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China

La larga marcha de China hacia Latinoamérica

Por Jorge Dávila Miguel

Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es periodista, escritor, columnista de diario El Nuevo Herald y colaborador de CNN en Español. Ha sido reportero y corresponsal extranjero en Cuba, España y Estados Unidos. Las opiniones expresadas en este artículo le corresponden exclusivamente a él.

Mientras las ampliaciones del canal de Panamá han atravesado por grandes problemas, China mantiene su proyecto de construir otro canal interoceánico a través de Nicaragua.

Costaría unos 50.000 millones de dólares y, junto al tren que atravesaría América del Sur desde Perú hasta Brasil, nos indica que Beijing tiene vista larga y viene para quedarse en lo que se conoce como “el traspatio de Estados Unidos”.

Washington parece no darse cuenta. Tal vez confía demasiado en su hegemonía como líder económico y militar. Pero lo cierto es que Beijing tiene el mayor trozo de la deuda externa estadounidense, le ha tomado terreno a Washington en Asia, construye sus propias islas en aguas internacionales, bate a Estados Unidos en sus inversiones africanas y ahora desembarcará con barcos y trenes en América Latina.

Después de la caída de la Unión Soviética, hace 25 años, se inauguró la era del mundo unipolar, con Estados Unidos a la cabeza. Pero eso no sería para siempre. Los errores geopolíticos, en los que destaca la guerra de Iraq, así como el rumbo de la política doméstica de Estados Unidos, han animado a otros países a luchar por su pedazo del pastel en las decisiones del planeta.

Y uno de ellos es precisamente China, donde sigue gobernando, más poderoso que nunca, el Partido Comunista. Hace no mucho tiempo Mao Zedong dijo: “La política nace del cañón del fusil” y también que “La guerra es política con sangre; mientras la política es guerra sin sangre”.

Cabría preguntarse, con todas estas expansiones económicas, cuáles son los objetivos geopolíticos de los chinos. Ellos, que claman más de ocho mil años de existencia, puede que avancen ahora hacia el momento cumbre de su Larga Marcha. La pregunta es si nosotros, en América Latina, terminaremos marchando junto a ellos.