Por James Martin
Nota del editor: James Martin es un sacerdote jesuita, colaborador de la revista American y autor de The Jesuit Guide to (Almost) Everything. Su libro Jesus: A Pilgrimage será publicado en marzo de 2014. Síguelo en su cuenta de Twitter @JamesMartinSJ.
(CNN) – Casi no podía ver las fotos, pero sabía que debía hacerlo.
El miércoles, en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco conoció, abrazó y besó a un hombre que sufre de una rara enfermedad llamada neurofibromatosis, una condición dolorosa que desfigura la piel.
Las fotos del papa abrazando a este hombre cuya cara estaba cubierta con tumores tocaron las fibras más sensibles de la gente alrededor del mundo. Cuando lo subí a mi página de Facebook, recibí casi 300 comentarios en un día.
¿Por qué estas fotos le hablan tan profundamente a tantas personas? Sugeriré tres razones:
Para todos los cristianos, la imagen del Papa abrazando hicieron recordar las memorias de un hombre a quien el arzobispo Jorge Mario Bergoglio hizo referencia después de su elección como Papa: San Francisco de Asís.
Cuando era joven, al montar su caballo un día afuera de Asís, Francisco se encontró con un leproso, una persona que sufría una de las muchas enfermedades comunes de la piel durante inicios del siglo XIII.
Desde la infancia, Francisco le había tenido pavor a los leprosos. Y sin embargo debido a un sueño en el que Dios le pidió a Francisco que cambiara su vida, el joven con un oscuro pasado vio algo nuevo que se le estaba pidiendo. Él bajó de su caballo, puso una moneda en la mano del leproso y lo besó.
Cuando subió a su caballo de nuevo y se dio la vuelta para decirle adiós, Francisco vio que el leproso había desaparecido: la leyenda dice que era Cristo.
Fue un momento crucial en la vida de Francisco de Asís: desde ese entonces él se dedicaría a los pobres y los marginados. Él había abrazado, usando el famoso dicho de la Madre Teresa, “El pobre es Cristo disfrazado de mendigo”.
El Papa ha hecho lo mismo; los cristianos reconocen esto en un nivel muy profundo.
En términos más generales, el abrazo del Papa hace recordar las imágenes de Jesús sanando a los leprosos, una vez más, un término general para una serie de enfermedades de la piel comunes en el primer siglo en Judea y Galilea.
En un tema frecuente de los evangelios, Jesús de Nazaret no solamente cura pero toca a las personas consideradas “sucias”, con quienes se corría peligros si se estaba cerca de ellas y no dignas de la inclusión en sociedad.
En el Evangelio de Marcos, un leproso le ruega a Jesús que lo cure, diciéndole “si tú lo eliges, tú puedes sanarme”.
El Evangelio de Marcos explica lo que paso después: “movido por la compasión, Jesús estiró su mano y le dijo: ‘sí lo elijo. sé limpio’”. Inmediatamente la lepra dejó al hombre y se volvió limpio”.
Pero la traducción al inglés de esta ponderosa historia no es tan fuerte.
La palabra griega original para “movido por la compasión” es la griega “splagchnistheis”.
Esto significa que Jesús sintió compasión en sus intestinos, el lugar en donde los ancianos creen que residen las emociones. En otras palabras, Jesús lo sintió en sus entrañas. Este es el tipo de compasión que se nos pide que tengamos y expresemos. Este es el tipo de compasión que vemos en la foto del abrazo del papa.
Aún más amplio, para los creyentes, el beso del papa nos recuerda a Dios. Esta es la manera en que Dios nos ama. Dios nos ama en todo nuestro dolor, en todas nuestras luchas, en toda nuestra humanidad.
Pocos de nosotros sufrimos de una enfermedad tan terrible como el hombre de la foto, no muchos de nosotros estamos desfigurados físicamente. Pero muchos de nosotros nos sentimos desfigurados internamente, no sintiéndonos merecedores de amor incondicional. Y sin embargo Dios no quiere más que abrazarnos fuerte como el abrazo del papa.
En esta foto, en un nivel más profundo de lo que quizás seamos capaces de reconocer, vemos una imagen de Dios.
En la parábola del hijo pródigo, la historia de Jesús sobre la reconciliación de un padre con su hijo, hay una línea maravillosa. Cuando el hijo rebelde regresa a casa, después de desperdiciar su legado en una vida de libertinaje, Jesús dice que el padre, viendo a su hijo a lo lejos, corre para saludarlo. En el griego original describe al padre haciendo algo maravilloso.
La traducción al inglés del Evangelio de Lucas dice que el padre “corrió y puso sus brazos alrededor de su hijo y lo beso”. De nuevo, una traducción literal del griego original es más bella, y resonará con cualquiera que vea las fotos. “Kai dramōn epepesen epi ton trachēlon autou kai katephilēsen auton”, que puede ser traducido como “y corriendo, cayó sobre su cuello y lo beso fervorosamente”.
¿Alguna vez has pensado en cómo es el amor de Dios?. Observa a Jesús. Mira a San Francisco de Asís. Y observa al Papa.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a James Martin.