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Ecuador

OPINIÓN: Por qué Rafael Correa perdonó a El Universo

Por Juan Andrés Muñoz

Por Gonzalo Peltzer

Nota del editor: Gonzalo Peltzer es abogado, periodista, y doctor en Comunicación Pública. Trabaja como consultor en organización e integración de redacciones y desarrollo editorial. Fue editor general del diario Expreso de Guayaquil (Ecuador). Además, es autor de varios libros y artículos sobre periodismo y desde 2005 dirige el blog Paper Papers.

El presidente del Ecuador perdonó a fines del mes pasado a Emilio Palacio, el autor de la columna de opinión No a las mentiras que lo enfureció desde su publicación el 6 de febrero de 2011. También perdonó a los tres hermanos propietarios de El Universo a quienes persiguió por coadyuvar a la comisión del delito de injurias graves.

Los cuatro habían sido condenados a tres años de prisión más una indemnización de 30 millones de dólares. Solidariamente persiguió a la Compañía Anónima El Universo, a la que condenó a pagar diez millones de dólares. En total 40 millones, que iban a parar al bolsillo del injuriado, el ciudadano Rafael Correa. Dada la amistad que me une a los propietarios de la C.A. El Universo, confieso mi parcialidad en favor de su absoluta inocencia porque me consta sin fisuras.

Correa desistió de su acción y pidió la remisión de las penas cuando ya estaba firme la sentencia, tal como salió del juez que falló en primera instancia, que solo redujo la indemnización a 40 millones de los 80 de la querella original. Según estaba probando la defensa, la sentencia se habría redactado en la computadora de Gutemberg Vera, abogado, junto con su hijo Alembert, de Rafael Correa. La jueza encargada de presentarla, Mónica Encalada, declaró que el abogado Vera le ofreció dinero para presentar esa sentencia tal como habría sido redactada en el bufete de Vera. Después de la denuncia, Encalada se autoexilió a Colombia.

La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), que tiene jurisdicción en todos los países miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA), decretó medidas cautelares en favor de Emilio Palacio y de Carlos, César y Nicolás Pérez el 21 de febrero, seis días después de quedar firme la sentencia en la noche del miércoles 15 de febrero. Esa misma noche, Carlos Pérez Barriga, director del diario, se asiló en la embajada de Panamá en Quito, en la que se mantuvo a pesar del perdón y de la que salió con un salvoconducto hacia la capital de ese país el último día de febrero. La sentencia encontró a los otros dos hermanos en los Estados Unidos, donde preparaban la apelación ante la CIDH para provocar las medidas cautelares urgentes que permitiera continuar el trabajo del diario y mantenerlos a ellos con libertad de movimientos. El gobierno dijo que esa medida era imposible de aplicar por improcedente y días después la Corte de Casación archivó la causa sin anular la sentencia.

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Rafael Correa promueve hace tiempo una reforma en la OEA que separe a los Estados Unidos de esta organización continental y reduzca el poder de su relatoría para los derechos humanos. Es apoyado en esa pretensión por Hugo Chávez y Daniel Ortega. Pero la presión externa fue generalizada. Correa está casi solo contra El Universo y sus propietarios y contra el resto de los periodistas del Ecuador (también perdonó a Juan Carlos Calderón y Christian Zurita, condenados por escribir el libro El Gran Hermano sobre los negocios de Fabricio Correa con el estado).

Pocos creen en la justicia de los procesos que se siguieron contra El Universo, Emilio Palacio, los hermanos Pérez, Calderón y Zurita. Los ciudadanos conocen que la Justicia del Ecuador y su facilidad para amoldarse a los deseos de los poderosos. Saben que las sentencias se amañan con dinero (esto no ocurre solo en el Ecuador, pero resulta que ahora estoy hablando del Ecuador).

Durante todo el proceso, los hermanos Pérez han aguantado sin chistar y han contestado con periodismo los embates del poder político y las insultaderas del presidente Correa. Esos insultos son suficientes para querellarlo por cien millones de dólares si se tiene en cuenta que los 40 millones se concedieron a Correa como simple ciudadano. No hubo ni hay ninguna moneda de cambio por el perdón del presidente: me consta que sus dueños estaban dispuestos a perder la empresa si era necesario. La libertad no es negociable en nuestra América y se gana poniendo en riesgo la misma vida.
Correa hubiera querido que los hermanos Pérez claudicaran. Los puso ante la disyuntiva de aparecer como culpables al irse del país para proteger la misma libertad que necesitaban para seguir luchando o caer presos a pesar de su inocencia, con todo lo que eso significa en las cárceles de nuestra América. Pero quedó finalmente desarmado por la valentía de los Pérez, la que solo tienen los inocentes de verdad. Correa perdió la batalla –desigual como pocas– contra la sangre y el fuego de los periodistas.

Hoy Correa debe saber que se equivocó y que el costo de cerrar el asunto lo ha puesto en una situación de debilidad que nunca quiso demostrar. Tampoco podía seguir desnudando la corrupción de la Justicia del Ecuador en todos sus niveles y su autoritarismo cesarista. Ahora necesita recuperar poder y no lo hará persiguiendo a la prensa como hasta ahora: no mientras el costo político sea tan alto y no consiga deshacerse de la CIDH. Además, aunque la Corte haya archivado la causa, los periodistas perseguidos tienen todo el derecho a seguir el proceso que ya iniciaron ante la CIDH y resarcirse por el daño fenomenal que el presidente Correa les ha causado. Están decididos conseguir que se anule esa sentencia infame que, aun archivada, sienta jurisprudencia contra la libertad de cualquiera que quiera expresar una opinión que moleste a quien tenga poder para llegar hasta un juez.

(Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a Gonzalo Peltzer)