(CNN) -— Cientos de combatientes kurdos provenientes de Turquía llegaron a la ciudad siria de Ayn al-Arab para unirse a un grupo kurdo que está peleando contra ISIS, informaron activistas este sábado.
Los combates entre el grupo kurdo, conocido como la Unión de Protección de la Gente (YPG) e ISIS están teniendo lugar en esa ciudad siria, de mayoría kurda, de acuerdo con el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos.
Ayn al-Arab, o Kobani, como es conocida por los kurdos, está rodeada por ISIS en tres frentes, ya que la frontera turca se encuentra al norte. Ya está en su mayoría bloqueada por el grupo extremista islámico, pero en los últimos días 60 villas cayeron bajo el control de los militantes, de acuerdo con el observatorio.
ISIS, que se refiere a sí mismo como el Estado Islámico, tomó el control de 39 villas tan solo este viernes.
Mostafa Baly, un activista kurdo dentro de Ayn al-Arab, dijo a CNN este sábado que ha habido fuertes combates entre ISIS y los YPG a 20 kilómetros al este de la ciudad.
Cientos de combatientes kurdos están llegando de Turquía para unirse contra ISIS. “La gente kurda no quiere ir a los campos de refugiados, nos negamos a vivir en tiendas, la única opción es permanecer fuertes y derrotar a ISIS”, expresó, advirtiendo que 50.000 kurdos que viven en la ciudad están en riesgo de ser masacrados.
El miedo a una crisis humanitaria en Ayn al-Arab aumentó esta semana mientras los desplazados buscaban refugio pero se encontraron atrapados entre los combates y la frontera turca.
Turquía finalmente abrió sus puertas para ellos este viernes. El gobierno de Turquía informó este sábado que unos 45,000 kurdos huyeron de la violencia y entraron a las provincias de Saniliurfa y Gaziantep este viernes, de acuerdo con la agencia de noticias semioficial turca Anadolu.
Recibir a refugiados no es nuevo para Turquía y otras naciones vecinas. Cerca de 815.000 sirios vivían en Turquía hasta el mes pasado, solo una parte de los tres millones de personas que han huido de Siria desde que la guerra comenzó hace tres años, de acuerdo con cifras de la ONU.