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México

'El Chapo' Guzmán

OPINIÓN: La captura de 'El Chapo' es simbólica, pero no es la panacea

Por CNN en Español

Por Carl Meacham

Nota del editor: Carl Meacham es director del Programa de las Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un 'think-tank' con sede en Washington. 

(CNN) — Este sábado, Joaquín El Chapo Guzmán, el líder del cártel de Sinaloa, fue capturado en un esfuerzo conjunto entre las autoridades mexicanas y la agencia antidrogas de EE.UU., la DEA.

Su detención es la culminación de una cacería transcontinental de 12 años para derribar al hombre que internacionalizó el comercio de drogas de México.

Fotos de la captura del Chapo Guzmán

La importancia de Guzmán Loera para el crimen organizado transnacional difícilmente puede exagerarse. De América a Europa, del occidente de África a Australia, él era —en un sentido perverso— un innovador: fue el primero en desarrollar una verdadera red global criminal y de narcóticos, que eventualmente le generaría 3,000 millones de dólares anuales, de acuerdo con un documental de la cadena Univisión titulado El Chapo: CEO of Crime (El Chapo: CEO del crimen).

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Y la leyenda del capo es aún mayor. Muchos, incluido ese documental, le atribuyen a él la construcción de los primeros túneles bajo la frontera entre México y Estados Unidos, a la par de los sobornos a varios funcionarios de EE.UU. y un derramamiento de sangre cada vez mayor por la lucha entre el cártel de Sinaloa y el grupo criminal de Los Zetas.

El año pasado, la ciudad de Chicago lo nombró Enemigo Público número 1 —un título que fue usado por última vez en la década de 1930, con Al Capone— a pesar de que Guzmán Loera jamás ha puesto un pie ahí, según la revista Forbes. 

El Chapo ha sido llamado el Osama bin Laden del tráfico de drogas, pero más elusivo.

Dado su rol en el tráfico de drogas —sin mencionar su importancia inflada en el imaginario colectivo— es difícil exagerar el significado simbólico de su captura.

El simple alcance de sus operaciones, hacer una verdadera corporación y la internacionalización del tráfico de drogas, así como la cacería de 13 años que precedió a su detención este fin de semana, aportan un peso simbólico inmensurable a su aprehensión.

En los meses siguientes podría ser extraditado a Estados Unidos, donde muchos creen que su juicio y su eventual aprisionamiento estarán aislados de su poder y la corrupción, que tan efectivamente lo han protegido en México.

La detención de uno de los narcotraficantes más buscados en el mundo proveerá una mirada valiosa a las vastas redes que él estableció, pero probablemente no disminuirán la demanda de productos para cuyo tráfico Guzmán era un experto.

El narcotráfico continuará, así como la violencia y la inseguridad que lo acompañan.

En el futuro inmediato, el arresto de El Chapo puede generar cierta inestabilidad, pero pocos creen que esto significará el fin de su negocio. El alcance de su poder sugiere que en su ausencia, otros líderes —ya sea de su propio cártel de Sinaloa, a través del grupo de su socio Ismael El Mayo Zambada o de un rival como Los Zetas o Los Caballeros Templarios— buscarán llenar sus zapatos. Y este movimiento puede estar acompañado de un nuevo enfoque, también.

Con el verdadero mandamás del narcotráfico internacional tras las rejas, podríamos ver, al menos a corto plazo, un repunte de la actividad de los cárteles en el hemisferio occidente hasta que emerja el próximo capo con aspiraciones transcontinentales.

A la par, mientras se hace el ajuste por su captura, su arresto podría fomentar que los cárteles en todo México aumenten sus actividades no vinculadas con el narcotráfico, en específico secuestros y extorsiones.

El arresto de El Chapo es una victoria clave y simbólica que habla del éxito de los esfuerzos bilaterales entre EU y México en contra del crimen transnacional. Pero ver los eventos de este fin de semana como algo más que una batalla en una guerra mayor, sería muy optimista.

Los cárteles de la droga seguirán sus operaciones violentas con o sin El Chapo, así que su arresto no puede ser visto como el punto final sino como un punto de partida para los esfuerzos coordinados por desmantelar lo que él y sus contemporáneos han construido.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Carl Meacham.