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Estados Unidos

¿Deberían las escuelas prohibir las tareas?

Por Juan Andrés Muñoz

Por Etta Kralove, CNN

Nota del editor: Etta Kralovec es profesora adjunta de educación del maestro y directora del programa de educación para maestros en el último año en la Universidad de Arizona South. Escribió "The End of Homework", "Schools That Do Too Much" y "Identity in Metamorphosis". Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente las de la autora.

(CNN) -- Ahora que inicia un nuevo año escolar, las tareas son el centro de atención en muchos hogares. Los padres se preocupan por que sus hijos hagan las tareas asignadas, mientras los niños se preguntan por qué tienen que trabajar cuando lo que prefieren es jugar al aire libre.

Hay buenas noticias para algunas familias en Quebec.

El College de Saint-Ambroise, una escuela primaria en Quebec, ha prohibido las tareas para los niños de primero a sexto grado durante un año. Los medios canadienses estallaron con blogs, tuits y programas de entrevistas por la radio en los que cuestionaban la decisión o aplaudían la acción.

Los intentos de prohibir tareas no son nuevos. En 2012, el presidente Françoise Hollande de Francia propuso prohibir las tareas para todos los estudiantes de escuelas primarias y secundarias, lo cual fue categóricamente ridiculizado por el Wall Street Journal. En el mismo año, una escuela en Alemania decidió eliminar las tareas para los estudiantes de quinto a noveno grado.

Curiosamente, cuando las escuelas deciden prohibir las tareas, es noticia importante, pero sabemos poco sobre qué ocurre después. Lo que sí sabemos es que Finlandia deja pocas tareas y sus estudiantes tienen algunas de las mejores puntuaciones en los exámenes en el mundo.

El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles -el segundo sistema escolar más grande de Estados Unidos- tomó un enfoque distinto.

En 2011, estableció una política respecto a que las tareas no podían representar más del 10% de la nota de un estudiante. La decisión causó tal indignación que se formó un panel de 15 miembros y posteriormente se cambió la política para que las tareas representaran el 20% de la nota de un estudiante.

Este tipo de intenso debate en torno a las tareas tiene una larga historia. Por ejemplo, en la década de 1920, algunos médicos se preocuparon por el impacto que las tareas tienen en la salud de los niños.

Ellos argumentan que los niños necesitan entre seis a siete horas al día de aire fresco y sol. En la década de 1930, el editor Edward Bok de la revista Ladies Home Journal también hizo un llamado a ponerle fin a la práctica. Durante el resto del siglo XX, distintos informes de investigación se utilizaron para apoyar o desestimar la práctica; sin embargo, aún persiste a pesar de la falta de claridad sobre su valor educativo.

Lo que está claro es que los padres y los hijos no viven en el mundo de la investigación académica; viven en el mundo real, donde las tareas se amontonan sobre la mesa de la cocina.

La experiencia de las tareas es muy distinta, dependiendo de en qué lado del espectro económico te encuentras. La distribución desigual de los recursos educativos significa que algunos cuando llegan a casa tienen niñeras, bibliotecas bien surtidas, tutores, padres con buena educación y una conexión a internet de alta velocidad. Otros estudiantes llegan a casa a cuidar de sus hermanos en apartamentos pequeños, a menudo con padres ausentes que apenas tienen lo suficiente para subsistir. El problema de la desigualdad fue una razón principal por la que el Presidente francés propuso prohibir las tareas.

¿Qué pasa con las esperanzas educativas que los padres tienen para sus hijos?

Las tareas obligan a las familias a seguir la agenda educativa del Estado. La mayoría de padres están dispuestos a entregar a sus hijos al estado durante siete a nueve horas al día para que sean enriquecidos desde el punto de vista educativo. Pero también quieren construir una familia rica con sus hijos, y las tareas pueden interferir con eso. Por ejemplo, si los padres quisieran que sus hijos se involucraran activamente con los abuelos o actividades de la iglesia por la tarde, eso se interpondría con el tiempo de las tareas.

Quién controla el tiempo de un niño tiene tremendas implicaciones en el debate respecto a las tareas. ¿Deberían los niños pasar 9 horas en la escuela solo para venir a casa y pasar otras 2 horas haciendo tareas? ¿Podría la intensa presión que existe sobre los niños para que les vaya bien académicamente tener impactos negativos en la salud en el futuro, además de la creciente incidencia de obesidad infantil que estamos viendo?

Cuando las escuelas intensifican la presión para tener un mejor desempeño académico, una de las primeras cosas que desaparece es el receso incluso a medida que las tareas se acumulan.

Mientras los eruditos debaten el valor de las tareas (y expertos, políticos y educadores hacen un llamado a que hayan más opciones educativas, una mayor estandarización y rendición de cuentas para las escuelas), los padres se sienten abrumados. La presión de los días escolares más largos y una mayor cantidad de tareas no contribuyen al asunto.

Los padres que quieran conectarse de forma personal y significativa con sus hijos después de un largo día de trabajo harían bien en recordar que tienen el derecho a pasar tiempo en familia sin las interrupciones de las tareas. También harían bien en recordar cuál es la opinión de sus hijos sobre el impacto que las tareas tienen en su vida.

Demasiadas tareas podrían no ser algo bueno, en especial para los niños más pequeños. Para las familias que estén interesadas en desocupar la mesa de la cocina, pueden encontrar apoyo y consejería por parte del creciente movimiento llamado Healthy Homework.

Después de todo, se trata de cómo quieres equilibrar el trabajo, la familia, las metas educativas y la felicidad.