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Venezuela

OPINIÓN: Tras la muerte de Hugo Chávez, ¿habrá un vacío de poder?

Por CNN en Español

Por Carl Meacham

Nota del Editor: Carl Meacham es director del Programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés) en Washington. Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter: @CSIS

(CNN)— La muerte del presidente venezolano Hugo Chávez a consecuencia del cáncer, algo esperado desde hace mucho tiempo a pesar de mantenerlo en secreto, ha abierto la 'caja de Pandora' acerca del futuro de Venezuela.

La constitución venezolana sostiene que el poder debería haber sido entregado al líder de la Asamblea de Venezuela, Diosdado Cabello, una vez que Chávez no pudo asistir a su propia toma de posesión, y deberían de haber celebrado nuevas elecciones dentro de los 30 días siguientes. Esto no ocurrió.

Ahora, Nicolás Maduro, actual vicepresidente y sucesor elegido por el dedo de Chávez, probablemente enfrentará divisiones tanto al interior del Partido Socialista Unido de Venezuela como de las fuerzas armadas venezolanas para mantener el control del poder. Sin embargo, también es posible que el actual gobernador de Miranda y excandidato presidencial, Henrique Capriles, represente un reto para la presidencia, siempre y cuando la elección se lleve a cabo.

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El conflicto entre el Partido Socialista Unido de Venezuela, las fuerzas armadas y la oposición, determinará en gran medida si Venezuela tendrá una transición suave y pacífica o una que detone la violencia mientras las facciones se cabildean por el poder.

Desde que ganó su primera elección, en diciembre de 1998, Chávez reorientó drásticamente el gobierno de Venezuela y la economía. Sus esfuerzos especialmente se centraron en la reducción de la pobreza, y en brindar servicios de vivienda y de salud para ese sector. Aunque son ampliamente discutibles los datos sobre la pobreza en Venezuela, la mayoría de las cifras muestran que de hecho ha disminuido.

Estadísticas del Banco Mundial muestran una baja, pasando del 50% de la población, en 1999, a un 32%, en 2011. También la desigualdad se ha reducido; Venezuela tiene la distribución de ingresos más equitativa en América Latina.

A la economía venezolana no le ha ido tan bien, con un crecimiento económico en el periodo comprendido entre 1999y 2010 que da un promedio de 2.7%, según cifras del Fondo Monetario Internacional. Este dato sobresale, dado el sólido desempeño económico de otras economías latinoamericanas durante el mismo periodo de tiempo y los altos precios mundiales del petróleo desde mediados de la década del 2000; las exportaciones petroleras constituyen aproximadamente el 95% de los ingresos venezolanos a través de la exportación.

A pesar de estos ingresos inesperados, el gobierno de Chávez ha hecho poco por diversificar al país y alejarlo de su dependencia por el petróleo. Al mismo tiempo, al emplear los ingresos del petróleo para financiar iniciativas sociales en el país, apoyar a Cuba y otras iniciativas regionales, como Petrocaribe, la cual brinda petróleo a la mayoría de los países del Caribe bajo generosos términos de pagos, la producción de petróleo ha disminuido en casi un 25% desde 2001.

A la empresa estatal Petróleos de Venezuela S.A. le falta capital para mantener la actual producción o explotar nuevas reservas, sobre todo la Faja del Orinoco, rica en petróleo. Esto, y el terrible manejo de la empresa, han destruido lo que alguna vez fue la brillante estrella industrial de Venezuela.

Y ahora, con la muerte de Chávez, un vacío de poder se ha abierto en Venezuela.

En el marco de la coalición política denominada Mesa de la Unidad Democrática y Capriles, la oposición venezolana está más unida que lo que ha estado bajo el gobierno Chávez. Sin embargo, la derrota por 11 puntos de Capriles en las elecciones presidenciales de octubre, junto con la victoria de los aliados de Chávez en 20 de 23 elecciones en diciembre, pone de relieve el hecho de que la oposición aún tiene poco poder.

Puede ser que el vicepresidente Nicolás Maduro no tenga el actual atractivo del presidente con los venezolanos, pero seguirá encabezando un partido con influencia considerable.

Al mismo tiempo, la reacción de las fuerzas armadas venezolanas será clave para la transición.

Las fuerzas armadas pueden dividirse en tres campos: uno es el grupo institucional, centrado en la eficacia de las fuerzas armadas y en gran medida no politizado, y después está el campo constitucional.

