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Enfermedades

Cómo mantener los virus alejados de los humanos

Por CNN en Español

Por Steve Osofsky

Nota del editor: Steve Osofsky es el director ejecutivo de salud de vida silvestre y política de salud en la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por sus siglas en inglés).

(CNN) — Se ha escrito mucho sobre los fracasos que la continua crisis del ébola en África Occidental representa: desde la verdadera falta de acceso a la atención sanitaria en varios países en vías de desarrollo hasta el hecho de que la primera línea de respuesta haya sido en gran medida la acción de voluntarios del sector no gubernamental.

Esta semana nos enteramos de que un perro en España que posiblemente había sido expuesto al ébola fue sacrificado por precaución, otro recordatorio de cómo el destino de las personas y los animales a menudo se entrecruza. Pero a los animales que deberían tener una mayor importancia cuando pensamos en el ébola no son los perros que tenemos como mascotas, sino la vida silvestre.

A medida que las pérdidas de vidas humanas y los costos financieros se siguen acumulando, vale la pena dedicar un momento a considerar que la mayoría de patógenos virales emergentes y renacientes como el ébola nos encuentran a través de la vida silvestre... o, para ser más exactos, nosotros los encontramos a ellos. ¿Cómo podemos intervenir de manera más efectiva para prevenir estos trágicos brotes de enfermedades?

Probablemente seguiremos invirtiendo millones en la caza de virus, en catalogar el inmenso conjunto de patógenos que merodean en la vida silvestre alrededor del mundo. Ése es un trabajo intrigante y desafiante, y tales esfuerzos probablemente seguirán revelando un subconjunto de patógenos de los que deberíamos preocuparnos.

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Sin embargo, cabe señalar que mientras probablemente hay cientos de miles, si no es que millones, de virus que no conocemos en la tierra y el mar, literalmente hay solo unos cuantos comportamientos humanos que probablemente pondrán a la humanidad en contacto con los virus potencialmente contagiosos que son portados por la vida silvestre.

¿Cómo encontramos virus portados por animales? Matamos animales y comemos o vendemos partes de su cuerpo; capturamos y vendemos animales y mezclamos especies en los mercados, e invadimos áreas de vida silvestre a escalas que son cada vez más dramáticas. Eso es todo. Hay cosas bastante directas en las que podemos enfocarnos. Por supuesto, nuestros posibles puntos de intervención requieren de información más detallada.

Lo que tenemos que saber a continuación es quién necesita comer animales. La seguridad alimentaria es uno de los principales derechos humanos. Muchas personas alrededor del mundo simplemente necesitan cazar para alimentarse a sí mismos y a sus familias. En el caso de esas personas, debemos identificar las especies que deberían evitar si es del todo posible.

Si es posible brindarles fuentes de nutrición alternativas y seguras, de forma práctica y confiable, entonces las personas simplemente deberían dejar de comer murciélagos y primates. Ésta no es la voz de la conservación; es la voz de la salud pública y el sentido común.

Debido a que los murciélagos se encuentran excepcionalmente posicionados en el reino animal como verdaderas fábricas de virus, necesitamos saber dónde es que la gente depende del acceso a murciélagos como una fuente de alimentos. Existen dichos sitios en el mundo, pero probablemente hay un igual número de lugares, si no es que más, donde los murciélagos son el alimento preferido, pero no el esencial.

Es importante señalar que el actual brote de ébola parece haberse originado cuando un niño de 2 años tocó un murciélago capturado o bien consumió carne de dicho animal.

Los murciélagos parecen ser una fuente única de virus zoonóticos (virus transmisibles de animales a personas), desde SARS y el ébola hasta el Nipah y la rabia... por solo mencionar algunos. Por esta razón, deberíamos trabajar para ponerle freno a la práctica de capturar, matar y consumir murciélagos, a que alteren los árboles donde se posan, y al establecimiento de granjas justo donde defecan y orinan.

Lo mismo aplica para los primates, nuestros parientes más cercanos. Compartimos muchas enfermedades con ellos, y de hecho sabemos que el VIH/SIDA surgió de la matanza y el consumo de chimpancés. Si podemos asegurarnos de que quienes necesitan alimentos los obtengan de otras fuentes, la humanidad estaría mucho mejor sin comer primates de ningún tipo.

¿Logrará esto el objetivo de detener todas las enfermedades emergentes? Por supuesto que no. Hay muchos otros animales salvajes (y domésticos) que portan patógenos que resultan preocupantes para la humanidad. Pero evitar a los murciélagos y primates sería un gran avance hacia reducir las probabilidades de que un virus dé ese salto importante de un animal a un huésped humano.

Sí, podemos y deberíamos preocuparnos por la salud de los perros desde una perspectiva de salud pública; la prevención de la rabia en humanos por lo general depende de los buenos protocolos de vacunación de los perros. Pero la noticia de la muerte del perro en España nos debería recordar, no distraernos, del hecho de que en todo el planeta, la salud de las personas está estrechamente vinculada a la forma en que interactuamos con el mundo natural.

Esto no se trata de insensibilidad cultural o de decirle a las personas hambrientas que dejen de comer. Se trata de hacer una distinción entre la necesidad y el deseo, reconociendo que las culturas a lo largo de la historia aprenden y se adaptan, de generación en generación. Los esfuerzos educativos deben dirigirse a revelarle a los consumidores estos caminos hacia las enfermedades, especialmente en áreas donde comer murciélagos y primates continúa siendo parte de una ausencia educativa dentro de un profundo apego cultural a la práctica.

Un número considerable de personas probablemente dejarían de comer especies de alto riesgo si una verdadera voluntad política y recursos entraran en juego. Para quienes consumen carne de animales silvestres de alto riesgo, que simplemente no tienen otras opciones alimenticias, necesitamos intensificar nuestros esfuerzos de desarrollo, reemplazando la dependencia de los animales silvestres con alternativas seguras y nutritivas, adecuadas al contexto local.

La vida silvestre y los patógenos que porta han estado presentes desde siempre. Muchos de los recientes brotes de enfermedades emergentes tienen una correlación directa con el hecho de que cada vez más personas siguen exigiendo más y más de la naturaleza en formas que no tienen precedentes e implican un alto riesgo.

Podemos tratar de encontrar y desentrañar la historia de vida de todos los virus de riesgo potencial. Pero necesitamos aliviar la pobreza, mejorar la seguridad alimentaria y aprovechar la capacidad que la cultura humana tiene de adaptarse para mitigar algunos de los factores actuales y evidentes que amenazan nuestra sobrevivencia.