Por Keiron Monks, para CNN

(CNN) – Los mapas de los teléfonos inteligentes son buenos para ubicarte, hasta que pierdes la señal. Pero podrías evitar perderte en el bosque con un sistema de orientación insertado en tu cuerpo.

El ingeniero electrónico y biohacker Brian McEvoy ha diseñado la primera brújula interna, y será la primera persona en probarla. El “Southpaw” (inspirado en la pulsera North Paw) funciona al sellar una mini brújula en una recubierta de silicio, dentro de una capa completa de titanio, para ser implantada debajo de la piel. Sobresale una hebra ultra fina, que se activa cuando el usuario se encuentra en dirección hacia el norte, al producir un ligero roce de alerta en la parte inferior de la piel.

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“Por tener la forma de un disco, su mejor ubicación sería cerca del hombro”, dijo McEvoy, antes del procedimiento. “No preveo ningún problema de seguridad”. Los materiales y la forma han sido elegidos por la tolerancia del cuerpo hacia ellos, pero el biohacker de Minnesota está trabajando con expertos para minimizar el riesgo antes de someterse al procedimiento.

Aunque solo McEvoy recibirá el implante, Southpaw ha sido un proyecto de colaboración, desarrollado por el principal foro Biohack.me, el cual se basa en el conocimiento compartido de laboratorios de ciencia ciudadana alrededor del mundo. Para estos dedicados entusiastas de lo creativo cuyas metas establecidas incluyen la vida eterna y aprender a volar, el paradigma para la tecnología ha pasado de ser portátil a los implantes.

Los imanes y los microchips son un estándar para los miembros de la comunidad, a menudo por un valor estético o novedoso. Pero los implantes están creciendo en sofisticación hasta ofrecer aplicaciones prácticas, como la micro computadora “’Circadia” desarrollada por Grindhouse Wetware, una compañía filial de Biohack.me, la cual el director ejecutivo Tim Cannon se implantó en su brazo el año pasado, y esta logró recopilar y transmitir información de la temperatura vía Bluetooth.

Otra de las estrellas del foro, Rich Lee, ha sido el primero en aplicar el uso de imanes. Con uno implantado en cada oreja, él puede escuchar música a través de ellos, por medio de una bobina magnética alrededor de su cuello, que convierte el sonido en campos electromagnéticos; así, se crearon los primeros “audífonos internos”.

Pero sus experimentos van mucho más allá del sonido. “Es un sexto sentido”, dice Lee. “Los implantes me permiten detectar diferentes sensores, así que puedo ‘escuchar’ el calor desde la distancia. Puedo detectar campos magnéticos y señales inalámbricas, una gran parte del mundo de la que no tenía conciencia”.

Hay un propósito práctico para los experimentos de Lee, ya que sufre de un deterioro de su visión y espera mejorar su orientación a través de una mayor conciencia sensorial, y está aprendiendo a trasladarse por medio de la ecolocalización. Pero él ve estos ajustes hechos a su cuerpo como un descubrimiento en lugar de un ensayo médico.

“Es casi erótico cuando sientes algo totalmente inesperado cuando antes no había sensación. Quieres indagar y aprender más. Esta es una aventura para mí”.

Muy apropiadamente, una prioridad entre los 130 proyectos de Lee son implantes de la ‘industria de adultos’ para zonas erógenas a fin de maximizar el placer, para lo que espera habrá mucho interés comercial. Otro dispositivo para la nariz tendría como objetivo controlar la temperatura corporal, lo cual aumentaría la resistencia y la capacidad física.

Lee está convencido de que mejorar los implantes se equipara a un mejor cuerpo y a una mejor vida, y no pone límites respecto a qué procedimiento se sometería. “Si salen nuevos modelos cada 18 meses, los compraría. Así como las personas reaccionan con los celulares, así reacciono yo con los implantes”.

Parece que la disponibilidad ciertamente mejorará. El escritor y biohacker Frank Swain, quien padece de audición degenerativa, ha asegurado un respaldo comercial para un nuevo tipo de implante que convertiría la información del ambiente (como señales de redes inalámbricas) en sonidos que le permitirían al usuario orientarse. Este otoño se dará a conocer un prototipo.

A una escala mayor, varios cientos de chips RFID están siendo enviados alrededor del mundo a los patrocinadores de una exitosa campaña de financiación conjunta. Amal Graafstra, un entusiasta de los implantes que recibió su primer chip en 2005, lanzó la campaña por medio de su emprendimiento Dangerous Things, y afirma que se trata del programa más grande de implantes hasta ahora que no es parte de un programa médico.

