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Secuestrador estadounidense sueña regresar a casa luego de 43 años en Cuba

Por Melissa Velásquez Loaiza

Por Patrick Oppmann, CNN

Durante 43 años, Cuba le ha proporcionado refugio a Hill, quien enfrenta cargos por haber matado a un oficial de la policía de Nuevo México y por el secuestro de un avión para dirigirlo a La Habana.

Hill, quien ahora tiene 65 años, le concedió una entrevista a CNN luego de dos años de tratar de comunicarnos con él, donde habló cómo por primera vez está considerando abandonar su refugio seguro y regresar a Estados Unidos.

"Extraño a mi país", dijo, con voz temblorosa. "Extraño a mi familia. Me gustaría volver y ver el lugar donde nacieron mis abuelos, donde yo nací y donde fui a la escuela secundaria. Comer un trozo de tarta de moras. Incluso ir a McDonald's. Eso es normal".

Charlie Hill dice que acepta su destino, sea cual sea.

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Hill era un militante del poder negro y dijo que sigue siendo un revolucionario. Pero ansía el tipo de papas fritas que solo el capitalismo puede producir.

Luego de cinco décadas de desconfianza por la época de la Guerra Fría, Estados Unidos y Cuba están trabajando para restablecer las relaciones diplomáticas, pero casos como el de Hill son un obstáculo para que haya una mejora en las relaciones.

Nuevo México, donde el caso de Hill ha estado abierto durante décadas, le dio seguimiento al cambio de política en la administración de Obama, y la gobernadora Susana Martínez le solicitó a Washington que procurara la extradición de Hill.

Los críticos de la nueva apertura hacia Cuba dicen que el hecho de que La Habana acoja a fugitivos como Charlie Hill es razón suficiente para mantener una línea dura contra el gobierno de Raúl Castro y mantener a Cuba en la lista del Departamento de Estado de los países que apoyan el terrorismo.

Hill, quien ahora tiene 65 años de edad, podría extraditarse a sí mismo antes de que algo ocurra, al afirmar que la mejora en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba podría implicar el fin de lo que él llama su "exilio" en la comunista isla caribeña, aunque su regreso lo dejaría un tiempo en la cárcel.

Un largo viaje

El viaje de Charlie Hill comenzó el 8 de noviembre de 1971, cuando a él y a otros dos hombres —Michael Finney y Ralph Goodwin— los detuvieron en la autopista I-40 en las afueras de Albuquerque, Nuevo México, mientras conducían a lo largo del país.

Los tres hombres eran miembros de la República de Nueva África, un grupo militante del poder negro que pretendía separar a Luisiana, Misisipi, Alabama, Georgia y Carolina del Sur a fin de convertirlos en una nación independiente para los afroamericanos.

Se dirigían de California al sur, en un auto cargado de armas para apoyar la causa.

El agente de la policía del estado de Nuevo México, Robert Rosenbloom, detuvo el Ford Galaxie sedán que habían alquilado, bajo la sospecha de que el auto era robado, dijo Kassetas.

El oficial Robert Rosenbloom, fue asesinado a tiros.

A las 10:41 de la noche, Rosenbloom reportó la matrícula de California del auto de los militantes, según el New Mexico Law Enforcement Memorial. Catorce minutos después, el operador llamó de vuelta por la radio a Rosenbloom, pero no pudo comunicarse con él.

Un oficial de la policía que llegó al lugar encontró el cuerpo de Rosenbloom boca abajo en la carretera, dijo Kassetas.

Había una sola herida de bala en su garganta. Rosenbloom tenía su linterna en una mano y la pistola en la otra, de acuerdo con los registros del New Mexico Law Enforcement Memorial.

El sedán fue encontrado abandonado al día siguiente con tres rifles militares, una escopeta calibre 12, "literatura revolucionaria", materiales para fabricar bombas y cientos de cartuchos de municiones.

Hill admitió que iba en el sedán que Rosenbloom detuvo, pero se negó a decir quién le disparó al policía.

