Berkeley, California (CNN) — Durante un viaje de investigación a Nigeria, Laura Stachel vio a los médicos ejecutar una cesárea de emergencia. Pero lo que ocurrió la asombró: “Se fue la luz y pensé: ‘¿Cómo van a terminar?”.
Pero la sorprendió aún más la respuesta: “La gente ni siquiera reaccionó porque era algo a lo que estaban acostumbrados”, dijo Stachel, quien afortunadamente cargaba una linterna y los médicos pudieron usarla para terminar la cirugía.
Sin embargo, durante ese viaje de dos semanas, en 2008, fue testigo de incontables ocasiones en las que las vidas de las madres y los bebés estaban en riesgo simplemente porque no había una fuente de electricidad confiable. Las mujeres embarazadas llegaban al hospital con complicaciones graves, pero sin la luz adecuada para tratarlas, los procedimientos eran riesgosos o debían retrasarse hasta el amanecer.
“Me di cuenta de que mis habilidades como ginecóloga obstetra eran sumamente inútiles (sin) algo tan básico como la luz y la electricidad”, dijo Stachel.
La médico dijo que las parteras en Nigeria recurren a toda clase de luz improvisada al atender partos: lámparas de queroseno, velas y hasta celulares.
“Esa no es la iluminación adecuada para atender un parto”, dijo. “Si alguien tiene una hemorragia, si un bebé necesita resucitación, necesitas luz dirigida”.
Nigeria es uno de los 10 países más peligrosos para que las mujeres den a luz. Se calcula que en 2010 murieron 40.000 nigerianas durante el parto, lo que representa el 14% de las muertes maternas a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud y las Naciones Unidas.
Mientras tanto, la tasa de mortalidad neonatal también es de las más altas del mundo. En Nigeria, cada año mueren cerca del 4% de los bebés antes de cumplir 28 días de nacidos; en contraste, la tasa en Estados Unidos es de 0,4%.
Stachel dijo que durante las dos semanas que estuvo en Nigeria vio más complicaciones de las que había visto en toda su carrera en EU.
“Después de ser testigo de todo eso (…) tenía que informar a la gente, tenía que hacer algo al respecto”, dijo.
Con la ayuda de Hal Aronson, su esposo y educador sobre energía solar, Stachel trabajó para encontrar una solución. Aronson trazó varios diseños para un sistema de energía solar que proporcionara una fuente gratuita de energía al hospital estatal del norte de Nigeria en el que Stachel hizo su investigación.
Mientras reunían fondos para el proyecto, Stachel regresó a Nigeria con un pequeño kit para demostrar lo que el sistema sería capaz de hacer: en el interior tenía un par de placas solares, algunas luces y dos walkie talkies.
El kit solo servía como demostración, como modelo miniatura de un sistema más grande. Sin embargo, los técnicos en cirugía vieron algo más.
“Dijeron: ‘Esto es increíble. Tienes que dejárnoslo (…) Esto podría ayudarnos a salvar vidas en este instante’”, dijo Stachel.
Eso fue exactamente lo que hizo; pronto se corrió la voz sobre el kit en otras clínicas. Así, cada vez que Stachel regresaba a África, llevaba consigo uno o dos maletines solares construidos por su esposo.
Llevar luz a otras regiones
Actualmente, el maletín solar cuenta con dos placas solares que se instalan en la azotea de la clínica y al que se conectan luces LED de alta calidad. Una vez que se carga por completo, puede proveer luz hasta por 20 horas. El kit también contiene lámparas portátiles, un Doppler fetal para monitorear el ritmo cardiaco del bebé y una unidad para cargar celulares.
Con el tiempo, se ha simplificado el diseño del maletín solar.
“Teníamos algo muy resistente, sencillo de usar, portátil y que sabíamos que en verdad funcionaría en ambientes hostiles”, dijo Stachel.
Su uso se extendió a otros países después de que Stachel y Aronson fundaran We Care Solar, una organización no lucrativa. Desde 2009, los kits han ayudado a los trabajadores de la salud a salvar vidas, no solo en Nigeria sino en instalaciones por toda África, Asia y Centroamérica.
Para Stachel, el maletín solar es solo una parte de una misión mayor que busca mejorar el cuidado de la salud materna y reducir las tasas de mortalidad en los países en vías de desarrollo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 800 mujeres mueren diariamente a causa de complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto que pueden prevenirse. El 99% de todas las muertes maternas ocurren en países en vías de desarrollo.
“En realidad quiero un mundo en el que las mujeres puedan dar a luz con seguridad y dignidad; un mundo en el que las mujeres no tengan que temer por un evento que para nosotros, en Estados Unidos, es una alegría. Es indignante ver que el nacimiento está asociado con la muerte y el miedo”, dijo Stachel.
“Antes de ir a África, sabía que la tasa de mortalidad de las mujeres era alta, sólo que no sabía que las causas eran cosas ordinarias que podíamos resolver”.
Un pequeño cambio que salva vidas
En 2009, We Care Solar terminó la instalación eléctrica solar que el esposo de Stachel había diseñado originalmente para el hospital estatal. Durante el año siguiente, el hospital reportó que la tasa de mortalidad de las mujeres disminuyó 70%. Las enfermeras dijeron a Stachel que podían ver lo que hacían, que no tenían que rechazar a las mujeres y que tenían sangre para hacer transfusiones porque, gracias a la electricidad, tenían energía para alimentar un refrigerador en el banco de sangre.
We Care Solar proporciona un maletín solar, además de capacitación e instalación, de forma gratuita a hospitales y clínicas. Cada maletín solar cuesta 1.500 dólares que la organización no lucrativa financia a través de donativos y el apoyo de organizaciones asociadas y patrocinadores.
Stachel también trabaja con sus socios en varios países para identificar las clínicas que necesitan el equipo y para ayudar a atraer a la comunidad.
“Con frecuencia les pedimos que se involucren y participen en los estudios de investigación, que nos den retroalimentación y que se comprometan a mantener los equipos y a reemplazar las partes cuando sea necesario”, dijo Stachel.
Hasta ahora, We Care Solar ha proporcionado casi 250 maletines solares a instalaciones en más de 20 países. Se están usando como sistema de respaldo en hospitales centrales y como fuente principal de electricidad en las clínicas rurales.
“Simplemente ha levantado la moral de los trabajadores de la salud”, dijo Stachel. “Ahora están emocionados de ir a trabajar (…) Las madres están ansiosas de ir a las clínicas”.
Fanny Chathyoka, partera de una clínica rural en Malawi, en el sur de África, solía usar la luz de su celular cuando trataba a las pacientes por las noches. Dijo que el kit de electricidad solar que recibió de parte de Stachel el mes pasado: “me ayuda a seguir adelante”.
“Esta luz (…) traerá buenos cambios (…) No deberíamos perder a ninguna mujer. Podré hacer buenos partos. No tendré problemas para suturar. Resucitar a un bebé durante la noche no será un problema, gracias a la luz. Me siento muy feliz”, dijo.
Finalmente, Stachel espera que su labor se vuelva parte de un movimiento que tenga impacto en un enorme problema.
“No era nuestra intención transformar el cuidado de la salud materna en todo el mundo, pero parece que esto ha crecido más de lo que pude haber imaginado”, dijo.
“Las comunidades celebran que tienen luz. Ahora tienen un componente más para ayudar a una maternidad segura. Es asombroso”.
¿Quieres involucrarte? Visita el sitio web de We Care Solar y descubre cómo puedes ayudar.
(Con información de Diane McCarthy)