“Somos los primeros en poner implantes compatibles con la comunicación de campo cercano (NFC, por sus siglas en inglés) en el mercado de esta forma”, dice Graafstra, quien agrega que los recientes avances han permitido desarrollar chips con una mayor memoria y potencial. “Hay 880 bytes de espacio, relativo a 97 en la generación anterior, así que antes podías almacenar un nombre y número telefónico, pero ahora tiene una capacidad mucho mayor”.

Graafstra ya utiliza sus implantes como contraseñas universales, para desbloquear barreras físicas y electrónicas. Una tecnología similar ya es ampliamente utilizada en los sistemas de pago con tarjeta sin contacto y en las etiquetas de la ropa, y Motorola está desarrollando una ‘píldora con contraseña’ que un usuario se puede tragar y tener acceso a sus dispositivos sin la molestia de recordarlas.

Graafstra recomienda que las personas que compren sus chips se sometan al procedimiento con especialistas aprobados, pero incluye una guía “hazlo tú mismo” para quienes insistan en hacerlo solos. “Principalmente, me involucré en esto para fomentar estándares de seguridad”, dice Graafstra. “Cuando acababa de empezar, las personas estaban usando los equipos equivocados, y tenían accidentes terribles, así que este es un paso para estandarizar los procedimientos”.

En Estados Unidos y gran parte de Europa, a los médicos profesionales les prohibirían implantar el dispositivo, y hay una desconfianza generalizada hacia los biohackers. “Cualquier persona que se haga esto a sí mismo debe detenerse”, dice el Dr. Anthony Giuseppe-Elie, profesor de bioingeniería en la Universidad de Carolina del Sur, y editor de la revista Bioengineering; él hace énfasis en el principio médico de resolver problemas en lugar de hacerle mejoras a las personas saludables.

Aún así, Giuseppe-Elie acepta que los biohackers podrían ser impulsores de la aceptación pública de tecnologías emergentes, como los implantes cocleares y de retina que tienen un rotundo éxito en mejorar las condiciones de las personas con problemas auditivos o de visión.

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“La percepción pública ha sido la principal barrera; los implantes hacen que las personas se sientan incómodas”, dice Guiseppe-Elie. “Pero hemos visto que pueden tener un gran impacto”. Los implantes RFID también tienen un valor demostrado con los pacientes que padecen de Alzheimer, añade, y su uso podría ser extendido.

Para minimizar el aspecto invasivo, Guiseppe-Elie sugiere dos consideraciones importantes. “Deben ser pequeños y de fácil alimentación, para que las operaciones adicionales no sean necesarias”. Respecto a la última consideración, las bobinas de inducción y las células de biocombustible que utilizan la energía de cuerpo son soluciones que están en desarrollo.

Otra dirección, la cual su equipo está investigando, son los “tatuajes electrónicos” equipados con sensores que se ubican en la piel y pueden medir signos vitales sin la necesidad de una cirugía invasiva, y los transmiten por medio de tecnología inalámbrica. Los tatuajes han sido un concepto popular y están en la fase de desarrollo comercial, promocionados por su versatilidad; pueden ser impresos en el cuerpo y tienen un uso relativamente casual (los mismos pacientes pueden aplicarlos).

Los tatuajes también podrían imprimirse en la cabeza para leer las ondas cerebrales, aunque la distancia limitaría la exactitud. Los implantes para el cerebro podrían dar más información, pero representan el mayor riesgo, así como la mayor recompensa. Si el cuerpo rechazara cualquier material, el paciente podría perder la vida.

Aun así, el Wellcome Trust en el Reino Unido ha empezado un ensayo con pacientes que padecen de Alzheimer que portan un chip de silicio en el cerebro, a fin de predecir episodios peligrosos, y poder estimular las neuronas debilitadas. Los investigadores militares de Darpa también están experimentando con un chip implantado en humanos para ayudarlos a controlar el trauma mental que sufren los soldados.

Este último caso presenta un reto al principio médico en contra de utilizar implantes para hacer más que devolverle a los humanos sus facultades naturales, ya que Darpa cree que su chip con el tiempo podría condicionar a los soldados para que estén listos para la batalla por medio de mejoras en la conciencia, memoria y estado de ánimo. Independientemente de que sea la industria o los entusiastas quienes están llegando al límite, parece que el 100% ya no es suficiente, a medida que los implantes se vuelven disponibles y cada vez más poderosos.