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Ciencia y Espacio

El mito sobre las mujeres en la ciencia

Por CNN en Español

Nota del editor: Wendy M. Williams es psicóloga y profesora de desarrollo humano en la Universidad Cornell, donde fundó y co-dirige el Instituto Cornell para las Mujeres en la Ciencia. Stephen J. Ceci es profesor de psicología del desarrollo en Cornell.

La creencia predominante es que la contratación de mentalidad machista en la ciencia académica obstaculiza las carreras de las mujeres antes de que las mismas hayan siquiera empezado. La Asociación Americana de Profesores Universitarios y las comisiones de expertos dan fe de ello.

Un influyente informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos en 2006 llegó a la conclusión de que "en promedio, las personas son menos propensas a contratar a una mujer que a un hombre con cualificaciones idénticas", y señaló que los científicos e ingenieros "no están exentos".

A muchas estudiantes graduadas les preocupa que los prejuicios contra las mujeres en la contratación son inevitables. Un paseo a través de los departamentos de ciencia de cualquier facultad o universidad nos podría convencer de que la escasez de cuerpo docente de sexo femenino (20% o menos) en campos como la ingeniería, informática, física, economía y matemáticas debe reflejar el pensamiento machista a la hora de la contratación.

Pero los hechos dicen otra cosa. Las auditorías nacionales de contratación, algunas de las cuales datan de la década de 1980, revelan que las mujeres científicas han tenido una probabilidad significativamente mayor de ser entrevistadas y contratadas que los hombres. Aunque era menos probable que las mujeres solicitaran puestos de trabajo, si lo hacían, sus posibilidades de conseguir el trabajo eran generalmente mejores. La explicación común para esta aparente contradicción ha sido que las mujeres que sobrevivieron al intenso proceso de machismo y separación durante su capacitación universitaria, eran inusualmente talentosas, y por lo tanto merecían ser contratadas a un ritmo mayor que los hombres.

Pero, ¿existe evidencia en cuanto a esta afirmación?

Cuando buscamos en la literatura, no pudimos encontrar un estudio empírico del machismo en la contratación docente utilizando miembros reales del cuerpo docente como los evaluadores y enfocándose en campos en los cuales las mujeres son menos representadas. Así que nosotros mismos hicimos el estudio (el cual fue publicado esta semana en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences), y evaluamos a 873 miembros del personal docente en 371 instituciones en 50 estados. Para desentrañar el sesgo de sexo, creamos perfiles de los candidatos ficticios idénticos en todos los aspectos excepto en el sexo, y pedimos a la facultad que clasificara a estos candidatos para un puesto de titular de universidad.

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Hicimos cinco experimentos nacionales con estas candidatas y candidatos que, de no ser por el sexo, serían idénticos, para los cuales se hicieron variaciones sistemáticas en cuanto a sus atributos personales y estilos de vida en un diseño de contrapeso. Cada vez que enviamos cierta lista de candidatos a un miembro del personal docente de sexo masculino, enviamos la misma lista de candidatos con sexos invertidos a otro miembro del personal docente de sexo masculino, además de enviar ambas listas de candidatos a dos miembros del cuerpo docente de sexo femenino. Luego comparamos las clasificaciones de los miembros del cuerpo docente para ver qué tan contratable era cada uno de los candidatos en general.

Lo que descubrimos nos impresionó. Las mujeres tenían una ventaja general de 2 a 1 en su clasificación como la primera opción para el trabajo en todos los campos estudiados. Esta preferencia por las mujeres fue expresada de igual manera por miembros del cuerpo docente de sexo masculino como de sexo femenino, con la única excepción de los economistas varones, que se mostraron neutrales en cuanto al género en sus preferencias.

En algunas condiciones, la ventaja de las mujeres alcanzó el nivel de 4 a 1. Cuando las mujeres fueron comparadas con los hombres que compartían el mismo estilo de vida, las ventajas se acumularon a favor de las mujeres en todos los grupos demográficos... incluyendo mujeres solteras o casadas sin hijos, mujeres casadas y con niños en edad preescolar y madres divorciadas.

Para asegurar que la respuesta socialmente deseable no impulsara nuestros hallazgos, en uno de los cinco experimentos enviamos al cuerpo docente solo un candidato para su evaluación, en lugar de enviar un listado de tres candidatos seleccionados. Incluso sin ningún marco de referencia que fuera proporcionado por una comparación con otros candidatos, las mujeres fueron calificadas más alto y visualizadas como más contratables que los hombres con cualificaciones idénticas.

Interpretamos nuestros hallazgos en el sentido de que el sesgo antimujeres respecto a la contratación académica ha llegado a su fin. El cambio de valores culturales, la capacitación en cuanto a la conciencia de género y las tendencias tales como la jubilación de los miembros mayores del cuerpo docente nos han llevado a un tiempo en el que las mujeres en la ciencia académica se visualizan como elementos contratables más deseables que los hombres que son igualmente competentes que ellas.

Cuando vimos los efectos que tienen los estilos de vida en la contratación, surgieron algunos valores tradicionales. En una competencia entre un padre casado ​​con su cónyuge que se queda en casa y una madre divorciada con dos hijos en edad preescolar, igualmente calificada, los miembros del cuerpo docente de sexo femenino prefirieron contratar, 4 a 1, a la madre divorciada, pero los hombres pensaron lo contrario. (Sin embargo, debes considerar que ambos sexos prefirieron a la madre divorciada cuando la compararon con un padre divorciado).

En otra comparación en la que se examina el efecto de tomar un permiso parental de un año en la escuela de posgrado, se descubrió que los miembros del cuerpo docente de sexo masculino prefirieron a las madres que tomaron largos permisos parentales en tanto que los miembros del cuerpo docente de sexo femenino no lo hicieron. Quizá los hombres prefirieron a las mujeres que ellos percibían como buenas madres en lugar de las estereotípicas arribistas agresivas. A ningún miembro del cuerpo docente le interesaron los permisos parentales de los padres.

Nuestros resultados, junto con los datos actuariales sobre la contratación académica en el mundo real que muestran una ventaja a favor de las mujeres, indican que este es un momento propicio para las mujeres que inician sus carreras en la ciencia académica. El bajo número de mujeres en campos de la ciencia basados ​​en las matemáticas no son consecuencia de la contratación con mentalidad machista, sino más bien, en primer lugar, de las tasas más bajas de las mujeres que eligen ingresar a los campos basados en las matemáticas debido a las diferencias de sexo en las carreras preferidas y, tal vez, debido a la falta de modelos y mentores de sexo femenino.

Mientras que las mujeres pueden enfrentar el machismo antes y durante su educación universitaria y después de convertirse en profesoras, el único machismo que enfrentan en el proceso de contratación es un sesgo a su favor.

Las opiniones expresadas en este texto pertenecen únicamente a los autores.