Nota del editor: Bill de Blasio es uno de los 10 aspirantes presidenciales que harán parte del debate demócrata el miércoles 31 de julio, a las 8 de la noche, hora de Miami, en CNN. Otros 10 debatirán el martes por la noche. De Blasio es el alcalde de Nueva York. Las opiniones expresadas en esta columna son propias del autor.
(CNN) – En mayo, celebré mi vigésimo quinto aniversario con el amor de mi vida, Chirlane.
Nos conocimos hace varias décadas cuando ambos trabajábamos para el exalcalde de Nueva York David Dinkins y fue amor a primera vista para mí, aunque reconozco que ella no sintió nada al principio. Por suerte, eso cambió eventualmente, y una vez que ambos nos enamoramos, teníamos que tomar una decisión realmente importante: dónde vivir.
En los años 90, la ciudad de Nueva York estaba mucho más dividida que ahora. Sabíamos que nuestra familia multirracial provocaría miradas e insultos en algunos lugares. Así que invertimos en nuestro propio oasis en Brooklyn, en donde pudiéramos sentirnos en casa y estar cómodos con la crianza de nuestros hijos.
Como la mayoría de los padres, queríamos que nuestros hijos se criaran en un ambiente de respeto y aceptación. También queríamos que se dieran cuenta de su potencial desde una temprana edad. La mejor forma para que ellos hicieran eso y que tuvieran las mismas oportunidades que los niños de familias más adineradas, quienes pueden pagar clases de educación temprana, fue inscribirlos en un programa preescolar público de calidad. En ese entonces, el ingreso a estos programas se decidía a través de una lotería, y tan solo unas pocas familias la obtenían, así que rezamos y rezamos, y tuvimos suerte. El acceso a un preescolar de calidad hizo una gran diferencia para nuestros hijos, y básicamente cambió la vida de nuestra familia.
Estábamos entusiasmados con ese resultado, pero sabíamos que se debía por completo a la suerte. También entendíamos que, con tanto en juego, ningún padre debería tener que preocuparse de que la educación de su hijo se decidiera de esa forma. No era correcto que los hijos de los neoyorkinos más adinerados tuvieran prácticamente garantizada su educación infantil temprana, mientras que todos los demás en la ciudad estaban completamente a merced de la lotería.
Si bien hemos progresado mucho en este país, el éxito de los jóvenes aún está basado con demasiada frecuencia en el código postal en donde uno se crió, o la riqueza de su familia, en vez de en su inteligencia, impulso o empatía.
Así que cuando asumí el cargo de alcalde, mi primera meta era proveer escuela preescolar gratuita a cada niño en la ciudad de Nueva York, y lo hice. Ahora estamos trabajando para asegurarnos de que cada niño de 3 años también tenga acceso a una educación temprana, una vez que nuestra iniciativa de jardín de infantes a tercer grado termine de ser lanzada.
Los resultados para nuestra ciudad han sido extraordinarios. Durante los últimos seis años, hemos visto un aumento de inscripciones de 19.000 a 70.000 niños en enero de 2019.
La ampliación del programa preescolar tampoco ha dañado su calidad; aproximadamente un 94% de los programas cumplieron o excedieron un nivel crítico que predice resultados positivos de desarrollo del estudiante en 2018, un aumento comparado con 2015 en que fue de 77%.
El programa ‘Escuela preescolar para todos’ también está pasando todas las pruebas entre los críticos más importantes: los padres de los niños inscritos. Una encuesta descubrió que el 92% de las familias calificaron al programa de sus hijos como “excelente” o “bueno”, y más del 80% consideraron que sus hijos están aprendiendo “mucho.” Esa no es la única razón por la que les gusta: las familias con hijos inscritos en un programa preescolar gratuito de día completo ahorraron un promedio de US$ 10.000 cada año en costos de cuidado infantil.
No solo implementamos la educación preescolar universal para mejorar los resultados educativos y devolverle dinero a las familias trabajadoras. Se trata de más que eso. Está abordando inequidades raciales de larga data y está creando una sociedad más equitativa y justa.
Kamala Harris propone US$ 74.500 millones para la educación superior y empresas de personas de color.
Seamos directos: estamos tratando con legados en educación que datan de las contradicciones históricas de nuestra nación, incluyendo nuestro pecado original: la esclavitud. Nuestra brecha de logros está arraigada no solo en la esclavitud de estadounidenses, sino en la discriminación generalizada contra las personas de color que ha continuado después por siglos.
Si las generaciones que siguen van a desmantelar el racismo estructural y superar esta brecha de logros, tenemos que empezar a hacer las cosas de manera distinta. Hemos comenzado a luchar contra esas inequidades en la ciudad de Nueva York, y llegó la hora de hacerlo a nivel nacional. Una de mis primeras prioridades como presidente será proveer educación preescolar universal a cada niño en Estados Unidos, así como también educación para niños desde los 3 años hasta el jardín de infantes, y jardines de infantes de día completo. También crearemos 500.000 nuevos empleos de enseñanza en los próximos 10 años. Cada niño en cada rincón de este país merece una educación temprana que la o lo encamine rumbo a un futuro más brillante.
Habrá gente que afirme que la idea es demasiado drástica para funcionar a nivel nacional. Recuerdo haber escuchado las mismas críticas cuando asumí como alcalde. Pero no hay mejor laboratorio de pruebas que la ciudad de Nueva York, que alberga a 8,6 millones de personas, la mayoría de los cuales no temen decir lo que piensan. Hicimos que funcionara allí, y la reacción ha sido inmensamente positiva.
Confío en que podamos hacerlo a nivel nacional, y estoy convencido de que debe hacerse. Estamos enfrascados en una lucha por el corazón y el alma de nuestro país, y las soluciones a pequeña escala no solucionarán nuestros problemas. La gente trabajadora ha sido tratada duramente por la agenda conservadora, que ha concentrado la riqueza en las manos de los estadounidenses más ricos y las grandes corporaciones e ignoraron a todos los demás.
Será necesario un cambio drástico para contraatacar y asegurarse de que la gente trabajadora sea lo más importante. Sé que podemos hacerlo, porque lo estamos haciendo en Nueva York ahora mismo mientras trabajamos para convertirla en la ciudad más justa en Estados Unidos. Pero no tendremos éxito si sometemos a una sola familia trabajadora más a la lotería que determina el futuro de sus hijos. Cada familia estadounidense merece una educación preescolar universal.
(Traducción de William Montes)