Con la muerte de Chávez, Diosdado Cabello, actual presidente de la Asamblea Nacional, presidiría el país, en tanto se convoca a elecciones en un periodo de 30 días. Proliferan especulaciones de que Cabello, un exmilitar venezolano que participó en el golpe de 1992 con Chávez, tiene un apoyo más sólido entre las fuerzas armadas y podrían llevarlo a ser el próximo candidato.

Por último, está el campo pro Chávez que se ha comprometido con la revolución y que posiblemente siga los deseos del difunto presidente y haga presión a favor de Maduro.

Los aliados de Chávez tienen motivos para estar preocupados. En el marco de PetroCaribe, los miembros recibieron generosas condiciones para la compra de petróleo, con pagos tan bajos como el 5% del valor de mercado, y el resto pagado a través de accesibles plazos de préstamo que se extienden hasta por 25 años. O aún mejor, el pago puede hacerse con bienes manufacturados, como un sistema de trueque que en muchos casos sustituye los pagos.

Cuba ha sido el principal beneficiado, recibe aproximadamente 100,000 barriles de petróleo diarios, lo cual constituye dos tercios de su requerimiento diario. Si el próximo líder venezolano pusiera fin al programa, o si redujera las condiciones, muchos países verían un fuerte impacto en tanto se incrementan sus cuentas de importación (por no mencionar el hecho de tener que enfrentarse a una población obligada a pagar precios más altos por los energéticos).

En ausencia del liderazgo de Chávez, la Alianza Bolivariana de las Américas también podría encontrarse cada vez más marginada.

Actores extranjeros que recientemente han logrado posicionarse en América Latina podrían ver perder su influencia. Irán, en particular, perdería su principal aliado en la región y sus futuros esfuerzos para involucrarse en la región sin el popular apoyo de Chávez serían obstaculizados.

El gobierno ruso, que se ha beneficiado de las recientes compras de armas por parte de Venezuela, probablemente se encontrará también con pocos puntos de apoyo en América Latina. Por otra parte, los demás regímenes en el mundo que gozaban del apoyo de Chávez, desde Bachar al Asad, en Siria, hasta el gobierno de Corea del Norte, probablemente sentirán los efectos de su muerte.

Para Estados Unidos, los suministros de petróleo podría ser una importante inquietud. Aunque las importaciones venezolanas han disminuido en importancia en los últimos años, cayendo hasta un 8% de las importaciones en 2011, aún es el cuarto proveedor más grande del mercado estadounidense.

Si la transición se volviera violenta y las exportaciones cayeran, los consumidores estadounidenses podrían enfrentar precios más altos y el crecimiento económico de EU podría resentirlo.

El fallecimiento de Chávez también abre interrogantes sobre el narcotráfico en Venezuela. La delincuencia transnacional ha florecido bajo el gobierno de Chávez, siendo Venezuela un centro de primer orden para el embarque de narcóticos ilegales.

No solo la cooperación de Venezuela con Estados Unidos ha disminuido, también EU ha añadido a varios altos funcionarios venezolanos en su lista de extranjeros relacionados con narcóticos, entre ellos el exministro de defensa, Henry Rangel Silva, por su complicidad con las organizaciones de delincuencia transnacional y el apoyo a las FARC.

Una lucha prolongada por el poder posiblemente le daría aún más espacio a estos grupos para operar dentro de Venezuela. Al mismo tiempo, estos podrían producir efectos colaterales en Colombia, cuyo reciente incremento de seguridad, gracias a la ayuda de la asistencia estadounidense a través del Plan Colombia, podría quedar a prueba si las FARC logran moverse más libremente entre ambos países.

Si hay una transición y se convoca a nuevas elecciones en los próximos meses, los líderes regionales tendrán que desempeñar un papel clave en exigir una transición pacífica y democrática. Estados Unidos —junto con México, Brasil, Colombia y Canadá— deberían instar a elecciones libres y justas.

Indudablemente, Venezuela seguirá dividida sin importar quién sea el próximo presidente, sin embargo, las elecciones justas y transparentes ayudarán a asegurar que el próximo gobierno cuente con el capital político para abordar las reformas necesarias —desde una economía estancada hasta las crecientes tasas delictivas, los desenfrenados actos criminales entre fronteras y la reconstrucción de la poderosa empresa estatal petrolera del país— que beneficiaría a todos los venezolanos.

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Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carl Meacham.