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Donald Trump

Donald Trump

Trump, un hombre trágicamente incapaz de ser presidente

Por John McWhorter

Nota del editor: John McWhorter enseña lingüística, estudios estadounidenses, filosofía e historia de la música en la Universidad de Columbia y es autor de Words on the Move. Las opiniones expresadas en esta columna son de su propia responsabilidad.

(CNN) -- El hecho de que el presidente Donald Trump revelara que no sabe por qué se libró la Guerra Civil, o al menos que diga que podría haber sido evitada por el tipo de acuerdos en el que supuestamente él es muy bueno, fue algo muy revelador.

La ignorancia es, como de costumbre, impresionante en alguien que esté en el centro de la atención pública. "La gente no se hace esa pregunta, pero ¿por qué ocurrió la Guerra Civil?", pregunta Trump de forma retórica, que es como decir que nadie se ha molestado en estudiar anatomía o física.

Sin embargo, este tipo de cosas de este hombre ya no deberían sorprendernos. No lee y carece de curiosidad, pero eso no es raro entre los seres humanos. Un maestro universitario amigo mío señaló el otro día que nadie en su clase podría nombrar quién fue presidente en la década de 1980, ni, al ser dicho quién era, podían nombrar a su partido político. Gente como esta no desarrolla misteriosamente un interés en la educación cívica al salir de la universidad. Y a veces se convierten en presidentes.

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Luego está la pregunta de Trump: "¿Por qué no se resolvió?" Por supuesto, esto implica que el norte debería haber llegado a cada vez más acuerdos con el sur para que éste siguiera esclavizando a los negros. Pero Trump, o bien no tiene los suficientes fundamentos para saber sobre la Guerra Civil (véase más arriba la razón), o segundo, no cree que la cuestión de la esclavitud debería haber sido una prioridad. Esto nos pone sobre la mesa dos opciones más. Una de ellas es que Trump se ha inmerso en la literatura que sugiere que la esclavitud se habría evaporado en Estados Unidos por su propia cuenta debido a razones económicas. Una vez más, sin embargo, mira arriba el por qué Trump no comprende el concepto de "raza".

Su opinión sobre la Guerra Civil es una reminiscencia de la alegre conjetura que Trent Lott hizo durante un evento de homenaje al exgobernador de Carolina del Sur Strom Thurmond, en donde dijo que era una pena que el 'viejo' Strom nunca llegara a ser presidente. Lott, inconsciente de que la nación oiría lo que dijo, se reveló a sí mismo como alguien que simplemente no piensa en pequeñas cosas como el movimiento por los derechos civiles como algo prioritario. Trump es similar. Eso lo sabíamos y no va a cambiar.

La perspectiva neonatal de Trump sobre la guerra civil revela más que su falta de inteligencia o de interés por "los afroamericanos". Más bien, su ignorancia sobre algo tan fundamental para la historia de nuestra nación como la Guerra Civil marca una profunda desconexión de cualquier cosa con yo mundano. Es esto lo que lo revela como trágicamente impropio para su cargo.

Podría reivindicar un interés por la historia, pero sólo al nivel de la adulación a las coloridas hazañas de un excombatiente macho alfa como el expresidente Andrew Jackson. Esto es en última instancia una continuación del cariño de un niño pequeño por las historias de Davy Crockett (que Trump pudo haber tenido). Pero Trump olvida, por ejemplo, que Jackson probablemente lo hubiera despreciado por sus orígenes, su riqueza y su conducta personal.

Andrew Jackson (1829-1837) — Fue el séptimo presidente de Estados Unidos. Durante su mandato “buscó actuar como el representante directo de las personas comunes”, dice su biografía oficial de la Casa Blanca. En su primer mensaje anual al Congreso, Jackson recomendó la eliminación del Colegio Electoral. (Crédito: Kean Collection/Getty Images)

Mientras tanto, la falta de interés de Trump incluso en las corrientes básicas de lo que ocurrió en el pasado muestra una desconexión con la información más allá de lo casual e inmediato. Este es un presidente que se niega a comprometerse en la elaboración de grandes documentos políticos, prefiere la televisión al escribir y el Twitter al pensar.

Como vemos en su enojo ante el interrogatorio sostenido de un entrevistador de CBS sobre cosas como sus acusaciones de haber sido intervenido telefónicamente, Trump no está familiarizado con el argumento secuencial ampliado, es decir, la concentración. Las personas que no pueden concentrarse no deben dirigir naciones.

 

Idealmente, un líder no debería ser un sabiondo absoluto: el gobernar no da tiempo para nutrir extravagantes necesidades. Sin embargo, un líder eficaz debe tener cierta capacidad de concentración sobre algo. Incluso George H. W. Bush, el fundador del clan Bush, quien carecía de "visión", se concentraba en el liderazgo y la gobernabilidad. La concentración de su hijo estaba enfocada en servir a su Dios. La de Bill Clinton estaba en el servicio público, como una especie de vocación 'Kennedyana'. La de Obama estaba en sanar los errores del pasado y en comprometerse en el nombre del progreso.

Todos estos temas requieren de concentración y planificación. Trump, sin embargo, se ha concentrado en nada más que en enriquecerse. Mira con impaciencia y parlotea sobre la procesión de los acontecimientos y las frases que pasan por sus pantallas de televisión, pero en realidad no le interesa nada. No tiene ninguna preocupación, aparte de un sentimiento de Estados Unidos como un macrocosmos de sí mismo, que por lo tanto debe ser defendido a toda costa. Pero sabe muy poco sobre, bueno, cualquier cosa para entender que Estados Unidos es infinitamente más complejo que él.

Esto no debería haber ocurrido. Uno escucha que señalar cosas como estas es presumido, lo que sugiere que el análisis está errado de alguna manera. Uno se pregunta, sin embargo, con todas las evidencias si Trump es capaz de concentrarse. Supongo que debemos recordar que, en lo que atañe a la cuestión racial en el siglo XIX, al menos Trump ha reconocido las grandes cosas por las que luchó el magnífico Frederick Douglass.