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¿Por qué seguimos viendo las entregas de premios?

Por CNN en Español

(CNN) — Para ser una entrega de premios distinta de los Oscar, los Globos de Oro 2012 atrajeron una buena cantidad de atención.

Alrededor de 16.8 millones de personas —poco menos de los 17 millones de espectadores del año pasado— sintonizaron la premiación que generó un sinnúmero de temas de tendencia en Twitter, actualizaciones de estado en Facebook, columnas en los periódicos y artículos en línea.

Sí, otra vez es esa época del año cuando las actrices muestran sus mejores atributos en vestidos de diseñador, se entregan pequeñas estatuas y el mundo puede criticar a quienes caminan por la alfombra roja. La temporada de premios inició oficialmente en la televisión la noche del pasado domingo con los Globos de Oro y los medios de comunicación quedaron notablemente decepcionados por la velada, mientras los espectadores parecían dividir sus opiniones sobre la más moderada actuación del anfitrión Ricky Gervais.

Pero, ¿por qué no simplemente cambiaron de canal?

Las entregas de premios son de los pocos sucesos glamurosos de Hollywood que están abiertos al público, dijo Mary McNamara, una crítica de televisión del diario Los Angeles Times.

Pero no se trata solo de ostentación, moda y celebridades.

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"Cuando incluso la televisión de realidad tiene un guión, hay algo refrescante acerca de ver algo que puede ser impredecible", dijo Daniel Manu, el director del sitio Television Without Pity. "No sabes lo que (los ganadores) dirán cuando suban allí. Es posible que veas un momento verdaderamente humano de personas que por lo general están... preparadas".

Nadie esperaba que la ganadora como mejor actriz principal en un drama, Meryl Streep maldijera al darse cuenta de que dejó las gafas en su asiento en los Globos, el domingo. Y nadie sabía cómo los presentadores Rob Lowe y Julianne Moore se recuperarían cuando el teleprompter no funcionó correctamente (bromeando acerca de hacer una lectura en frío delante de Steven Spielberg).

“Alguien va a cometer un error”, dijo McNamara. “El vestido de alguien será terrible. Es una maravillosa oportunidad para desahogarse sobre Hollywood y la cultura de la celebridad, a la vez que participamos en ella”.

Y las redes sociales solo han ampliado nuestra voluntad de participar.

"La gente ha estado celebrando fiestas del Oscar durante años", dijo Manu. "Sentados alrededor de la sala de alguien y haciendo bromas".

Es solo que nadie podía escucharlos, dijo. Ahora tenemos Twitter.

“Sin internet, los Globos de Oro no serían divertidos de ver”, dijo Manu. “Los fanáticos y los críticos pueden reaccionar de inmediato en Twitter y comentar de vuelta acerca de estos espectáculos. En cierto modo, las entregas de premios son más divertidas ahora, independientemente del anfitrión y de los candidatos. La tecnología nos permite responder de forma inmediata. Y quejarnos de inmediato”.

Estas redes sociales también presionan a los espectadores a ver los shows en vivo. Nadie quiere ser la persona que tuitea sobre el monólogo de Ricky Gervais a mitad de camino en los Globos de Oro, dijo Manu.

“Para las redes sociales, los Oscar y los Globos de Oro sin duda son piñatas gigantes”, dijo McNamara. “Nos alocamos y enviamos tuits malvados que son divertidísimos y locos”.

Pete Cashmore, fundador y presidente ejecutivo de Mashable, escribió en una columna para CNN, que en realidad, veía en vivo los recientes Globos debido a las redes sociales. “Yo no tenía la intención de ver los Globos, pero como Twitter y Facebook se encendían con comentarios, no podía evitar sentirme atraído”, escribió.

Incluso las personas que se acercan a las entregas de premios con un actitud de “yo nunca vería eso”, de alguna manera tienen conocimiento, dijo McNamara. Tal vez no lo vean en vivo, o vieron partes en YouTube después de los hechos. De cualquier manera, son conscientes de lo que pasó.

“La televisión es una verdadera democracia”, dijo. “Si quieres que (una entrega de premios) se termine, no la veas. Si los ratings caen no estará en la televisión... Nada es más fácil que deshacerse de un programa de televisión”.