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Esto fue lo primero que hizo Anthony, el niño torturado en México, cuando lo encontraron

Por Krupskaia Alís

(CNN Español) -- Lo primero que hizo “Anthony” cuando fue rescatado fue sollozar, como cuando se llora para adentro, dijeron quienes estuvieron ahí. Después señaló con su mano extendida, para responder cuántos años tenía: cinco.

Su liberación vino de la mano de una denuncia anónima, realizada por una mujer, que le entregó una carta al titular de la Delegación Gustavo A. Madero, Víctor Hugo Lobo, diciéndole “léala con mucho cuidado, se lo voy a agradecer”.

En la misiva se señalaba, entre otras, que notaba cosas raras en una casa de esa demarcación y que escuchaba con frecuencia el llanto de un niño. Al ordenar una indagatoria y corroborar con otros testigos la denuncia se decidió proceder.

La noche del 27 de junio, ingresaron al domicilio señalado.

Ahí, en un sótano, oscuro encontraron a Anthony. Estaba encadenado. Presentaba un estado de desnutrición avanzada —menos de 11 kilos con respecto a un niño de su edad— y laceraciones en varias partes de su cuerpo, así como señales de haber recibido múltiples golpes en la cabeza, en piernas y brazos.

En el lugar detuvieron a una mujer y a un hombre de 32 y 33 años de edad respectivamente, quienes quedaron a disposición del Ministerio Público, donde se les siguen un proceso por el delito de privación ilegal de la libertad con fines de causar daño.

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La Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México ha señalado que el menor podría ser originario de Estados Unidos, ya que encontraron documentación que así lo avalaría, por lo que han pedido la asistencia de la representación diplomática de ese país.

Al respecto, fuentes de la Embajada de Estados Unidos en México señalaron a CNN en Español que “han visto los informes sobre un menor de edad estadounidense hospitalizado en la Ciudad de México”. Afirmaron que “la seguridad y bienestar de los ciudadanos de los Estados Unidos en el extranjero es una de la más altas prioridades para el Departamento de Estado”, por ello aseguraron que “cuando un ciudadano estadounidense es herido u hospitalizado, tratamos de visitarlo y asistir en identificar el cuidado médico apropiado. Estamos prestos para proporcionar asistencia consular a los ciudadanos estadounidenses que la necesiten.”

Indicaron además que, debido a consideraciones relativas al derecho a la privacidad, no podrían proporcionar más información.

Es un caso que continúa en investigación y al cual aún le faltan muchas piezas.

Las autoridades buscan en primer término establecer la identidad de los padres del menor y dónde se encuentran, así como el vínculo, si lo hay, de los detenidos con el menor y como llegó a su custodia.

Para algunas organizaciones civiles, el cautiverio de Anthony tendría que encender todas las alertas.

Juan Martín Pérez, Director de la Red por los Derechos de la Infancia en México, sostuvo a CNN en Español que lamentablemente “casos como éste, así como de otros niños y adolescentes son muy frecuentes, particularmente en aquellos que presentan una discapacidad física o mental, lo que los coloca en indefensión total. Hay muchas familias, en muchos barrios, particularmente de escasos recursos, que tienen a éstos menores, encerrados, como vergüenza familiar y es obligación de las autoridades que realizan tareas territoriales identificar y orientar a éstas familias para que se entienda que están cometiendo delitos”.

Porque los niños afirma, no son propiedad de una familia, son ciudadanos con derechos y para demostrarlo, advierte, hay que hacer justicia: “Hay que demostrar que nada de esto queda en la impunidad. Si existen autoridades que fueron omisas, en denuncias previas, tienen que ser sancionadas. Si los familiares que son responsables del cautiverio, de la tortura y de las condiciones tan graves en las que se encuentra éste pequeño y no son castigados, estaríamos dando el mensaje de que puedes hacer lo que quieras con un niño y no pasa nada”.

Anthony está siendo atendido en un centro hospitalario y todavía le queda un largo camino para curar no sólo las heridas físicas, sino aquellas que pudo guardar en su alma, todas esas noches, cuando sollozoba, así, como llorando para adentro.