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Europa

Las elecciones en Austria deberían aterrorizar a los europeos

Por Paul Hockenos

Nota del editor: Paul Hockenos es el autor de "Berlin Calling: Una historia de la anarquía, la música, el muro y el nacimiento de la Nueva Berlín". Este artículo se ha actualizado para reflejar los resultados electorales más precisos. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.

La victoria de los partidos populistas en las elecciones nacionales en Austria este domingo tendrá consecuencias más allá de las fronteras de esta nación de 8,5 millones de habitantes. Tras la histórica victoria lograda por la extrema derecha en Alemania el mes pasado, las fuerzas nacionalistas y antiinmigrantes en toda Europa se sienten fortalecidas por el voto, lo que podría llevar al poder al islamofóbico Partido de la Libertad de Austria en un gobierno de coalición en Viena. 

El conservador Partido Popular, liderado por el político de 31 años Sebastian Kurz, obtuvo el 31,5% de los votos, mientras que el Partido de la Libertad logró 26%. En una de las elecciones más escandalosas y racialmente influenciadas en la historia reciente de ese país, el Partido Socialista de Austria, actualmente en el poder, cayó a 26,9%.

Como mínimo, este resultado presagia un gobierno liderado por el ala conservadora por primera vez en décadas. (El Partido Socialista ha liderado una coalición con el Partido Popular desde el 2007). Kurz se hizo famoso por ser el ministro de Asuntos Exteriores de Austria que cerró rutas a través de los Balcanes para inmigrantes en busca de llegar a Austria; su partido impulsó leyes que prohibieron el uso de velo para cubrir el rostro en espacios públicos. A diferencia de Angela Merkel en Alemania, también conservadora, quien se negó a ceder frente al hostigamiento de la extrema derecha, Kurz prometió a los austriacos frenar aún más la inmigración, limita el pago de beneficios a los refugiados y evitar que los recién llegados reciban asistencia social hasta que hayan vivido en el país por cinco años.

En el caso de que el Partido Popular se alíe con el Partido de la Libertad, de extrema derecha, se produciría un cambio sísmico en la política austriaca, con grandes consecuencias para el resto de Europa. Ambos partidos compitieron para superarse mutuamente en temas relacionados con la migración, empujando el tenor de la campaña claramente a la derecha.

El Partido por la Libertad, fundado en la década de 1950 por exnazis, resalta regularmente la amenaza del Islam en Austria. La diferencia con el Partido Popular es que mientras que el partido de Kurz plantea multar a los inmigrantes que se niegan a asistir a clases de integración y de idioma, el Partido de la Libertad pretende eliminar las clases por completo. El Partido de la Libertad plantea negar completamente el acceso de los inmigrantes a la asistencia social.

Un gobierno de derecha no sería nuevo en Austria: desde el 2000 hasta el 2006 ambos partidos gobernaron en una coalición, duramente criticada por la Unión Europea y por Israel, alegando que el Partido de la Libertad era extremista.

Sin embargo hoy, casi dos décadas después, la extrema derecha europea en su conjunto está más fortalecida y establecida. El ascenso de populismos extremos ha sumido a la Unión Europea en una crisis existencial, magnificada por el Brexit. En Italia, Dinamarca y Grecia también la extrema derecha ha compartido, de manera oficial o tácita, el poder a nivel nacional. Hoy un creciente número de partidos en el Parlamento Europeo son nacionalistas de extrema derecha de diferentes rangos.

El giro de Austria a la derecha desafía la reacción aparentemente esperanzadora contra los avances de la extrema derecha en Europa. En las elecciones francesas y holandesas, los nacionalistas no alcanzaron las expectativas. En Austria propiamente el año pasado, el candidato liberal venció por escaso margen al líder del Partido de la Libertad para la presidencia del país.

Pero esas victorias aparecen ahora como sucesos puntuales.

El giro de Austria a la derecha es particularmente preocupante a la luz de las inclinaciones de sus vecinos de Europa Central y la oposición a una Unión Europea más liberal e integrada, concebida por Merkel y Emmanuel Macron en Francia.

Si surge un gobierno conservador de extrema derecha en Austria, lo que es una posibilidad pero no una certeza, la coalición traería vientos de cambio a las velas de naciones poscomunistas como Polonia, Hungría, Croacia y otros que se inquietan ante el freno de Bruselas a la soberanía estatal y específicamente ante el imperativo de recibir e integrar a los refugiados. Austria podría acercarse y tener mayor afinidad con la Hungría de Víctor Orban, que con la Alemania de Merkel. 

Austria fue un caso atípico en el 2000, cuando ignorando toda crítica llevó al Partido por la Libertad al poder. Kurz iría un paso más adelante si resucita la alianza hoy. La identidad de Europa y la supervivencia de la Unión Europea está en juego, algo que incluso el joven Kurz ciertamente debe comprender.