Por Tom Cohen
(CNN) — Ocho semanas después de la masacre de 20 niños en una primara de Connecticut, la prohibición de la venta del rifle semiautomático utilizado por el asesino sigue siendo difícil, si no es que imposible.
Esta medida se convirtió en un grito de guerra para las familias de las víctimas, grupos de defensa y los políticos que apoyan leyes más estrictas sobre venta de armas a raíz de las consecuencias emocionales que generó la masacre en Newtown en diciembre.
El presidente Barack Obama sigue con los llamados para la actualización de una prohibición de armas de asalto que fue impuesta en 1994 y que expiró 10 años más tarde, como parte de su paquete de medidas destinadas a reducir la violencia armada en el país, especialmente en las grandes ciudades.
Sin embargo, la fuerte oposición de la poderosa Asociación Nacional de Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), y millones de propietarios de armas ha entrampado el avance de la prohibición.
Las múltiples propuestas de limitaciones ofrecen al Congreso opciones sobre la legislación, lo que aumenta las posibilidades de que algunas sean aprobadas, dijo Lanae Erickson Hatalsky, de la organización Tercera Vía, un grupo de acción política sobre temas trascendentes con sede en Washington.
“El mantener las armas fuera de las manos equivocadas no sólo es más aceptable políticamente, sino también más eficaz para detener la violencia armada”, explicó. Esta estrategia refleja “una comprensión de los delitos a mano armada en el país”, agregó.
Las encuestas de opinión respaldan su afirmación, pues un sondeo de la Universidad Quinnipiac, difundido este jueves, mostró que el 92% de las respuestas apoyaban el incremento de controles de verificación en ventas de armas. En los hogares con armas de fuego, el apoyo fue del 91%.
Diversos puntos de vista en Estados Unidos
Obama reconoció este jueves que los estadounidenses tienen diversas opiniones sobre el tema, dependiendo de dónde han crecido.
“Hay realidades diferentes y tenemos que respetarlas”, dijo el presidente a demócratas de la Cámara de Representantes, pues cazadores rurales y habitantes urbanos provienen de culturas de armas distintas, explicó.
Al mismo tiempo, el presidente hizo un llamado a la acción, diciendo que “hay medidas de sentido común que podemos tomar y construir en un consenso al respecto, y no podemos rehuir de tomarlas”.
Pero el presidente de la NRA, Bob Keene, dijo que esperaba pocos cambios sustantivos en la ley porque “la gente es más inteligente que los políticos”, lo que quiere decir que “el sentido común prevalece en última instancia”, según sus palabras.
“Tienen la esperanza de que puedan utilizar las emociones para lograr una agenda antiarmas de fuego que no han sido capaces de lograr en el pasado”, dijo Keene en un desayuno de la organización Christian Science Monitor.
La NRA mantiene un sistema de puntuación para cada legislador en Washington en temas de armas, y gasta millones de dólares en contribuciones de campaña a los candidatos favorecidos.
El líder de la mayoría del Senado, el demócrata Harry Reid, quien recibe altas calificaciones de la NRA por sus oposiciones anteriores contra el control de armas, ha expresado su apoyo para la expansión de verificación de antecedentes, pero se niega a aprobar una prohibición.
Armas como el Bushmaster imitan el aspecto y algunas características de los rifles militares totalmente automáticos, a pesar de que técnicamente no se ajustan a la definición de un arma de asalto, ya que son semiautomáticos, lo que significa que cada disparo requiere jalar del gatillo.
Los partidarios de la prohibición dicen que esas armas no tienen lugar entre la gente común, ya que están diseñadas exclusivamente para capacidad de matar a gran velocidad, en lugar de ser empleadas para caza o tiro deportivo.
Derecho a portar armas
La NRA y otros opositores sostienen que cualquier limitación a la propiedad privada de armas viola el derecho constitucional a portarlas. Incluso las medidas parciales en esa dirección, como la prohibición de los modelos específicos, son considerados como vías de violación a la Segunda Enmienda, según argumentan.
Erickson Hatalsky, de Tercera Vía, señala ejemplos de la influencia de la NRA en la legislación de armas en el pasado, como la Ley Brady de 1993 que impuso mayores controles de antecedentes para la venta de armas, seguida de una limitación de armas de asalto.
Si bien la Ley Brady trajo antecedentes al sistema de venta actual, la NRA se aseguró de que no se aplicara a las ventas privadas, como las que se dan en las ferias de armas, dijo Hatalsky.
Obama y otros demócratas ahora quiere cerrar lo que ellos llaman un vacío legal para hacer verificaciones de antecedentes un requisito para cualquier venta de armas.
La prohibición de 1994 dirigida armas de estilo militar finalizó 10 años después, cuando el Congreso dejó que expirara durante la administración del presidente George W. Bush, un resultado buscado por la NRA.
Keene y otros directivos de la NRA argumentan que la prohibición no logró reducir la violencia armada porque apuntaba a armas de fuego que sólo fueron usadas en una mínima parte de la violencia relacionada con las armas en el país.
“No estamos dispuestos a apoyar las medidas que sientan indebidamente la carga de los estadounidenses inocentes y respetuosos de la ley, y en el otro lado no tienen ningún impacto real en el problema que estamos tratando de resolver”, dijo Keene.
Para Erickson Hatalsky, el objetivo es conseguir leyes que hagan más difícil a los delincuentes, terroristas y enfermos mentales que obtengan armas de fuego, ya sea a través de las ventas privadas o de los traficantes.
Límites en los cargadores
Un problema más difícil es poner límites en la cantidad de municiones en los cargadores de más de 10 balas, pues los que almacenan más cantidad para armas semiautomáticas pueden disparar docenas en segundos.
En una audiencia del Comité Judicial del Senado sobre el control de armas la semana pasada, Mark Kelly argumentó que el límite propuesto podría haber evitado la muerte de una joven en el ataque de Tucson, Arizona, donde quedó herida su esposa, la excongresista Gabrielle Giffords.
Según Kelly, el disparo 13 mató a la menor de nueve años de edad, Christina-Taylor Green, sin que el tirador haya tenido que recargar su arma. Con un límite de 10 balas, Green podría seguir con vida, dijo.
Pero la NRA y sus partidarios dicen que los cargadores de mayor capacidad son populares, pues millones ya tienen en su poder ese tipo de armas y se sienten seguros contra delincuentes que tienen armamento de este tipo.
Halimah Abdullah contribuyó a este reporte.