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Noticias de EE.UU.

En su primera prueba, Trump comete un gran error

Por S.E. Cupp

Nota del editor: S.E. Cupp es la autora de "Perdiendo nuestra religión: El Ataque de los Medios Liberales contra la Cristiandad", y es coautora de "Por qué estás equivocado sobre lo correcto". También es columnista en el New York Daily News. Las opiniones expresadas en este comentario son de su propia responsabilidad.

(CNN) -- Fue la primera prueba seria del liderazgo de Donald Trump, y enviaría un importante y claro mensaje a un país que está tanto excitado como horrorizado por esta presidencia.

Y aún, en el más puro estilo del magnate, su nombramiento tanto de Reince Priebus como de Steve Bannon para "balancear" los puestos de liderazgo en su gabinete ha logrado muy poco, ha causado mucha confusión y consternación continuada consternación acerca de cuál Trump será el que lleve las riendas en la Casa Blanca.

Su dilema era claro. La posición de secretario general de la Casa Blanca era ya sujeto de escrutinio hasta más no poder, y él mismo la redujo a apenas dos voces. Al escoger a Priebus, el firme presidente del Comité Nacional Republicano con folclórico acento de Wisconsin, se aseguraría a los republicanos moderados e incluso a algunos que él mismo estaba moviendo hacia un modelo más convencional de gobierno, lejos de los elementos más divisorios que tomó prestado de la base ultraderechista de Bannon.

Pero al echar mano de Bannon, presidente de Breitbart News, le juró fidelidad a sus más ruidosos seguidores, premió su lealtad y mostró su compromiso contra la rabia anti-establishment que lo llevó a la elección.

Ambos nombramientos, como es usual, estuvieron plenos de tensión. Priebus es la encarnación del establishment, lo que es tranquilizador para los anti-Trump, pero de vez en cuando cae en las críticas de los más fieles adeptos del magnate. El mismo Trump calificó una vez al Comité Nacional Republicano de Priebus como "una desgracia" y aseguró: "Reince Priebus debería estar avergonzado de sí mismo" por haber llevado a cabo lo que él alegaba era una una primaria amañada.

Además, para muchos conservadores que nunca seguirían a Trump, Priebus es culpable de introducir al multimillonario en el proceso de primarias, perdonando sus muy polémicas transgresiones, y obligándolo a firmar un compromiso de lealtad a un partido por el que ha mostrado poco afecto.

Incluso, ya durante las elecciones generales, Priebus amenazó a grandes figuras republicanas como John Kasich y Jeb Bush con que lo pensaran más de dos veces antes de volver a aspirar a la presidencia si no apoyaban a Trump, una jugada no tan propia del diplomático fanático de los Empacadores de Green Bay y sí más de su nominado.

Pero la de Steve Bannon fue una elección mucho más polémica. Su sitio web está lleno de contenido intolerante, antisemita, homofóbico, misógino y simplemente espeluznante que obtuvo un gran impulso gracias a la colaboración de Bannon con Trump. Lo que alguna vez fue sólo una oscura esquina de la ultraderecha salió de las sombras y se instaló en la escena principal mediática, llevando a momentos inquietantes durante la campaña, como aquella vez en que un seguidor de Trump en Phoenix gritó "Jew-S-A" (Estados Unidos Judíos) a un periodista.

El ascenso de Breitbart News ha horrorizado a la izquierda y la derecha no seguidora de Trump. Si pensamos que el tipo de prejuicio abierto y descarado que marcó a generaciones anteriores fue aniquilado por la modernidad, la ultraderecha está aquí para probar otra cosa. La noche anterior a la elección, Ann Coulter lamentó en Twitter: "Si sólo gente con cuatro abuelos nacidos en Estados Unidos fueran a votar, Trump ganaría por barrida en los 50 estados".

El nacionalismo blanco no estaba muerto. Sólo se estaba escondiendo.

Aún así, si hemos aprendido algo acerca de Donald Trump en las últimas tres décadas es que más es siempre mejor.

Así que, en vez de escoger a uno de esos dos 'arquitectos presidenciales' para que se convirtieran en una suerte de 'consejero mayor', el domingo escogió a los dos, nombrando a Priebus como secretario general de la Casa Blanca y a Bannon como director estratégico.

Una división salomónica para complacer a todos suele no complacer a nadie. Y esta jugada política tiene a muchos retorciéndose las manos de frustración. El país quiere claridad y esta decisión no lo saca de las tinieblas. Trump, en un pronunciamiento, ha insistido en que ambos, Priebus y Bannon, tienen roles iguales, pero seguramente Trump se apoyará en uno más fuertemente. ¿Quién será?

Esta fue una oportunidad perdida por mucho. El nuevo Partido Republicano, bajo un Trump presidente, tiene a tres muchachos blancos en posiciones de alto liderazgo, y uno de ellos dirige una compañía de medios pro blanca. Esto seguramente luce como los Estados Unidos de mitades de los cincuenta que como unos de la era moderna.

La idea de que Trump tenía sólo esas dos opciones es también muy miope. Si él fuera realmente un valiente visionario, hubiera elegido a Kellyanne Conway, su incansable gerente de campaña quien brillantemente lo guió durante los desgarradores meses de su agitada apuesta, intentando, con cierto éxito, mantenerlo enfocado en el discurso y alejándolo de discusiones inútiles.

En vez de rascarse la cabeza y hacer más análisis, el nombramiento de Conway hubiera sido recibido con positivismo por ambos lados de los republicanos y le hubiera dicho al país que él estaba comprometido con su causa pero también seriamente con unir a la nación.

Darle poder tanto a Bannon como a Priebus muestra su seriedad en cuanto a la unión del Partido Republicano, lo que no hubiera ocurrido si sólo el hombre de Breitbart News apareciera en este cuadro.

No voté por Trump, pero quiero que tenga éxito, y ese éxito tiene que comenzar con una clara visión que una al país. Ojalá, en los próximos y cruciales nombramientos, se preocupe menos de premiar a sus cómplices y más de qué es mejor para la nación.