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Siria

La vida en Damasco: Bombardeos... y batidos

Por -CNN-

(CNN)-- Es el descenso final por el sendero de montaña que conduce a Damasco el que a menudo establece el tono de tus visitas a Siria.

La última vez que recorrimos esta ruta, la cual te lleva del Líbano a la capital siria, fue hace 18 meses. Columnas de humo, causadas por los bombardeos o ataques aéreos, salían a raudales hacia arriba desde las zonas controladas por los rebeldes en el horizonte.

Esta vez no hubo nada de eso; las fuerzas gubernamentales transportaban tanques en la parte trasera de los camiones y los retratos del presidente Bashar al-Assad y de su padre, Hafez, nos observaban desde una colina por encima de la carretera. En general, la ciudad parecía casi tranquila.

Sin embargo, por supuesto, esa no es la realidad en Damasco, o al menos no la única realidad. Por un lado, hay zonas que parecen casi normales. Pero también hay una destrucción masiva en muchas otras partes de la capital, donde la lucha es tan intensa como lo era hace unos años.

Las calles del centro de Damasco aún están llenas de gente que hace compras, camina alrededor o que se sienta en el césped de los parques locales. Uno de los lugares favoritos de los lugareños es el bar de frutas de Abu Abdou. Las personas piden bebidas frías y ensaladas de frutas y comen a la sombra durante las horas más calurosas de la tarde.


Bar de frutas de Abu Abdou

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Sin embargo, una cosa que ha cambiado es el estado de ánimo. Gran parte del optimismo de que la guerra civil en Siria podría llegar pronto a su fin desaparecieron hace mucho tiempo.

"Creo que esta guerra durará mucho tiempo", dice un hombre de la localidad. Una joven mujer nos dice que está preocupada por los recientes avances de ISIS en el territorio controlado por el gobierno y dice que tiene miedo que también llegue a la capital.

"Nunca diría que algo es imposible en estos días", dice ella. "No podemos decir nada más".

Mientras que los clientes de Abu Abdou disfrutan de sus batidos, a un poco más de tres kilómetros por la carretera la guerra está en pleno apogeo. Miles de personas se están muriendo de hambre en el distrito de Yarmuk, un lugar que encarna la tragedia del conflicto de Siria como en casi ninguna otra parte.

Construido como un campo de refugiados en 1957 para los palestinos que huyen del conflicto árabe-israelí, Yarmuk fue el hogar de más de un millón de personas antes de que comenzara la guerra. Ahora está casi vacío, un páramo bombardeado de un barrio destruido por años de intensos combates entre las fuerzas del régimen y los rebeldes palestinos.

Las personas que aún viven allí están soportando condiciones brutales. Se ha producido un brote de fiebre tifoidea en el campamento, según la ONU, la cual dice que ha sido en gran medida incapaz de suministrar incluso los suministros más básicos a aquellos que están atrapados en el fuego cruzado.

La última vez que visitamos Yarmuk fue hace casi dos años. Desde ahora hasta entonces, los militares han avanzado alrededor de dos bloques. Sin embargo, la destrucción causada por las batallas es abrumadora... a las casas no solamente les disparan y las queman, sino que están totalmente aplanadas ya que ambos lados utilizan armamento pesado para librar la guerra, calle por calle, entre los edificios de gran altura.

Si los frentes apenas han avanzado en Damasco en el último año y medio, otras crisis se han vuelto aún más pronunciadas. Conseguir combustible a menudo es un problema en la capital y algunos días los automovilistas tienen que esperar horas para llenar sus autos.

"No solo se trata del problema de que tenemos que esperar mucho tiempo, el combustible también es mucho más caro de lo que era antes", nos dice un conductor después de que finalmente lograra llegar a al frente de la fila.

Ali Mustapha, el propietario de la gasolinera y un firme partidario del presidente, culpa a las fuerzas rebeldes de la escasez de combustible.

"En ocasiones las refinerías sufren ataques y luego nos quedamos sin combustible durante varios días. A veces también impactan camiones cisterna en las carreteras", dice, sentado en su oficina mientras los autos se amontonan afuera.

"Hay días en los que tenemos que cerrar la estación de servicio por completo", explica, antes de entablar una conversación con un tono más optimista. "Pero, en general, nos las arreglamos. Al final, estoy seguro de que vamos a ganar y todo volverá a ser como era antes".

Entre las filas de autos que logran acercarse lentamente a las bombas yace otro problema de Siria... uno que está empeorando día a día.

Dos niños pequeños con camisas sucias caminan entre el tráfico paralizado, tratando de vender cajas de pañuelos a los transeúntes. Alla tiene nueve años y su hermano, Ali, apenas tiene cinco. Ellos fueron sacados de sus hogares en Idlib debido a la guerra. Ahora pasan todo el día bajo el fuerte calor del verano tratando de ganar unas cuantas libras sirias para ayudar a alimentar a su familia.

"Tuvimos que venir a Damasco cuando nuestra casa fue destruida", dice Alla mientras que envuelve su brazo alrededor del hombro de su hermano pequeño. Sus sonrisas ocultan la tristeza de su historia, una que es muy familiar a través de este país devastado por la guerra.

Más de 4 millones de personas han huido de Siria desde que comenzó el levantamiento en el 2011. Sin embargo, existe un problema aún mayor en el interior de sus fronteras. La ONU dice que alrededor de 7,6 millones de sirios son desplazados internamente y que es más difícil ayudarlos allí que en Jordania o Turquía. Por lo menos en esos países, los convoyes de ayuda no tienen que cruzar las líneas enemigas y entregar la ayuda en campos de batalla reales.

Durante la semana que pasamos en Damasco, los ataques aéreos del gobierno mataron a decenas de personas e hirieron a otros cientos. Los grupos de ayuda dicen que la mayoría de ellos eran civiles.

Es desgarrador presenciar de primera mano la matanza y el éxodo que está desbaratando el tejido social de una sociedad tan orgullosa, diversa y rica en cultura. Dado que sigue siendo difícil lograr una solución política para detener la lucha, es aún más devastador pensar que la guerra no terminará en un futuro cercano.