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(CNN) — ¿Cuántas veces has estado en el cine, ordenando palomitas de maíz o refresco tamaño regular y te han preguntado si quieres convertirlo en tamaño grande por unos pesos más? ¿Y cuando pides un sándwich en un restaurante de comida rápida? “¡Un combo!”, probablemente es lo que pedirás.

Somos educados desde pequeños —generalmente por nuestros padres— para limpiar los platos de comida; si no, no hay postre. A menudo, independientemente del hambre que tengamos, eso es exactamente lo que hacemos.

Por supuesto, las palomitas de maíz de tamaño mediano habrían sido completamente satisfactorias, pero si nos ofrecen una porción más grande, vamos a tomarla y comerla… completamente.

Este fenómeno, en parte, fue uno de los principales motivadores para una serie de estudios novedosos realizados en un restaurante chino de comida rápida, en el campus de Nueva Orleans de la Universidad Tulane.

Los investigadores concluyeron, según el estudio publicado en Health Affairs este mes, que hasta un tercio de los clientes aceptó una oferta verbal para reducir el tamaño de su almuerzo, independientemente de que se les ofreciera un incentivo monetario menor para hacerlo. Los clientes que aceptaron las comidas reducidas comieron en promedio 200 calorías menos que quienes pidieron órdenes más grandes.

La verdad es que la mayoría de los estadounidenses come en exceso, sobre todo alimentos poco saludables. Los intentos recientes de enumerar las calorías en las cadenas de restaurantes no parecen haber cambiado las órdenes de los consumidores al llegar a la caja registradora.

Una investigación de Brian Wansink, autor de Mindless Eating, sugiere que las personas tienden a sentirse saciadas cuando sus platos están vacíos, independientemente de cuánta comida tengan. Evidencia adicional de otros estudios confirma la idea de que gran parte de la práctica de comer en exceso se debe al consumo sin sentido.

Esto quiere decir que ordenar comida en cualquier tipo de restaurante es un comportamiento automático. Es algo que hacemos tan a menudo, que seguimos un guión.

“Detener a las personas mientras ordenan puede interrumpir el flujo esperado y activar el autocontrol en un entorno en el que, de lo contrario, podría ser poco probable que estuviera activo o que está ausente de la mente de los consumidores”, escriben los autores de los estudios.

Esta conciencia puede significar una gran diferencia en la cantidad de calorías consumidas. Toma como ejemplo un McTrío de Big Mac de McDonald’s. Una Big Mac, con papas fritas pequeñas y una Coca Cola pequeña suman 920 calorías (según el sitio web de la cadena). Una Big Mac, con papas fritas grandes y una Coca-Cola grande, por el contrario, suman 1,350 calorías, casi 1.5 veces la cantidad del paquete pequeño, la opción más sensata.

“La gente quiere sentir que está recibiendo lo que vale su dinero”, dice el jefe de redacción de Eatocracy, de CNN. “Si recibes más comida, te sentirás obligado a comerla, incluso si no la quieres”.

Los autores de los estudios esperan que, en el futuro, los consumidores consideren reducir su orden tan a menudo como cuando piensan agrandarla, aunque sugieren referirse a la práctica como optimizar la orden (‘rightsizing’).

“Ese término podría sugerir y reforzar la norma más apropiada. Por ejemplo, mientras que el término reducir es algo negativo y hace énfasis en cantidades reducidas, el término optimizar es más positivo y destaca la calidad óptima”, según el informe de Health Affairs.

Sin embargo, al final, “una porción más pequeña de comida que no es buena para ti significa que de cualquier modo estás comiendo comida que no es buena para ti”, dijo Kinsman. “Yo aceptaría gustoso una porción masiva de algo que sea bueno para mí. Agrandaría esa orden de coles de Bruselas en cada ocasión”.