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Paz en Colombia

Cara a cara con los guerrilleros que ordenaron matar a mi padre

Por CNNEE

Cuando Sebastián Arismendy decidió vengar la muerte de su padre tenía 9 años. Desde ese día y por mucho tiempo el deseo de matar a los secuestradores y asesinos de su padre envenenó su alma y guió todas las acciones de su joven vida. Este 10 de septiembre, nueve años después de su muerte y 15 años después de la última vez que estuvieron juntos, se encontró cara a cara con quienes ordenaron el asesinato.

Su padre era Héctor Fabio Arismendy, uno de los 12 diputados del Valle del Cauca que fueron secuestrados por las FARC en 2002 en un episodio casi cinematográfico: disfrazados de policías, miembros de la guerrilla entraron a la Asamblea de Cali, en el occidente de Colombia, y con la excusa de que debían evacuarlos subieron a un bus a 12 parlamentarios y los llevaron al monte.

Tras cinco años de cautiverio, 11 de ellos fueron fusilados por la espalda cuando, según la guerrilla, confundieron el avance de un frente de las FARC con un intento de rescate.

Sólo uno sobrevivió pues había sido puesto en aislamiento: Sigifredo López.

En mayo de 2012 López fue detenido por las autoridades acusado de haber participado en el secuestro y asesinato de sus compañeros, pero en agosto de ese mismo año la Fiscalía ordenó su libertad inmediata por falta de pruebas y falsedad en las declaraciones de las personas que atestiguaron en su contra.

Tres meses después del asesinato, los cadáveres de los diputados fueron entregados a las familias. Según determinó la Fiscalía, las FARC les dispararon más de 95 tiros, la mayoría les impactó en la espalda, y se cree que los diputados estaban desnudos y bañándose, pues sus cuerpos tenían restos de jabón y crema de dientes, y su ropa no mostraba señales de disparos.

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El pasado 10 de septiembre los guerrilleros 'Pablo Catatumbo', 'Iván Márquez' y 'Joaquín Gómez' se reunieron con los familiares de los diputados en La Habana para pedirles perdón y para escucharlos. Entre ellos estaba Sebastián Arismendy.

“Me fui para Cuba sin entender bien lo que iba a pasar. Cuando me dijeron que cada uno iba a tener la oportunidad de hablarles todo el tiempo que quisiera me puse muy nervioso. Empecé a revivir todo el dolor, toda la ira, y empecé a escribir. Dormí muy poco y me levanté nervioso. No pude desayunar”, recuerda Arismendy.

A la reunión asistieron un representante de la familia de cada diputado. Los reunieron en un salón y esperaron a que llegaran los guerrilleros. Arismendy relata que la tensión se podía sentir mientras aguardaban: “Cuando entraron no sentí nada. Yo me siento bien al decir esto: no sentí nada, estaba tranquilo, se me quitaron los nervios y estaba listo para decirles todo lo que había pensado por tantos años”.

Uno a uno los familiares se levantaban de sus sillas y les hablaban a los guerrilleros que estaban sentados frente a ellos. Los miembros de las FARC escucharon, según relata Arismendy, con los ojos fijos en quien les estaba hablando. No dijeron una sola palabra, según relataron varias personas que estuvieron allí.

“Cuando ya me toca a mí, yo con esa tranquilidad que yo sentía que Dios me estaba dando, me paro y empiezo a decir todo. Empiezo a llorar, a implorar... y ellos me miran. Llega un momento en el que quiero decir lo que siempre les había querido decir porque siento que es el vacío que tengo en el alma, el haberme querido vengar, aunque ya me había perdonado, queda una mancha”, dice Arismendy.

Arismendy se puso de pie y uno a uno señaló y nombró a los guerrilleros.

“Me paro y les digo: ‘'Joaquín Gómez', yo a usted lo quería matar; 'Pablo Catatumbo', yo a usted lo quería matar, y a usted, 'Iván Márquez', yo también lo quería matar, los quería asesinar a todos ustedes’. Lo dije con rabia, con resentimiento y con fuerza. Entonces les digo: ‘pero ya no quiero hacer nada, porque, si yo me perdono a mí mismo, yo soy libre y soy feliz, algo que ustedes nunca van a ser’”, relata el joven.

Al encuentro en La Habana asistieron representantes de las familias de los diputados.

Al encuentro en La Habana asistieron representantes de las familias de los diputados.

“Me quitaron lo más importante”

Arismendy dice que recuerda bien el último día que vio a su papá, aunque tenía apenas cuatro años.

Relata que en la mañana de ese 11 de abril de 2002 su padre estaba enfermo y aunque él le pidió que se quedara en casa, su padre le dijo que debía ir a la Asamblea.

“Cuando volví a la casa después del jardín había algo raro pasando. Llegaba mucha gente pero yo no entendía. Entonces mi mamá se acercó y me dijo que mi papá se había ido en un largo viaje y que no sabía cuando llegaba”, afirma.

Su infancia y la de su hermano menor cambiarían a partir de ese momento.

Arismendy relata que no tiene muchos recuerdos de jugar con sus compañeros de colegio pero sí de salir a marchar, de ponerse camisetas estampadas con la imagen de su padre pidiendo por su libertad y de grabarle todos los viernes un mensaje a su padre para que fuera emitido en un programa que comenzaba el sábado en la madrugada y que llevaba mensajes de los familiares de secuestrados con la esperanza que pudieran escucharlos en el monte.

“Yo tenía 6 años y mi hermano 4. Lo recuerdo a él diciéndole a mi mamá que no quería hablarle más a la grabadora porque mi papá nunca respondía”, recuerda.

