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Noticias de EE.UU.

Almagro: "Lamento no estar contento por la prisión domiciliaria de Leopoldo López"

Por Luis Almagro

Nota del editor: Luis Almagro es el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). En 2016, Almagro pidió invocar la Carta Democrática de la OEA contra Venezuela tras presentar un informe sobre la crisis en el país. Almagro fue ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, senador y embajador ante China.

Lamento no estar contento por la medida de la dictadura venezolana de mantener a Leopoldo López preso en su casa. Todavía estoy haciendo duelo por las 91 personas que murieron para que esto ocurriera, además de las otras víctimas de la violencia desencadenada por el Gobierno. Demasiado poca la recompensa para un dolor tan alto.

Cien días de protestas pacíficas por la democracia y la libertad, decenas de muertos, miles de heridos y un aumento exponencial en los prisioneros políticos en Venezuela lograron la excarcelación del líder opositor Leopoldo López, quien en realidad nunca debió estar preso, por exigir lo mismo que los millones de venezolanos reclaman hoy.

Treinta y un millones de venezolanos siguen, como él, rehenes de una dictadura.

Atrás de este paso en favor de descomprimir la enorme tensión que hay en el país hay una realidad que no se puede ocultar: el dolor y la lucha de la gente en Venezuela, un país de grandes recursos económicos, en el que la gente no cuenta con los mínimas garantías en términos de derechos alimentarios o de salud ni de derechos humanos básicos de expresión, ni de poder elegir su futuro como sucede en el resto de la comunidad de países que conforman la OEA.

Es por ello que la perseverancia en defender los valores de la democracia, los derechos humanos, la libertad, los derechos de la gente a una vida digna hace la diferencia. El pueblo y solamente el pueblo es dueño de las acciones por las cuales las dictaduras empiezan a colapsar.

En nuestra región, ningún régimen autoritario ha caído por su propio peso, por el contrario, hay dictaduras que igual se han sostenido después de muertas, como se sostiene hoy la dictadura venezolana. Como una regla generalizada ha sido siempre la ciudadanía, quien se ha ido ganando cada vez más espacios de libertad, quien ha obligado a los autócratas hacia su salida: el terreno de las elecciones libres y con garantías para todos, un espacio en que el pueblo siempre gana y los tiranos pierden.

La gran lección de estos 100 días es que el pueblo venezolano es un luchador fuerte y tenaz que se propone que el país vuelva a vivir en democracia, en libertad, en paz, sin corrupción y con oportunidades para todos.

Porque el actor decisivo es y será siempre el pueblo venezolano, como en otras ocasiones lo han sido otros pueblos de las Américas, que enfrentaron dictaduras y lograron sepultarlas junto a la ideología que representaban.

Hemos llamado a ponerle urgente fin a la represión sobre el pueblo de Venezuela. No puede haber más asesinatos. Está absolutamente claro que pese a la campaña de terror de guerra sucia contra el pueblo venezolano este no cesó ni cesará en su empeño por la libertad y la democracia, sin que importen cómo se llamen los liderazgos políticos ni de quiénes o cuánto es el apoyo que hay en foros multilaterales.

Solamente existe una solución para acabar con la violencia del régimen, la redemocratización del país, la mayor garantía de paz será siempre en nuestro continente el sistema democrático. Definitivamente el proceso que lleva a la convivencia necesita elecciones libres, la liberación de todos los presos políticos y el respeto a la Constitución y las leyes, especialmente devolver sus poderes legítimos a la Asamblea Nacional y detener la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente.

Sí, en Venezuela, esa es la salida. No lo es la opción de la guerra de represión y la violencia. NO es esa la salida que propicia la comunidad internacional tampoco. Es un camino de paz para lograr una paz definitiva y un camino democrático, que en esencia recomponga el tejido democrático hoy destruido por el régimen que ha destruido la institucionalidad y el Estado de Derecho. Esa es la base para comenzar a salir de esta crisis y del relato de que en el país no hay una salida, salvo someterse a la "paz".

Se trata, por el contrario, de devolverle a los ciudadanos lo que les pertenece, sus derechos conculcados, la posibilidad de decidir su futuro y hacerlo ya.

Todos sabemos que los políticos no somos nada sin la legitimación del pueblo, soltar la mano del pueblo para jugar a la política florentina es el peor de los errores que se pueden cometer. Volver a la democracia en Venezuela no tiene nombre de líder político, es un derecho que le debemos a su pueblo, nuestra misión es defender esos valores y principios, para que más pronto que tarde la democracia retorne a Venezuela.