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Por Sheena McKenzie y Becky Anderson

Nota del editor: La serie Leading Women te conecta con las mujeres extraordinarias de nuestro tiempo. Cada mes conocemos a dos mujeres líderes en su campo y exploramos su carrera, su vida y sus ideas.

(CNN) — La llaman la Zarina, es una exvendedora de equipo para circuitos impresos que por azar se sentó en un avión al lado de uno de los magnates más ricos del mundo y ahora dirige su empresa.

Margarita Louis-Dreyfus preside el gigante de las materias primas, Louis Dreyfus Holdings, y su fortuna se calcula en 6.000 millones de dólares, según la revista Forbes.

Quedó huérfana a los siete años, cuando sus padres murieron en un accidente ferroviario; su abuelo la crío en la entonces Unión Soviética y estudió Derecho en la Universidad Estatal de Moscú.

Conoció a su futuro esposo, el multimillonario Robert Louis-Dreyfus, en un avión en 1988. Cuando él murió de leucemia, dos décadas después, la madre de tres hijos quedó a cargo de una de las mayores empresas de materias primas del planeta, además del club de futbol francés Olympique de Marsella.

Tal vez no reconozcan la empresa Louis Dreyfus, que tiene 160 años de antigüedad, pero comercia con 70 millones de toneladas de productos agrícolas cada año y emplea a 30,000 personas. Desde 1851, se había transmitido de un heredero varón al siguiente. Pero con Margarita cambió la historia.

Margarita Louis Dreyfus habló con Leading Women de CNN sobre el hecho del “destino” que la llevó a sentarse al lado de su futuro esposo; de la forma en la que su enfermedad le enseñó a manejar a los “grandes egos”, y de sus planes para una empresa que afirma que alimenta y viste a 500 millones de personas en todo el mundo.

“Mis recuerdos de mi crianza en San Petersburgo son muy positivos. Crecí sin mis padres, pero con mi abuelo. No me sentí realmente abandonada, recibía amor suficiente de él. Entre semana estaba en el internado y me divertía con mis amigos cuando iba a casa los fines de semana. No pasaba frío en invierno. Lo digo porque mucha gente cree que pasé hambre. La Unión Soviética de las décadas de 1960 y de 1970 estaba bien. Claro que no tenía los lujos que los niños tienen actualmente, pero tenía libertad. Tenía tiempo para leer, lo que en general era muy importante para los niños rusos. Eso me dio una idea de la amplitud del mundo y me dio el deseo de conocerlo”.

“Conocí a Robert en un avión que iba de Zurich a Nueva York.Hicimos escala en Londres: él acababa de asumir la presidencia de Saatchi & Saatchi y yo iba de vacaciones de Suiza a Nueva York. Nos encontramos brevemente en el avión. Sostuvimos una breve conversación y cuando regresé de vacaciones nos volvimos a reunir. Él iba a Suiza todos los fines de semana porque su perro estaba allá. El avión estaba vacío y la computadora nos sentó juntos; yo me preguntaba por qué… pero fue algo así como el destino”.

“En cuanto di a luz a los gemelos me enteré de que Robert tenía leucemia. Nadie pudo volver a llevar una vida normal. Había sido ama de casa hasta que nacieron los gemelos. Luego llegó esta gran enfermedad que cambió completamente nuestra vida. No podíamos tener unas vacaciones familiares normales, en las que todos estuvieran contentos y corriendo por allí. La enfermedad siempre estaba presente y viajábamos para ver distintos médicos, pero teníamos grandes esperanzas de tener aún muchos años más”.

“El mundo de la medicina también es un mundo de hombres. En los tres años en los que Robert luchó por su vida tuve que reunir en una sola mesa a cinco importantes profesores de todo el mundo. Cada uno tenía ideas distintas y estrategias distintas y las usaban para que se adoptara su decisión. Así que en mi caso sentí la fortaleza de la mujer, porque todos estos hombres tienen egos grandes y yo estaba allí para absorber esos egos, darles la sensación de que se respetaba su opinión… aunque no la siguieras. Más tarde, cuando llegué al mundo masculino de las materias primas, en el que también hay grandes egos, usé esta experiencia. Nadie lo sabe todo, así que lo principal es trabajar juntos”.

“La Fundación Louis Dreyfus se enfoca en dar algo a cambio. Es un nuevo proyecto para nosotros; ahora tiene un año y toda la idea gira alrededor de la educación. En Israel, por ejemplo, la orquesta juvenil incluye a niños árabes y niños judíos que aprenden a amar juntos por medio de la música. Sabes que ‘educación’ es una palabra mágica. Esta palabra mágica también se vuelve importante para nuestra fundación… educar a los agricultores para producir sosteniblemente y para alimentarse”.