Por Fernando Ramos

A pesar de la comunicación telefónica con los supuestos secuestradores de su hija de 10 años, no hay tranquilidad en el hogar del alcalde de Fortul, Arauca, en el noreste de Colombia.

Jorge Enrique Muñoz, alcalde de esa localidad y padre de Nohora Valentina, recibió este domingo una llamada de quienes tendrían en su poder a la menor, raptada el pasado jueves cuando se dirigía al colegio en compañía de su madre Pilar Gutiérrez.

Durante la conversación, de la que no dio muchos detalles por razones de seguridad, los secuestradores le dijeron que la niña estaba bien de salud y que la estaban cuidando.

Muñoz le pidió a los delincuentes que le dejaran hablar con su hija pero no se lo permitieron, lo que aumentó la angustia que vive la familia.

El presidente Juan Manuel Santos condenó este acto que calificó de “demencial” y ordenó a las Fuerzas militares incrementar los operativos para rescatar a la niña.

Desde el Vaticano, el papa Benedicto XVI rezó por la pronta liberación de Nohora Valentina y pidió a los captores entregarla cuanto antes a sus padres.

Este caso ha convocado la solidaridad de los colombianos en torno a la familia de la niña y el rechazo a las acciones violentas de los grupos armados ilegales que operan en el país.

En la zona en donde ocurrió el secuestro hay presencia de guerrilleros de las FARC, el ELN y las llamadas bandas criminales o BACRIM.

Hasta el momento ningún grupo ha reivindicado el secuestro y las autoridades continúan sin pistas sobre los autores del rapto. El Gobierno ha ofrecido una recompensa equivalente a 50.000 dólares por información que conduzca a la captura de los responsables.

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