Durante 19 días, dijo Hill, los hombres se escondieron en el desierto de Nuevo México, preparando un plan de escape, mientras 250 oficiales de la policía se acercaban a ellos.

"Teníamos que buscar el exilio, así que secuestramos un avión", dijo Hill.

Los tres hombres, dijo Kassetas, se apropiaron de un camión de remolque a punta de pistola, lo estrellaron contra una valla de la pista del Aeropuerto Internacional de Albuquerque y corrieron por la pasarela al vuelo 106 de TWA.

Los secuestradores dieron la orden de que el avión volara a Cuba, luego de enterarse de que no tenía suficiente combustible para llegar a África.

El secuestrador Michael Finney fulminaba con la mirada y apuntaba una pistola a los auxiliares del vuelo, dijo Walthall, y en su voz todavía se podía percibir un temblor de miedo, como si el secuestro acabara de suceder.

"Finney dijo que podría dispararnos y que ya había matado a un hombre", dijo Walthall.

Los secuestradores le ordenaron a la tripulación que volaran a África. Al enterarse de que el avión no podía volar tan lejos, cambiaron su destino.

Llévanos a Cuba, le dijeron al piloto.

El trío sabía que Cuba probablemente los dejaría quedarse.

Cuba se volvió popular entre los revolucionarios de izquierda, así como entre los delincuentes comunes que buscaban un país fuera del alcance de la aplicación de la ley de Estados Unidos.

"Si algo salía mal, ibas a Cuba", dijo Hill.

La Cuba revolucionaria pronto decepcionó a Hill. Las autoridades cubanas le negaron su petición de recibir entrenamiento militar para luchar con los grupos revolucionarios en África.

En lugar de eso, lo pusieron a trabajar cortando caña de azúcar, haciendo trabajos de construcción y administrando una tienda de ropa.

En uno de los muchos trabajos de baja categoría que desempeñó, dijo, se encontraba bajo la supervisión de Ramón Castro, el hermano mayor de Fidel Castro.

"Él tiene una larga barba y se parece a Fidel", recuerda Hill. "Era bueno con nosotros y se aseguraba de que siempre estuviéramos bien alimentados".

En 1996, el entonces representante de Nuevo México, Bill Richardson, viajó a Cuba para discutir la extradición de Hill con Fidel Castro.

"Hablé con Fidel y dijo que 'de ninguna manera, bajo ninguna circunstancia los entregaría, ya que eran verdaderos fugitivos'", le dijo Richardson a CNN. "Recibí una señal muy clara de que no me permitiría llevar de vuelta a Charlie Hill y que ni siquiera me permitirían hablar con él".

Hill ahora es el último miembro que aún vive del trío de secuestradores. Funcionarios estadounidenses dijeron que Ralph Goodwin se ahogó en 1973 y Michael Finney murió de cáncer de garganta en 2005.

Hill, quien se casó y divorció dos veces en Cuba, tiene dos hijos en la isla y le preocupa dejarlos si tuviera que regresar a Estados Unidos.

Sin embargo, Hill dijo que quiere visitar a su hija, quien tenía 6 años cuando se fue, y a quien no ha visto desde entonces. Sueña con conocer a los cinco nietos que tiene en Estados Unidos. Ha llegado al punto de contratar un abogado en Nuevo México, en caso de que decida negociar una rendición.

Su pensión del gobierno cubano es de apenas 10 dólares al mes, dijo. No alcanza para mantenerse ni para comprar juguetes para su hijo cubano de 8 años.

Hill dijo que se convirtió en un babalao, o sacerdote de santería, pero que aún no ha encontrado la paz. Admitió que fuma una gran cantidad de cigarrillos cubanos sin filtro y bebe demasiado ron barato.

Y siempre existe la posibilidad de que el gobierno cubano haya retenido a Hill y a otros fugitivos de Estados Unidos, simplemente esperando el momento adecuado para negociarlos con dicho país.

Él dice que está de acuerdo con ese destino.