Cada semana la familia Arismendy Mesa grababa un mensaje, pero las pruebas de supervivencia eran muy escasas; en cinco años de cautiverio hubo cerca de 7 mensajes.

El 18 de junio de 2007 las FARC asesinaron a 11 de los 12 diputados secuestrados en lo que inicialmente describieron con un encuentro con un grupo militar no identificado. Años después aceptarían que se trató de otro frente de la guerrilla que llegó sin avisar, y que el fusilamiento fue un error.

“‘Sebas, Sebas, nos lo mataron’, me decía mi mamá”, recuerda Arismendy. “En ese momento se me cayó el mundo. Las esperanzas, las ganas... las ganas de salir a marchar, a pedir por él. Eso se fue a la basura”.

“Le dije a mi mejor amigo que estaba en la casa: Juan Pablo, yo le juro que los voy a matar, los voy a matar a todos, voy a hacer todo lo posible para tener armas y matarlos. El deseo de venganza empezó a vivir en mí, un niño de 9 años, porque me quitaron lo más importante que tenía”.

De la ira y el perdón

Arismendy cumplió 19 años el pasado 22 de junio. Estudia Administración de Empresas y no descarta hacer política como su padre, pero tiene claro que primero quiere encontrar la forma de ganarse la vida y sostener a su familia.

Con la madurez que le dieron unos años difíciles recuerda el odio que sentía hacia la guerrilla. “Mi foco era vengarme y todo lo hacía para eso. Como sabía que no podía hacerlo como un niño, pensaba en el futuro y todo lo que hacía era guiado por eso”.

“Mi mamá, mis amigos, mi familia y Dios me ayudaron a encontrar paz, a perdonarme a mí mismo y vivir sin resentimientos. Ellos me decían que no podíamos compararnos con la guerrilla y ponernos a su nivel, que debíamos ser mejores. Decidí perdonarme, dejar los odios y resentimientos atrás, sin olvidar, pero recordando para ser mejor y poder mirar al futuro”.

Arismendy relata que cuando en 2012 supo acerca del proceso de paz que adelantaba el gobierno de Colombia con las FARC sólo pensó una cosa: “Ojalá"

"Ojalá sí sea el momento en el que lleguen a un consenso y que se logre la paz para que niños como era yo en algún momento, no piensen en lo que yo pensé. Yo soy una víctima del conflicto armado en Colombia. Pero existen casi 8 millones más de víctimas como yo, muchos de los cuales seguramente también eran niños cuando les pasó algo, o adultos, con sentimientos y dolores, y si no tuvieron la ayuda de la familia y el apoyo de la religión, algo psicosocial, cuántas ganas de querer hacer daño o de vengarse pueden tener", le dijo Arismendy a CNN en Español.

Perdón, pero sin olvido, y verdad. Arismendy y los otros familiares de los diputados se reunieron con las FARC para decirles lo que llevaban años pensando, pero también para exigirles la verdad de lo que pasó el día del secuestro y el asesinato, y pedirles información de los últimos días de sus familiares.

Después de una sesión que duró casi cinco horas los guerrilleros hablaron.

“No vamos a evadir nuestra responsabilidad. Ellos estaban en nuestras manos. La muerte de los diputados fue lo más absurdo de lo que he vivido en la guerra. El episodio más vergonzoso. No nos enorgullecemos de ello. Hoy con humildad sincera hacemos un reconocimiento público y pedimos perdón. Ojalá ustedes nos perdonen”, expresó 'Pablo Catatumbo', según reportan los familiares de las víctimas.

“Desde lo más profundo de nuestro ser sentimos su dolor. Permítanos que nuestro afecto los abrace, pedirles perdón por esta situación. Este hecho nunca debió haber ocurrido”, dijo por su parte ‘Iván Márquez’.

Además, 'Catatumbo' reiteró que Sigifredo López “no está relacionado ni con el secuestro ni con el asesinato de los diputados y que es una injusticia con alguien que fue una víctima más”, reportaron los familiares.

Tras la reunión, guerrilleros y familiares llegaron a un acuerdo de cinco puntos entre los que se contempla un acto de perdón público y reivindicación de los diputados y en el que además se pida perdón expresamente a López y su familia; la verdad sobre el secuestro y asesinato; la construcción de un monumento en memoria de los fallecidos; y la entrega de los objetos principales que tenían los diputados durante su cautiverio.

“Mi papá era músico, él tenía una orquesta de salsa y nos decía en los mensajes de supervivencia que escribió aproximadamente 180 canciones. Yo creo que ya es imposible reparar la pérdida física de él. Espiritualmente yo siempre lo tengo vivo, pero obteniendo esas letras que escribió uno puede abstraer las últimas ideas que tenía, qué pensaba de nosotros, qué quería para nosotros”, dice Arismendy.

Durante un receso del encuentro ‘Iván Márquez’ se acercó a Arismendy y le habló directamente.

“Me dijo ‘Sebastián, yo entiendo cuando me dice que me quería matar, muchas personas quieren matarme, entiendo su dolor y le pido perdón de parte mía, aquí más personalmente, porque sabemos que le hicimos un daño que es imposible reparar’”, recuerda.

El joven universitario dice que se siente distinto después de la reunión, que lo llena una sensación de haber cerrado un ciclo, de reparar el dolor: “Yo creo que mi papá sería uno de los primeros que estaría de acuerdo con la paz. Porque era un defensor activo de la vida y un renegado de la violencia. Si hubiera vuelto después de 6 años de cautiverio, aunque le hubieran arrebatado ese tiempo de su vida y la infancia de sus hijos, creo que igual se habría puesto feliz, habría dicho que hay que perdonar. Eso es lo que él estaría haciendo en este momento”.

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