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Carrera surrealista de 'botes sobre ruedas' a través del desierto de Nevada

Por CNN en Español

Por Sheena McKenzie y Shirley Robertson

(CNN) — A más de 482 kilómetros del océano más cercano, los competidores en una de las carreras de navegación más rápidas del mundo se enfrentan a un fuerte viento.

Un pequeño ejército de botes -si es que puedes llamarlos así- se desplazan por el desierto de Nevada. Una corriente de arena se forma detrás de ellos, cubriendo el rostro de cada competidor con un polvo fino y blanco.

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"Es como si la Madre Naturaleza tuviera su pie en el acelerador", dice Russ Foster, quien ha estado participando en esta peculiar carrera de veleros sobre ruedas desde la década de 1970.

"Debido a las velocidades que alcanzas (a veces 160 kilómetros por hora), debes permanecer firme sobre el bote, o podrías tener un grave accidente", dijo en el programa Mainsail de CNN.

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"Pero eso es parte del desafío".

Impresionante telón de fondo

Cada año, el lecho seco del lago de Smith Creek se transforma en una fantástica pista de carreras para los campeonatos mundiales de navegación sobre tierra.

Más de 170 "marineros", procedentes de países tan lejanos como Chile y Nueva Zelanda, se reúnen en el épico paisaje que se extiende plano como un espejo bajo el ardiente sol de verano.

"La primera vez que pasamos por las montañas, vimos estas rocas enormes y hermosas, y el extremo oeste del lago era como de cristal", dijo el competidor Rod Eicholz respecto al espectacular escenario.

"Es tan liso que en realidad puedes ver el reflejo de tu bote en la tierra", añade otro competidor, Kurt Smiley.

Ubicado a 48 kilómetros de Austin, el pueblo más cercano (el cual tiene una población de tan solo 200 habitantes), Smith Creek parece ser una tierra calcinada en los confines del mundo.

Y cuando el temperamental viento alborota la arena, forzando a los espectadores a proteger sus ojos y buscar refugio, podrías pensar que estos veleros de otro mundo son barcos fantasmas en el horizonte.

Inventores del desierto

Los competidores llegan en caravanas equipadas con máquinas para hacer carreras en el desierto, y trabajan hasta tarde en la noche haciéndole ajustes a sus veloces diseños.

"¿Sabes qué es un velero? Bueno, es más o menos eso, pero haces una carrera sobre tierra, con ruedas", dijo el competidor John Eisenlohr, en un tono directo.

"Pasas una gran cantidad de tiempo en lo que yo llamo un 'coma de bote de tierra' con una mirada vidriosa en tus ojos, pensando en tu próxima gran innovación y esperando que funcione...", dice con una mirada perdida.

En sus vidas cotidianas, estos entusiastas podrían ser agricultores o plomeros que trabajan en sus diseños en los garajes de sus casas.

Los botes difieren drásticamente según la clase en la que están participando, desde cochecitos básicos con velas, hasta algo parecido a un trineo de carreras futurista que tiene brazos con ruedas extendidos a cada lado.

"Justo después del inicio, empujas, corres, saltas al velero y te acuestas por completo, tratando de mantenerte lo más bajo que puedas", explica el competidor J.P. Krischer.

"Te agachas en el barco, te colocas lo más bajo que puedas, y logras apreciar una hermosa vista del horizonte", dice Lester Robertson, otro competidor.

Los diseños de alta tecnología han recorrido un largo camino desde la década de 1970, cuando los aventureros navegantes en tierra probaban sus diseños híbridos en cualquier lugar, desde playas europeas hasta los desiertos al norte de África.

"Ha habido un cambio a partir de los vehículos, simples, pequeños, de dos marcos, hasta los vehículos exóticos con estructuras de fibra de carbono y mástiles", explica Foster, quien anteriormente participaba en la carrera con go-karts y catamaranes.

"Aparte, hay algunas clases que fueron diseñadas en la década de 1970 y no han cambiado en absoluto".

Necesidad de velocidad

La mayoría de los ganadores del campeonato provienen de Estados Unidos, pero también hay una participación considerable de competidores europeos, quienes probablemente están más acostumbrados a competir en terrenos más escabrosos.

Para Dennis Bassano, presidente de la Asociación Norteamericana de Navegación en Tierra (NALSA), existe una buena razón por la que él regresa año tras año.

"Es la velocidad. Simplemente es mucho más divertido ir a esa velocidad con el viento. Estás en un bote, tomas todas las decisiones y tienes el control de todo".

"Y diablos", añade, "¿a quién no le gusta ir a 128 kilómetros por hora?".