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Alimentos

¿Por qué los franceses enloquecieron por la Nutella?

Por Dan Jones

Nota del Editor: Dan Jones es un historiador y columnista de periódicos basado en Londres. Su nuevo libro, "The Plantagenets" (Viking), está publicado en Estados Unidos por Viking-Penguin y en Reino Unido por William Collins. Síguelo en Twitter.

(CNN) -- ¿Qué cosa en esta vida vale la pena luchar por ella? ¿La justicia? ¿La libertad? ¿El amor de un buen hombre o una buena mujer? ¿O un pequeño bote de una pasta café pegajosa que sabe como a chocolate pero también como a avellanas?

La respuesta, si uno estaba en un supermercado francés esta semana, fue la pasta de chocolate pegajosa y café. La cadena de supermercados Intermarché rebajó un 70% los botes de Nutella. Corrió la voz. La gente se volvió loca. El resultado: una competencia por la Nutella y conmoción en los pasillos.

Reportes y videos en línea circulando desde Francia indican que en la arrebatiña por aprovechar el bajo precio de locura de 1,40 euros por bote (alrededor de 1,75 dólares -- desde los 4,50 euros o 5,60 dólares), jóvenes mujeres sufrieron tirones de cabello y mujeres mayores recibieron golpes en la cabeza. Francia aún no se encuentra en una situación de masacre tipo Robespierre. Pero casi. ¡Toda esta violencia por un producto para el desayuno! ¿Cómo puede ser?

Lo primero que hay que decir es: oh Dios mío, ¿ya has probado la Nutella? Si no lo has hecho, entonces te sugiero que te cocines una crepa inmediatamente y le untes una gruesa capa de esta cosa y la enrolles y te la devores. Cientos de millones de toneladas métricas de este oro café se consumen alrededor del mundo cada año porque la gente disfruta absolutamente la sensación como de ángeles bailando en sus lenguas.

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Es chocolatosa, es cremosa, es almendrada, y como es almendrada eso significa que probablemente es sana, ¿no?

Bueno, casi. Seguro, un vistazo a la información nutricional muestra que es 56,3% azúcar y 10,6% grasa --casi lo mismo que una barra de chocolate Mars. Pero dado que lleva la palabra "nuez" en su nombre, y una foto de dos avellanas en su etiqueta, Nutella está ubicada implícitamente como un alimento que no solo sabe bien --te nutre activamente. Cierto o no, esa es más o menos el ideal platónico de un superalimento.

Sin embargo, además del atractivo del producto en sí, los Disturbios Nutella (como han sido bautizados, tal vez de forma algo hiperbólica) nos recuerdan otro aspecto del comportamiento humano que aparece demasiado seguido en esta etapa tardía de hiperconsumismo en el experimento capitalista.

Se trata del fenómeno de las personas que se comportan como todos unos asnos en los supermercados.

El supermercado es una zona liminal, algo así como el interior de tu auto o internet, donde ser más rudo de lo normal con otros seres humanos se siente completamente correcto. Es un lugar grande, es relativamente difícil que te encuentres a alguien que conoces, y la mayor parte de la gente que te encuentras, difícilmente la volverás a ver.

Aquí funciona una importante correlación: a mayor tamaño de una tienda, aumenta también el grado de anonimato otorgado a cada comprador.

Como muestran estudios enfocados en el comportamiento en línea, al mayor anonimato que se le proporcione a un ser humano, mayor es el potencial de una persona para enloquecer a quienes la rodean.

Esto de ninguna manera es exclusivo de los franceses. Tomen por ejemplo el Black Friday o Viernes Negro: una festividad secular inventada en la década de 1950 para inyectar al Día de Gracias una muy necesaria emoción de grotesco sinsentido adquisitivo. Si a nadie le apuntan con un arma durante una discusión por una libreta con descuento, se siente como si eso nunca hubiera ocurrido.

Así que lo que vimos en Francia simplemente representa la confluencia de dos temas del siglo 21: productos alimenticios superdeliciosos y el delirio inducido por las compras con descuentos. Combínalos y tendrás una tormenta perfecta, o como lo dirían los franceses -- una vez que dejen de pelearse por el último frasco de Nutella en el supermarchéune tempête parfait.