CNNEarrow-downclosecomment-02commentglobeplaylistsearchsocial-facebooksocial-googleplussocial-instagramsocial-linkedinsocial-mailsocial-moresocial-twittersocial-whatsapp-01social-whatsapptimestamptype-audiotype-gallery
Haití

La ONU está rompiendo su promesa y traicionando a la gente de Haití

Por Stephen Lewis

Nota del editor: Stephen Lewis fue director ejecutivo adjunto de UNICEF y fue embajador de Canadá en las Naciones Unidas. Actualmente codirige 'AIDS-Free World', una organización global que trabaja para combatir las causas subyacentes al VIH y el sida. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

(CNN) -- Durante años, Naciones Unidas negó haber llevado a Haití la devastadora epidemia de cólera que mató a más de 11.000 personas y dejó más de 880.000 infectados. Ahora, después de admitir su error y prometer que lo enmendaría, la ONU ha traicionado a la gente de Haití. Otra vez.

Hace un par de semanas, el secretario general de la ONU António Guterres trató con frivolidad el tema cuando dijo que en ningún momento se había tenido la intención de usar ningún centavo de los 400 millones de dólares del paquete de ayuda prometido a Haití en las familias que fueron víctimas de la epidemia.

LEE: 10 hechos sobre el cólera, la enfermedad que sigue azotando al país más pobre de América

La epidemia de cólera dejó al menos 10.000 muertos en Haití.

En sus palabras del 20 de junio pasado, Guterres afirmó que el paquete, que consta de dos partes, “no estaba diseñado para individuos, sino para comunidades”.

publicidad

Eso, simplemente, no engrana con los hechos, claros e incontrovertibles. El plan de la ONU, lanzado en el 2016, prometió “proveer asistencia material y apoyo a aquellos haitianos más directamente afectados por el cólera. Esos esfuerzos deben incluir, como un foco central, a las víctimas de la enfermedad y a sus familias”.

Guterres está dejando de cumplir un compromiso que, por su trabajo, debe cumplir. Tal vez es sin intención, pero le está añadiendo leña al fuego y empeora las graves heridas del pueblo de Haití, que sigue muriendo de cólera a una tasa de una persona diariamente.

La primera traición de las Naciones Unidas ocurrió en el 2010, cuando los soldados de la misión de mantenimiento de la paz de Nepal se estacionaron en Haití pero antes de llegar a la isla no se les hizo la prueba de cólera, un brote que estaba en marcha en Nepal.

Esto, junto con la negligencia en la eliminación de los desechos fecales de los soldados, que terminaron en un río cuya agua era usada para preparar alimentos, lavar ropa y beber, causó el estallido de la epidemia.

De repente, en un país que llevaba más de un siglo sin cólera, proliferaba la enfermedad.

LEE y MIRA: Las mujeres haitianas que convierten jabones usados en una esperanza para Haití

El cólera es una enfermedad gastrointestinal aguda, causada por la ingestión de alimentos o bebidas contaminados con la bacteria fecal 'Vibrio cholerae'.

Durante seis largos años, la ONU negó tercamente haber tenido alguna responsabilidad. Se cerró en banda. Ignoró las quejas de las familias de las víctimas. Rechazó las pruebas científicas que mostraban que la cepa venía del sur de Asia.

Alegó tener inmunidad cuando el Instituto para la Justicia y la Democracia de Haití y el Bureau des Avocats Internationaux (Oficina de Abogados Internacionales) trataron de demandar a la ONU en una corte de Nueva York.

Fue solo hasta diciembre del 2016 cuando el entonces secretario general Ban Ki-moon semanas antes de que dejara su cargo finalmente reconoció el papel que la ONU jugó en la epidemia.

“Tenemos la responsabilidad moral de actuar”, dijo en una declaración. “Y tenemos una responsabilidad colectiva por entregar”.

LEE: Cascos Azules de la ONU saldrán de Haití el 15 de octubre

Lo que queda de agua potable en Haití es de alto valor. En 2010 una epidemia de cólera en ese país mató a más de 10.000 personas.

Ahora, la ONU está eludiendo esa responsabilidad y está rompiendo muchas de las promesas que le hizo al pueblo de Haití. Démosle una mirada más profunda a esto:

Meses antes de la declaración de Ban, él anunció el plan de 400 millones de dólares, que está dividido en dos partes, para ayudar a la isla por el brote de cólera. En la primera, el dinero es para que las autoridades haitianas trabajen en infraestructura de agua y sanitaria. En la segunda, se proveerá asistencia material a haitianos, con 200 millones de dólares repartidos entre comunidades y familiares de las víctimas.

Eso significa 10.000 dólares por familia, según las observaciones del Consejero Especial de la ONU David Nabarro, el 24 de octubre del 2016.

Pero Guterres está negando ahora esos compromisos con las personas, como si nunca hubieran estado en la segunda parte del paquete de ayuda. Esperamos mucho más del secretario general.

La ONU también prometió recaudar fondos a través de contribuciones voluntarias de Estados miembro o, si eso fallaba, sacarlos de las cuotas que paga cada país. Hasta ahora, la ONU solo ha recogido 2,7 millones de dólares y está fallando en pedirles más a los Estados miembro.

Sabemos lo que eso significa: no habrá cuotas.

Y ahora, la confusión entra en la ecuación. De repente, el plan es aprovechar y usar “la cantidad que no se gastó en la misión previa (de mantenimiento de la paz) en Haití” del 2004, dijo Guterres.

Sin duda, algunos Estados miembro que esperan un reembolso no estarán muy contentos con esa idea. Pero incluso si están de acuerdo, ¿de cuánto estaríamos hablando? Guterres usaría una simple suma de 40,5 millones de dólares para enmendar la devastación producida por el cólera, un miserable 10% de los 400 millones prometidos.

LEE: La ONU pide disculpas por no evitar propagación de epidemia de cólera en Haití

Esta no es una cuestión de semántica. Es cuestión de mantener las promesas que se le hicieron a personas infectadas e ignoradas por Naciones Unidas. Es cuestión de rendir cuentas, algo que Guterres destacó a lo largo de su campaña para ser secretario general.

En cierto modo, es la reputación de la ONU la que ha sido mancillada. Ahora, Guterres está poniendo su propia credibilidad en juego. Y para el diplomático más importante del mundo, nada es más importante que la credibilidad.