Por Saeed Ahmed, CNN
(CNN) — La policía detuvo este domingo a Sohel Rana, propietario del edificio que se derrumbó en Bangladesh, un accidente en el que murieron al menos a 363 personas. Rana se ocultado poco después de la caída del inmueble, ocurrida este miércoles.
Con esta detención ya son las personas arrestadas por el derrumbe de la fábrica: tres dueños de la fábrica, dos ingenieros gubernamentales, y Rana, un líder local del partido gobernante Awamil League.
A la par, las primeras 72 horas han sido críticas, ya que las posibilidades de encontrar más sobrevivientes disminuyen significativamente. Sin embargo, en el distrito de Savar en Dacca, milagrosamente siguen apareciendo sobrevivientes entre los escombros.
Este domingo, las autoridades rescataron a cuatro personas más, y alguno mencionan que existen más personas dentro de un pequeño pozo en la estructura derrumbada. De ser cierto, los nuevos sobrevivientes se sumarían a las 2,400 personas que han sido rescatadas.
Con esta esperanza de encontrar más sobrevivientes, las autoridades alargarán las operaciones de rescate.
Se ha utilizado maquinaria pesada para romper las grandes losas de hormigón, para que los rescatistas —una combinación de tropas y voluntarios— se internen entre los escombros y la suciedad, simplemente con sus manos o con sierras oxidadas para ayudarse en las labores de rescate.
“La máxima prioridad para las autoridades sería encontrar más sobrevivientes”, declaró Morshed Ali Khan, en su reporte para el periódico Daily Star. “La maquinaria es la última opción”.
La cifra de muertos asciende a 363. Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas más permanecen desaparecidas, según algunos cálculos se estiman que sean más de 600.
El derrumbe se produjo la mañana de este miércoles, un día después de que aparecieron grietas en la estructura del edificio.
Los directivos de un banco que se encontraba en el edificio pidió a sus empleados no presentarse a trabajar, las tiendas no abrieron ese día debido a que sus trabajadores se encontraban en huelga.
Pero los trabajadores de la fábrica de prensas fueron obligadas asistir, a pesar de los riesgos que repreentaba la estructura del inmueble ante la falta de solidez.
Savar, a unos 45 kilómetros de la capital Dacca, es cuna de más de 4,00 fábricas de la industria del vestido. Bangladesh es uno de los principales exportadores de ropa a Estados Unidos y Europa, la industria representa el 77% de sus exportaciones.
Los accidentes mortales y las condiciones deplorables en estas fábricas de ropa son muy comunes, el salario sigue siendo un atractivo para muchos en este empobrecido país donde el salario mínimo es de sólo 38 dólares al mes.
El último gran colapso de un edificio en ese país se produjo en 2005, en la misma zona que el del accidente del miércoles pasado, y por el que murieron 70 personas.
En noviembre, en un incendio en Tazreen Fashions Factory, en otro suburbio de Dacca, fallecieron al menos a 112 personas.
El ritmo diario
En esta zona de desastre, el olor acre de la muerte impregna el aire. Los equipos de rescate cubren sus caras con camisetas para escapar del olor a carne en descomposición. Sin embargo, a menudo resulta demasiado. Ellos se desmayan y vomitan.
Cada cuerpo rescatado supone una importante carga emocional. Cada vez más desgarrador que el anterior.
El fin de semana, los rescatistas encontraron una mano extendida que sobresale de entre los escombros. En el puño cerrado del hombre, un trozo de papel arrugado. “Querido padre y madre”, decía. “Por favor, perdónenme por no poder comprar su medicamento nunca más. Querido hermano, por favor atiende a nuestros padres”.
La nota a continúa con el nombre de la aldea de donde era originaria la víctima. “Envíen mi cuerpo allí”.
En otro caso, los trabajadores encontraron dos cuerpos cubiertos de polvo. Un hombre y una mujer abrazados mientras esperaban la muerte.
Khan, el periodista, recordó cuando encontró a un hombre atrapado de la cintura hacia abajo, bajo una pesada losa de hormigón. Despertó por el flash de las cámaras de los fotógrafos, y suplicó ser rescatado.
“¡Hermanos, por favor, sálvenme por favor, sálvenme!” insistió. Durante tres días suplicó.
Pero había poco que se pudiera hacer. La losa fue demasiado pesada para levantarla, dijo Khan. El hombre murió.
Pero los milagros mantienen a los trabajadores a ir.
Una mujer fue rescatada después de más de 45 horas. Ella quedó atrapada debajo de una máquina. Después de no poder sacar su mano, los equipos de rescate tuvieron cercenarla. Pero ella vivía.
Otra mujer que inició su parto y dio a luz mientras estaba atrapada también fue sacada con vida. Su bebé también vive.
La espera desesperada
Fuera del perímetro de la zona de rescate, los familiares esperan, de la mano, pronunciando oraciones en silencio, sosteniendo fotos de los familiares desaparecidos.
Atrás quedaron los lamentos y el llanto de los primeros días después de que el edificio se derrumbó el miércoles.
Como la esperanza murió, también lo hicieron las lágrimas.
Cada vez que un cuerpo sale —vivo o muerto—, la gente corre desesperada hacia las ambulancias. La carrera termina en un grito de júbilo salvaje en algunos casos. Pero en la mayoría, los sollozos siguen.
“La situación es tan impotente”, dijo Khan. “No saben cómo levantar estas losas. Ellos no tienen el equipo adecuado”.
Los periodistas Farid Ahmed y Sajjad Hussein contribuyeron con este informe desde Savar, Bangladesh