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Noticias de EE.UU.

La hora de la grandeza de Juan Manuel Santos y Alvaro Uribe

Por Luis Moreno Ocampo

Nota del editor:  Luis Moreno Ocampo fue el primer Fiscal de la Corte Penal Internacional (2003-2012). Actualmente ejerce su profesión de abogado en Nueva York y está asociado al Carr Center por los Derechos Humanos de la Universidad de Harvard. Las opiniones expresadas en este comentario corresponden exclusivamente a su autor.

(CNN Español) -- Hay nuevas exigencias para los acuerdos de paz en Colombia. La mitad de los colombianos que votaron quiere más justicia para desmovilizar a las FARC. No les parece suficiente el trabajo comunitario, la tarea de desminado y las restricciones a estar confinados en un lugar específico como penas alternativas. Reclaman cárcel y que los líderes guerrilleros no puedan ser elegidos para cargos políticos. Están marcando un estándar mundial que no se conocía.

Como fiscal de la Corte Penal Internacional, estuve involucrado en los conflictos más graves del siglo XXI y observé que sistemáticamente las negociaciones para terminarlos evitaban la justicia. Cuando desde la Corte se libró orden de arresto contra Joseph Kony, que había secuestrado miles de niños en el norte de Uganda y los había obligado a matar a sus padres, se afirmaba que la justicia iba a arruinar las negociaciones de paz.

Las propuestas de acuerdo para terminar con el genocidio de Darfur ignoraban la orden de arresto contra el presidente Omar al-Bashir y consagraban su impunidad. Estados Unidos, la Unión Europea y las Naciones Unidas consideran que el Estado Islámico comete un genocidio contra los Yazidis y otras comunidades en Iraq y en Siria y, sin embargo, no proponen que haya justicia.

La Corte Penal Internacional no puede decidir en forma independiente actuar allí pues ni Siria ni Iraq son estados miembros. Los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que tienen la autoridad para imponer la intervención de la Corte para que se haga justicia, no lo hacen.

Colombia solo compite contra Colombia. El único acuerdo de desmovilización que incluía castigos más severos que el acuerdo de Colombia con las FARC en el 2016 fue el proceso de los paramilitares en 2005, que envió a la cárcel a más de 2.000 líderes por ocho años.

Como una obra de Van Gogh, el acuerdo con las FARC tiene muchas pinceladas diferentes y, sin embargo, la mitad de los colombianos quiere sumar otras. Es importante que lo puedan hacer.

En los próximos días Colombia, puede cerrar un acuerdo entre sus dos mitades. El expresidente Álvaro Uribe y otros líderes que se opusieron deben estar en la mesa de negociaciones. Las diferencias no son tan grandes y estoy seguro de que el acuerdo se puede ajustar a las demandas de quienes votaron por el 'No'.

Si eso ocurre, si la pintura también refleja a los partidarios del 'No', Colombia habrá encontrado la paz, no solo con las FARC, sino entre todos los colombianos. Colombia establecerá un récord mundial en materia de acuerdos de paz, será una pieza maestra.

Es hora de que el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Alvaro Uribe muestren su grandeza. Los vamos a aplaudir en todo el mundo.