar más duro, la gente solía responder positivamente”, recuerda Leighton.

Leighton dice en el libro que el protagonista hubiera sido perfectamente feliz resolviendo ejercicios matemáticos. Lo que lo llevó al sector privado fue “la posibilidad de generar un cambio en el mundo real”.

“En el área en el que trabajábamos, en algoritmos y el lado teorético de la informática, el trabajo es bueno y profundo, pero no cambia el mundo. No impacta directamente en las personas”, agrega Leighton, hoy director ejecutivo de Akamai. “Con este trabajamos, pensamos en tener relevancia en el mundo real y hacer de Internet un medio más veloz, más confiable y más seguro”.

“Su potencial era infinito”

Debes recordar que el Internet que utilizamos en la actualidad, con resultados casi instantáneos, videos en streaming por banda ancha y dispositivos táctiles, era prácticamente inimaginable cuando Akamai fue fundada en 1998. En aquel entonces, se navegaba con conexión por dial y servidores lentos.

Entonces, apareció Akamai, cuyo nombre deriva del término hawaiano “inteligente”. Pero incluso con su aplicación, que redujo la posibilidad de que los servidores cayeran, no había garantía de que funcionaría.

De hecho, el primer intento de Akamai por convencer inversionistas en una competencia del MIT no resultó. Ese hecho motivó a Lewin a trabajar aún más duro.

La compañía ganó la lotería el 11 de marzo de 1999. Aquel jueves, dos eventos sacudieron Internet: la apertura del campeonato de básquetbol universitario de la NCAA y la difusión online de los avances de la película “Star Wars episodio 1: La amenaza fantasma”. Mientras los servidores caían a lo ancho del país, las máquinas que utilizaban la tecnología de Akamai resistieron y la compañía comenzó a despegar.

Los próximos dos años fueron de auge y decadencia, tanto para Internet como para Akamai. Con la explosión de la burbuja de Internet, las acciones de la empresa cayeron de un valor 300 dólares a fines de 1999 a menos de cinco dólares en 2001.

Pero Lewin, indica Leighton, nunca perdió la concentración.

“Los dos estábamos concentrados en hacer nuestro trabajo, más allá del valor de las acciones”, dice. “Nos apoyábamos mutuamente”, añade.

11 de septiembre de 2001

Sin embargo, el panorama se volvió particularmente desolador el 10 de septiembre de 2001. Leighton recuerda una larga reunión en la que los ejecutivos debían decidir a quién despedir, incluyendo algunos amigos y colegas que habían estado con ellos desde el inicio de la compañía.

Al otro día, Lewin debía viajar de Boston a Los Ángeles.

“Es probable que no haya dormido más de una hora antes de subirse al avión”, recuerda Leighton.

Lewin estaba sentado en el asiento 9B. Con su entrenamiento militar en Israel y su comprensión del árabe, pudo haber descubierto qué estaba sucediendo e incluso intentar detener el plan terrorista. Según los llamados de las azafatas a la autoridades en la base, el primer pasajero en ser asesinado era el del asiento 9B. Fue apuñalado.

Los amigos siempre han ponderado el “qué habría pasado si…”. Lewin habría terminado su doctorado, algo que siempre tuvo pendiente. Algunos amigos creen que se habría dedicado a la política en Israel o que se habría vuelto uno de los grandes del mundo de la tecnología, como Bill Gates o Steve Jobs.

“Aquellos que lo conocieron sienten que el mundo se perdió de alguien grande”, dice Raskin. “Siempre buscaba superarse”, agrega.

Leighton, que logró sostener a Akamai después de la muerte de Lewin, también se pregunta lo mismo. Desde entonces, Akamai se ha convertido en una compañía multimillonaria dedicada a la seguridad informática. Posiblemente Levin habría ido en aquella dirección, combinando su mente matemática y su entrenamiento militar.

Nunca lo sabremos.

“Creo que habría hecho todo lo que quisiera”, dice Leighton. “Su potencial era infinito”.