(CNN) – Relinda Walker todavía no puede creer lo que oyó. La incredulidad se filtra en en su lento acento sureño mientras repite el precio: sólo 60 centavos por una libra de cebollas orgánicas Vidalia. ¡Increíble!
Walker, una agricultora en el sur de Georgia ha visto un gran cambio en su industria, pero este precio, unos 40 centavos más baratos de lo que ella jamás podría cobrar, realmente le da una pausa. Ella quiere pagar salarios justos a sus trabajadores estadounidenses y no está dispuesta a asumir el compromiso hecho por parte de algunos otros agricultores de Georgia, de usar prisioneros para procesar su cosecha.
En esta época del año, las Vidalia están en las mentes y en las bocas de muchos fanáticos de comida en el sureste de Estados Unidos y sus alrededores. Estos bulbos dorados inspiran la clase de pasión normalmente reservada para los vinos finos y el queso. Los devotos ofrecen estas delicias dulces en las recetas heredadas de las abuelas, y los restaurantes caros las ponen al frente y en el centro de sus menús durante los escasos meses que están en temporada. Como el champán es para Francia, las Vidalias son para algunas partes del sur de Georgia.
Walker no deja perder el afecto por este cultivo. “Es una labor de amor”, suspira. Las cebollas ocupan mucha tierra y mano de obra, y son propensas a las pestes. Y como crecen de forma orgánica, la limpieza de la maleza se hace de forma manual, en lugar de utilizar productos químicos.
En un buen año, dice, la cosecha deja algo de dinero. Pero pese a los bajos márgenes de ganancias y el trabajo extenuante, cada mes de septiembre Walker planta las semillas de cebolla. A ella simplemente le gusta hacerlo. “En el invierno, cuando no hay mucho que esté pasando, todavía tienes esos brotes verdes”.
Este año hubo una buena cosecha, pero ella todavía no ha podido superar lo que está oyendo sobre los bajos precios. Al igual que muchos agricultores, Walker tiene muchas cosas en su mente, además del clima, las malas hierbas y el agua. Si bien es bueno tener las hermosas cebollas alineadas fila tras fila, son inútiles si no puede sacarlas de la tierra. A diferencia de otros agricultores, Walker dice que nunca está corta de mano de obra. Lo difícil es encontrar el dinero para pagar salarios justos por las manos que recogen su cosecha.
En los últimos meses, el tema de la mano de obra agrícola ha estado en el centro de debate en Georgia. Esto porque el año pasado el estado aprobó la HB 87, una dura ley de inmigración modelada después de la HB 1070 de Arizona. Como resultado, muchos agricultores se quejaron de que tenían problemas para encontrar la mano de obra agrícola que necesitaban después de que pasó la HB 87. Al parecer los trabajadores migratorios ni siquiera se molestaron en buscar empleo en el Estado Peach, y los agricultores ya estaban teniendo dificultades para cubrir vacantes de empleo con los trabajadores con visas temporales debido a su costo y el papeleo.
Los agricultores encargaron un estudio al Centro de Agronegocios y Desarrollo Económico de la Universidad de Georgia para determinar el alcance de los daños producidos por la escasez de trabajadores. El estudio examinó siete cultivos básicos de Georgia, incluidas las cebollas de Vidalia. Los resultados fueron impactantes: 18 granjas productoras de cebollas Vidalia perdieron más de 16 millones de dólares y 835 empleos. En total, los siete cultivos estudiados perdieron casi 75 millones de dólares y más de 5.200 puestos de trabajo debido a la escasez de mano de obra.
El estado intervino, con la sugerencia de utilizar reclusos con libertad condicional para hacer el trabajo. El plan ha ayudado. Los agricultores fueron capaces de salvar algunos de sus cultivos, y a una parte de la sociedad que a menudo se esfuerza por encontrar trabajo se le dio la oportunidad de jugar un pequeño papel en la solución de un problema en todo el estado.
Stephen Everett, uno de los hombres que participan en el programa habló con CNN por teléfono. Everett, quien cumple una condena de varios años por robo, se ofreció a trabajar en la granja y dijo que había disfrutado “estar en un ambiente de trabajo con otras personas”.
El nativo de 42 años, de Georgia no es ajeno a la mano de obra agrícola; su familia tiene una granja de ganado y él planea trabajar allí en caso de que le sea concedida la libertad condicional a finales de este año. Everett y otros ocho reclusos tendrán unas cuantas semanas más de trabajo con las cebollas, por un cheque de pago mínimo. Los agricultores reciben un subsidio del gobierno para cubrir parte del costo. Cosechan, clasifican y enviar las cebollas. Una vez que la cosecha esté recogida, los funcionarios de prisiones no tienen planes para llegar a acuerdos similares con otras granjas o cultivos. Así que lo de Georgia es una solución pequeña y temporal de lo que muchos granjeros consideran un problema mucho más grande con la oferta de trabajo.
Teniendo en cuenta el reciente fallo de la Suprema Corte sobre la polémica SB 1070 de Arizona, es claro que el problema seguirá siendo prominente. Relinda Walker es feliz de que haya una solución rentable, aunque sea temporal. Ella regularmente recibe llamadas de personas locales, ciudadanos estadounidenses, en busca de trabajo agrícola. El problema es, dice, que son demasiado caros de pagar. Se puede contratar a agricultores con una visa de trabajadores temporales, pero hay costos adicionales como el transporte y la vivienda que hacen que sea una opción costosa.
Luego está la cuestión de la verificación. A partir del 1 de julio, los empleadores de Georgia con entre 100 y 500 empleados están obligados a utilizar el sistema E-Verify para los nuevos empleados. Este sistema compara la información de un empleado con los registros de Seguridad Social e Inmigración y verifica la ciudadanía. A pesar de que el E-Verify es voluntario en algunos estados, es requerido para la mayoría de los empleadores en Georgia.
Mientras la política de estos asuntos es abordada a cientos de kilómetros de distancia, en Washington, todo lo que Relinda Walker puede hacer es esperar la próxima temporada de cebolla Vidalia y poder darse el lujo de pagar por las manos que cosechan su labor de amor.