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Testimonios opuestos oscurecen la verdad sobre la matanza en Afganistán

Por Paula Andrea Daza

Por Peter Shadbolt, CNN

(CNN) — La búsqueda de la verdad sobre los sucesos que desembocaron en una de las peores masacres de la guerra en Afganistán puede resultar tan larga y tortuosa como el conflicto mismo.

Yalda Hakim, de la cadena australiana SBS, fue una de las primeras periodistas occidentales en visitar las aldeas en las que un soldado estadounidense supuestamente asesinó a 17 personas.

Hakim declaró a CNN que, aunque creía que los aldeanos estaban diciendo la verdad, muchos de sus testimonios se contradecían. “Sentí que estaban siendo francos, (pero) había algunas diferencias entre los testimonios”, dijo. “Principalmente hablé con niños, y casi siempre resulta difícil determinar si un niño es consciente de lo que vio en realidad. Muchos de los niños con quienes hablé dijeron haber visto a un sólo soldado americano dentro de sus casas. Una niña de ocho años dijo haber visto a varios".

Hakim declaró haber hablado también con una mujer cuyo marido murió de un tiro en la cabeza. La mujer describió el horror de haber arrastrado el cuerpo de su esposo hacia la casa y cómo su cerebro deshecho se esparció sobre sus manos. Hakim señaló: “Ella me dijo que vio entre 15 y 20 estadounidenses en su casa".

Un hecho que le sorprendió a lo largo de su investigación fue que las protestas por la masacre en Afganistán no han sido tan intensas como las que hubo a causa de sucesos como la reciente quema de las copias del Corán llevada a cabo por soldados estadounidenses.

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Las disculpas ofrecidas por Estados Unidos no han logrado calmar los ánimos. “Al parecer les afectó más el ataque a su religión y al Corán”, señaló Hakim. “En este momento están de duelo, pero eso no significa que no habrá venganza".

Algunos testigos revelaron a Hakim que luego de la masacre, los aldeanos cargaron los cadáveres en un camión e intentaron llevarlos a la base estadounidense, pero fueron disuadidos por la gente local y los ancianos con el argumento de que habría un juicio y se haría justicia.

Hakim señaló que “hay gran indignación porque sacaron de Afganistán al sospechoso 48 horas después de los ataques. Los pobladores creen que, si un soldado afgano hubiera hecho algo similar en Estados Unidos, éste no habría sido trasladado a Afganistán para ser sometido a juicio. Esto ha causado gran indignación entre la población".

Hakim señala que una de las dificultades que enfrenta el presidente Hamid Karzai es que debe actuar para varios espectadores: en principio, para sus aliados dentro del Ejército estadounidense y la comunidad internacional, y finalmente ante el pueblo afgano y sus opositores dentro del Talibán.

El ataque ha socavado severamente la relación entre Estados Unidos y Karzai, quien luego del tiroteo declaró que las relaciones entre ambos países estaban “en la cuerda floja”. Dos miembros del consejo provincial afgano dijeron que Estados Unidos ha pagado a las familias de las víctimas un total de 860.000 dólares, 10.000 para cada uno de los seis sobrevivientes heridos y 50.000 para cada una de las familias de los fallecidos. Aunque el sospechoso ha sido acusado de la muerte de 17 civiles, las autoridades afganas reportan 16 personas muertas en los ataques.

“Es un malabarismo muy complicado (para Karzai) y de seguro es una labor ingrata, pero en este punto está promoviendo la libertad de prensa en cuanto a esta historia en particular”, señaló Hakim.

El Ejército estadounidense sostiene que el tiroteo fue perpetrado por un soldado, el sargento Robert Bales, quien salió de la base militar estadounidense y actuó solo.

En Kandahar, los oficiales del Ejército de Estados Unidos aún no logran entrar en los sitios de los ataques, obstáculo que dificulta el proceso del soldado acusado de los múltiples asesinatos.

John Henry Browne, abogado de Bales, declaró el miércoles en el programa Erin Burnett OutFront de CNN que “no era una escena del crimen típica” y que ello dificultaba a los fiscales la construcción del caso. “No hay escena del crimen, no hay ADN, no hay huellas, no hay confesión”, agregó. “Según tengo entendido, y es comprensible, los afganos tradicionalmente entierran pronto a sus muertos. Esto complica mucho el caso para los fiscales".