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El nuevo desorden mundial de Trump

Por análisis de Stephen Collinson

(CNN) -- Donald Trump está poniendo el mundo de cabeza.

Algunos enemigos de Estados Unidos se están convirtiendo en sus amigos, y algunos de los que tradicionalmente han sido aliados se están preguntando si podrán seguir contando con Washington en el futuro.

Los grupos geopolíticos y alianzas como la Unión Europea y la OTAN que han respaldado el liderazgo global estadounidense por generaciones se están devanando los sesos tras los despectivos comentarios de Donald Trump.

En medio del tumulto, los líderes mundiales están rápidamente reacomodándose para intentar manejar este nuevo desorden mundial que el nuevo presidente estadounidense parece pregonar.

China, por ejemplo, a pesar de que su sistema político comunista, se está moviendo hacia el vacío que dejó la hostilidad de Trump para con los acuerdos de libre comercio con el fin de posicionarse como el campeón del comercio abierto y sin restricciones.

El presidente ruso, Vladimir Putin, está emergiendo como el más recalcitrante defensor de Trump, a pesar de las acusaciones contra Rusia por haber supuestamente organizado una operación para hackear las elecciones estadounidenses.

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En el mundo árabe, los aliados estadounidenses se están reuniendo para evitar la tormenta de fuego que temen si Trump cumple su promesa de campaña de trasladar la embajada estadounidense en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.

Y en el Hemisferio Occidental, otro tradicional amigo estadounidense, México, insiste en que no pagará por el muro que Trump ha prometido construir en la frontera sur. Incluso Canadá se prepara para establecer vínculos tensos con su vecino desde que Trump prometió renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Todo esto significa que el cuadragésimo quinto presidente asume el poder con aliados y adversarios extranjeros, igualmente desconcertados (y, en algunos casos, alarmados) de que las certezas que han sustentado la política exterior estadounidense durante generaciones ya no parecen aplicarse.

Estados Unidos, siempre visto como un actor promotor de la estabilidad, de la continuidad y garante del orden mundial liberal, podría ahora, bajo el mandato de Trump, convertirse en una de las fuerzas globales más perturbadoras, al menos si él sigue con sus amenazas.
Su hiperactiva transición, que ha sacudido al resto del mundo, no ha hecho más que confirmar que enfrentará una serie de asuntos candentes en cuanto a política exterior tan pronto como asuma el cargo.

China

Los presidentes estadounidenses han basado durante décadas su política hacia China en la necesidad de evitar un choque entre la última superpotencia real del mundo y el poder dominante en Asia. Trump, sin embargo, parece estar haciendo exactamente lo contrario.

Ha pasado su transición molestando a Beijing sobre el estatus de Taiwán, advirtiéndole sobre sus emprendimientos territoriales en el Mar de China Meridional y asegurando que va a presionar al gigante asiático con el fin de sacarle mejores acuerdos comerciales.

Muchos expertos en el política exterior están de acuerdo en que Washington necesita adoptar una postura robusta con China y acusan al gobierno de Barack Obama de no hacer lo suficiente para proteger los intereses estadounidenses en la región.

Pero pocos respaldarían la estrategia elegida por Trump de darle pelotazos a Beijing vía Twitter.
El presidente de China, Xi Jinping, pronunció un discurso en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza), en unos términos inusualmente francos para un líder chino, en lo que parecía ser un repudio abierto a gran parte de la posible política de Trump hacia su país.

Negó que Beijing haya sido la culpable de la devaluación de su moneda, como lo dijo Trump, y advirtió que una guerra comercial no beneficiaría a nadie.

"No tiene sentido culpar a la globalización económica de los problemas del mundo", dijo Xi a la élite económica del mundo en la estación suiza de esquí.
Xi también aseguró que el mundo debe mantenerse en su compromiso con el libre comercio y dijo que el proteccionismo era similar a bloquearse "en una habitación oscura", aparentemente apuntando a las amenazas de Trump de imponer aranceles a los productos chinos debido a su creencia que Beijing ha estafado la economía estadounidense.

Xi también le dio una velada advertencia a Trump de no romper el pacto mundial para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero del año pasado, luego de las amenazas de Trump de hacerlo una vez que asumiera el cargo.

Xi sugirió que China tiene la intención de avanzar rápidamente para identificar oportunidades económicas de lo que claramente cree que es un retroceso del entrante gobierno de Trump en cuanto al liderazgo en el comercio mundial.

Rusia

Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos no han estado tan mal desde el fin de la Guerra Fría.

El gobierno de Obama y el Kremlin se han distanciado tras los aparentes intentos de Putin de socavar el poder estadounidense y el liberalismo occidental, la incursión en Ucrania y una presunta operación de espionaje ruso para ayudarle a Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses.

Ahora, Putin, quien espera que la promesa de Trump de mejorar las relaciones signifique que esté abierto a las prioridades moscovitas en cuanto a política exterior, le está devolviendo elogios a Trump por sus afectuosos comentarios hacia el líder ruso durante toda su campaña y la transición.

"No sé qué hará en la esfera internacional. Así que no tengo bases para criticarlo o defenderlo", dijo Putin el martes.

El líder ruso rechazó las acusaciones de que las agencias de inteligencia de Moscú habían acumulado información financiera y personal incriminatoria contra Trump para comprometer al nuevo presidente estadounidense.

