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Donald Trump

Donald Trump

Donald Trump es la María Antonieta de Estados Unidos

Por Dean Obeidallah

Nota del editor: Dean Obeidallah, exabogado, es el presentador de "El Show de Dean Obeidallah" en SiriusXM Radio, y columnista en The Daily Beast. Sígalo en @TheDeansreport. Las opiniones expresadas en este artículo son de su propia responsabilidad.

(CNN) -- El jueves pasado, Donald Trump publicó su presupuesto para el 2017, en el que se propone recortar los programas que ayudan a algunos de los ciudadanos más vulnerables de nuestra nación, incluyendo a los pobres y los ancianos. Y luego Trump, en su momento de "que coman pastel" (una frase atribuida a María Antonieta), viajó 24 horas después para pasar otro fin de semana en su privado y lujoso club de campo Mar-a-Lago, un lugar descrito como semejante al Palacio de Versalles.

La opulenta Mar-a-Lago de Trump es una propiedad en la que María Antonieta se sentiría como en casa. Posee tapices flamencos del siglo XVI, espléndidas alfombras orientales y un salón estilo Luis XIV agregado por Trump que incluye hojas de oro incrustadas en las paredes por un valor de siete millones de dólares.

Ahora bien, si Trump estuviera simplemente pagando sus fines de semana en Mar-a-Lago con su propio dinero sería una cosa. Pero no lo es. Tú, yo y todos los demás contribuyentes somos los que pagamos por los cinco viajes que Trump ha hecho hasta allí desde que fue juramentado como el cuadragésimo quinto presidente.

En otras palabras, en lugar de gastar dinero en los más necesitados, Trump está desperdiciando dólares de los contribuyentes en un estilo de vida lujoso que está tratando de mantener. ¿Cuál es el costo? Politico ha calculado que pagamos tres millones por cada fin de semana que Trump viaja a su palaciego club de campo. Eso significa que las cinco escapadas de Trump le han costado a los contribuyentes cerca de 15 millones por gastos asociados con el Servicio Secreto, el Air Force One, etc. Y eso ni siquiera incluye el casi un millón de dólares de impuestos locales gastados por la oficina del Sheriff del Condado de Palm Beach para proteger a Trump cuando se queda en Mar-a-Lago.

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Trump contesta preguntas de reporteros en la entrada de la mansión de Mar-a-lago el 21 de diciembre del 2016. (Crédito: JIM WATSON/AFP/Getty Images)

Pero eso no es el final de los costos que soportamos por las elecciones personales de la familia Trump. A finales de enero, Eric, uno de los hijos del presidente, viajó a Uruguay para una reunión de negocios de la Organización Trump. El costo de la seguridad privada fue de cerca de 100.000 dólares, y, por supuesto, su reunión no tuvo nada que ver con asuntos relativos al gobierno estadounidense.

Luego están los costos adicionales que pagamos por Melania y Barron Trump para que ellos vivan en Nueva York. Aunque la esposa y el hijo de Trump ciertamente tienen la opción de donde quieren vivir, tú y yo, no el "multimillonario" presidente Trump, somos los que pagamos por esta elección personal. Aunque las estimaciones varían, parece que a los contribuyentes de Nueva York se les están cobrando aproximadamente cerca de 146.000 dólares por día en costos de seguridad. ¡Eso suma más de 4 millones de dólares al mes!

Imagínate por un momento cómo Trump hubiera respondido si la familia Obama le estuviera costando a los contribuyentes estadounidenses 4 millones de dólares adicionales por mes porque Michelle y una hija quisieran permanecer en Chicago. O cómo habría reaccionado Trump  si Obama hubiera viajado a un resort privado de lujo cinco veces en los primeros dos meses de su presidencia, costándole millones de dólares a los contribuyentes. Tenga en cuenta que Trump criticó a Obama cuando fue a jugar al golf de manera esporádica.

De hecho, durante los ocho años en que Barack Obama fue presidente, el costo para los contribuyentes por sus ocho vacaciones familiares anuales a Hawaii fue de un gran total de aproximadamente 85 millones de dólares. En contraste, Trump ha gastado cerca de 15 millones para ir Mar-a-Lago en apenas sus primeros dos meses.

Incluso dejando a un lado la hipocresía de Trump, el aspecto más despreciable de esto es que el presidente está gastando nuestros impuestos en sí mismo, mientras que al mismo tiempo aboga por políticas que reducen el presupuesto y le hacen daño a tantos estadounidenses vulnerables. Por ejemplo, Trump ha insistido insidiosamente en recortarle fondos al programa Meals on Wheels (Alimentos sobre Ruedas), que es de vital importancia para casi 2,4 millones de personas de edad avanzada y estadounidenses discapacitados. 500.000 de las personas que reciben beneficios de Meals on Wheels son veteranos, el grupo del que Trump sigue diciéndonos que tanto le importa.

Trump está pasando "que coman pastel" a "que se mueran de hambre".

Mar-a-Lago es una mansión que Donald Trump ha convertido en un club privado, solo para miembros, en Palm Beach, Florida. (Crédito: CNNMoney).

El plan de salud de Trump y los republicanos también perjudicaría a los estadounidenses más vulnerables, concretamente los discapacitados y los niños. La Ley Estadounidense de Atención Médica castigaría incluso a los partidarios de Trump, porque afectaría negativamente a los ancianos y pobladores de áreas rurales, dos segmentos que favorecieron a Trump en las elecciones.

Es cada vez más claro que Trump, como María Antonieta, es una persona preocupada más por vivir un estilo de vida lujoso y no tanto por ayudar a los más necesitados. La pregunta es: ¿la base que ayudó a elegir a Donald Trump lo seguirá apoyando una vez que sienta el dolor de sus políticas? ¿O, como lo hicieron los franceses con María Antonieta, que continuó viviendo un estilo de vida extravagante mientras ellos sufrían, lo van a rechazar? La supervivencia política de Trump radica en las respuestas a esta interrogante.