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Mundo

OPINIÓN: ¿Qué lleva a un hombre a comerse el corazón de otro?

Por cnninvitationsaccount

Por James Dawes, especial para CNN


Nota del editor: James Dawes es director del Programa de Derechos Humanos del Macalester College y escribió el libro Evil Men (Hombres malvados, Harvard University Press, 2013).

(CNN) — Un rebelde sirio extrae el corazón de un hombre muerto y lo muerde. Sus compañeros replican: "Dios es grande".

Esto se ve en un video que circula por Internet. El perturbador material ha hecho que todo el mundo se pregunte: ¿Qué clase de personas pueden hacer esto?

Nos decimos que esos hombres deben ser monstruos, gente totalmente diferente a nosotros, a la que nunca entenderíamos. Pero no significa que sea cierto. Simplemente es más cómodo para nosotros pensarlo de esa manera.

La posibilidad más aterradora a la que debemos enfrentarnos es que un mal semejante no es horrorosamente inhumano ni está fuera del alcance de nuestro entendimiento. Es humano, muy humano.

¿Cómo es posible que un hombre común haga cosas tan terribles? Los criminales de guerra que he conocido no empezaron profanando cadáveres, torturando a los aldeanos o asesinando niños. Llegaron paulatinamente a eso. Hay algunos que son monstruos por naturaleza, pero la mayoría de los monstruos se crean.

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Esta es la forma.

Primero, toma a un hombre (sí, la mayoría de las veces pertenece a este género) y aíslalo. Sepáralo de su familia y amigos y enciérralo en una burbuja de información, una caja de resonancia fuera del mundo exterior. Haz que concuerde con los valores de su nuevo grupo por medio de la explotación de su inseguridad y su necesidad de aprobación. Este es el primer paso de toda guerra. Luego, entrénalo para pensar que el mundo es blanco y negro, que no hay tonos de gris. Debe pensar de forma binaria: eres mi amigo o mi enemigo, eres puro o impuro, la gente que amas está a salvo o está en peligro inmediato... Es absolutamente correcto o absolutamente equivocado.

Luego, agótalo físicamente. Derrota a su cuerpo y a su espíritu —por medio de un entrenamiento brutal o de un combate prolongado— hasta que no pueda pensar con claridad. Somételo a un sistema de castigos crueles y arbitrarios con recompensas igualmente tiránicas.

Condiciónalo para que se sienta indefenso. Un hombre que siente que ha perdido el control sobre su vida es un peligro, porque lastimar a otros le hace sentir que tiene el control.

Después —y esta es la parte más importante—, ve poco a poco. Llévalo paso a paso hacia las atrocidades. Ponlo en un ambiente extraño y aterrador con un mínimo de orden. Deja que la agresión se intensifique. Cada acto violento que cometa al tratar de sobrevivir hará que el siguiente paso parezca más fácil y natural.

La primera vez que asesine a otra persona será aterradora. La segunda, será difícil. La tercera o cuarta vez, empezará a parecer fácil. Tarde o temprano competirá con sus compañeros para ver quién lo hace más rápido, con mayor frecuencia y creatividad.

Al ver videos como este, al pensar en estas cosas, es fácil perder la esperanza. En la guerra, ¿estamos condenados a caer en la barbarie?

La respuesta es no. La pesadilla que muestran esas imágenes no es inevitable. Para detener las atrocidades, se pueden usar los mismos pasos que se usaron para crearla: solo necesitas revertir el proceso. Algunas personas nacen como héroes morales, pero la mayoría se hacen. Así es como se logra.

Primero, toma a un joven y empieza poco a poco. Llévalo hacia el altruismo y los valores paso a paso. Cada pequeña cosa que haga para aliviar el sufrimiento de otro ser humano o para pelear contra la injusticia logrará que el siguiente acto parezca más fácil y normal.

Luego, dale un sistema de reglas que tenga consecuencias predecibles. Enséñale que tiene la capacidad de elegir en su vida y que esas elecciones tienen importancia. Después, demuestra que los problemas del mundo no se reducen simplemente a "nosotros contra ellos", "el bien contra el mal". Dile que no hay soluciones fáciles a los problemas complejos. Que aprenda a tolerar, sin miedo ni ansiedad, debe entender que la vida es ambigua e incierta.

Finalmente —para quienes tienen hijos pequeños, como tú y como yo— enséñales a buscar a "los otros": clubes y grupos, fuentes de información alterna, nuevos lugares por conocer, distintas clases de personas y diferentes valores culturales. Que sean conscientes de la diversidad, para que cuando llegue el momento de ir a la guerra, siempre recuerden ver el mundo a través de los ojos de los demás. Pelearán, pero lo harán contra un enemigo al que verán como una persona igual a ellos. Verán su humanidad y al hacerlo, conservarán la propia.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a James Dawes.