"Estas cosas que se han dicho son información claramente falsa", dijo Putin.

Pero los solícitos comentarios que van y vienen entre Trump y Moscú están causando consternación entre los expertos en política exterior y provocan cierta alarma acerca de los motivos de Trump en Europa.

Algunos señalan que Moscú tiene mucho más que ganar a través de un posible acercamiento, incluyendo sus esperanzas de levantar las sanciones estadounidenses, el reconocimiento de facto de su anexión de Crimea y una visión más escéptica de la OTAN por parte de Estados Unidos.

Comentarios de Trump en una entrevista con el Times de Londres y el periódico alemán Bild durante el fin de semana en los que se cuestiona la utilidad de la alianza occidental, se pronostica más salidas de la Unión Europea y esboza la idea de una nueva coalición de voluntades para combatir el terrorismo y negociar el tema de las armas nucleares, causaron alarma en toda Europa.

"Lo que el señor Trump articuló en esta serie de entrevistas son exactamente los objetivos y aspiraciones del Kremlin: erosionar la credibilidad de la OTAN, erosionar la Unión Europea y conquistar y dividir, concretar una gran relación de poder en el control de armas, donde un regreso al futuro y la bipolaridad de poderes lo resolverá todo", aseguró Heather Conley, directora del programa de Asuntos Europeos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. "Esos son los intereses rusos", añadió.

Alemania

Se necesita mucho para conmover a la canciller alemana, Angela Merkel. Y, al menos públicamente, no se mostró sorprendida cuando Trump insinuó a los periodistas europeos que confiaba en Putin tanto como el presidente ruso lo hacía en él, por lo menos por ahora.

Pero la idea de que un presidente estadounidense pueda ser más cálido con un líder ruso acusado de interferir en las elecciones de Estados Unidos que con un (o una) canciller de Alemania sorprendió a muchos observadores.

"La canciller Merkel es la líder de Alemania, un país que ha sido un aliado estadounidense muy cercano durante décadas", le dijo a CNN esta martes el exembajador estadounidense en Ucrania, Stephen Pifer.

"Ponerlos en el mismo plano es una declaración bastante notable que ha causado mucha preocupación no sólo en Washington, sino también entre los aliados estadounidenses en Europa, acerca de lo que la presidencia de Trump va a significar para la forma en que nuestro país se involucre con Europa y trate con Rusia".

La OTAN y la Unión Europea

Las declaraciones de Trump en la entrevista del fin de semana desencadenaron la incredulidad en Europa.
La OTAN y la Unión Europea son considerados centros de un gran y exitoso un esfuerzo político para purgar Europa de la sangría que manchó su historia por cientos de años.
Sin embargo, Trump parece tener poca estima por ambas instituciones, que ya están enfrentando la presión de las fuerzas económicas populistas que explotó en las pasadas elecciones, así como el comportamiento más beligerante de Moscú desde el final de la Guerra Fría.

A Trump se le preguntó si para Estados Unidos era más importante una Unión Europea fuerte o unos sólidos estados nacionales.

"Personalmente, no creo que esto le importe mucho a Estados Unidos. Nunca pensé que fuera importante", aseguró. "Mira, la Unión Europea se formó, en parte, para vencer a Estados Unidos en lo que respecta al comercio, ¿de acuerdo? Así que, realmente no me importa si están separados o están juntos".

Los comentarios de Trump representaron una ventana de escape a décadas de política exterior estadounidense. A pesar de las tensiones y las diferencias con el bloque, la preferencia de Washington siempre ha sido por una Unión Europea fuerte y unida porque representa un socio ideal en el sistema liberal, abierto, comercial y político del mundo.
La actitud de Trump hacia la OTAN causó una inquietud similar entre los 'atlantistas'.

La alianza occidental de 28 naciones comenzó a establecerse a finales de los años cuarenta para protegerse contra una creciente amenaza soviética. Muchos de sus miembros, especialmente en los países del antiguo Pacto de Varsovia, ahora sienten una amenaza similar por las maniobras territoriales de Moscú.

Trump, sin embargo, considera que la OTAN es "obsoleta", en gran parte porque cree que no está haciendo lo suficiente para lidiar con el terrorismo, a pesar de que la única vez que se invocó el Artículo 5 o disposición de defensa mutua de la OTAN fue después de un ataque terrorista como el del 11 de septiembre del 2001.

Desde entonces, miles de soldados de la OTAN han estado en labores en Afganistán, luchando para impedir que el país devastado por la guerra vuelva a convertirse en un refugio para grupos extremistas como Al Qaeda.

"Fuimos atacados el 11 de septiembre y ninguno de estos países envió a sus hombres y mujeres jóvenes a combatir en Afganistán y más de mil fueron asesinados allí", dijo este martes el senador republicano por Arizona John McCain en "New Day" de CNN. "No porque ellos fueran atacados, sino porque fuimos atacados".

El exsenador y negociador de paz en Oriente Medio, George Mitchell, argumentó que Trump se arriesgó a socavar uno de los más grandes logros de Estados Unidos: la construcción de un nuevo orden transatlántico desde las cenizas de dos guerras mundiales en las que murieron 68 millones de personas.

"Creo que los historiadores juzgarán que esas fueron una de las mejores horas de Estados Unidos", dijo Mitchell este martes en CNN.