En el inicio de la reunión anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional en Washington, como no se veía hace años, la expectativa es lo que tendrán que decir los ministros de finanzas y banqueros centrales sobre la emergencia europea. No han parado los llamados a la acción, desde el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, hasta la propia directora del FMI, Christine Lagarde.
Bajo su nuevo cargo, Lagarde forma parte de la troika, el grupo conformado por la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. La prensa quiere saber si se puede esperar algo más que una declaración de voluntades, como la que hiciera en Polonia el viernes previo el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner.
La espera es en la misma sala donde nos sentamos a charlar sobre la crisis de Grecia hace poco más de un año, con Dominique Strauss-Kahn. El tema es el mismo, pero ahora es el epicentro de una crisis que amenaza con exacerbar la situación de la banca, que está expuesta a la crisis de deuda soberana.
Lagarde dice que los medios y los mercados son impacientes, y que no entienden que en el proceso parlamentario de 17 países que conforman la zona euro es por donde deben transcurrir las tomas de decisiones.
Lagarde sostiene que no descarta ser el coordinador de un esfuerzo global para contener el contagio que está exponiendo a Italia y agravando la situación en España.
Llegó al salón acompañada de por lo menos seis personas. Su asesor es español y ella lo busca cuando sabe que somos de un medio en español. No tiene tiempo para charlar, solo contestar preguntas.
Lagarde tiene 10 minutos para cada medio. Llega después de la primera sesión inaugural, con la prensa en la que insiste lo mismo:: hay que respetar los tiempos del proceso parlamentario que es muy bueno. Entonces, ¿cómo entender los llamados a tomar acción?