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Noticias de EE.UU.

Kim Jong Un, ¿un dictador con miedo a perder el poder?

Por Christian Whiton

Nota del editor: Christian Whiton es presidente de la Hamilton Foundation y autor del libro Smart Power: Between Diplomacy and War. Fue enviado especial adjunto para los derechos humanos en Corea del Norte durante la presidencia de George W. Bush.

(CNN) — Se cree que a finales de abril, el dictador de Corea del Norte, Kim Jong Un, ordenó la ejecución de su ministro de Defensa por deslealtad.

Como lección poco sutil, al parecer se exigió que cientos de personas observaran mientras asesinaban a Hyon Yong-Chol con un arma antiaérea. Parece que como era un alto funcionario de Corea del Norte, era cada vez más peligroso.

El difunto ministro de Defensa inició su ascenso en el gobierno poco después de que Kim ordenara que sacaran de una asamblea formal, en diciembre de 2013, a Jang Song Thaek, su tío y el hombre al que se consideraba el regente no oficial del joven líder. Más tarde lo mataron —posiblemente por medios igual de exóticos—, según los informes de los medios estatales. Varios funcionarios más fueron objeto de la purga.

Esos acontecimientos son inusuales, incluso para Corea del Norte, en donde la disidencia política a cualquier nivel se recibe con el castigo más cruel; han sido pocas las ocasiones en las que se ha ejecutado a tantos altos funcionarios en oleadas sucesivas.

Entonces ¿qué hay detrás de estas maniobras, exactamente?

No es necesario decir que es extremadamente difícil descifrar qué está ocurriendo realmente en Corea del Norte, ya que tiene uno de los regímenes más represores de la Tierra. Sin embargo, algunos analistas creen que las actividades recientes indican que Kim está en una posición precaria.

Se cree que Kim teme profundamente que desafíen su dominio y por lo tanto está dispuesto a matar a quien considere un rival en potencia. La inseguridad acerca de su posición también explicaría la cancelación reciente del viaje que Kim había planeado a Moscú para celebrar el 70 aniversario del Día de la Victoria en Europa. Kim había programado asistir la semana pasada, pero canceló por "asuntos internos de Corea", según las autoridades rusas.

No obstante, la precariedad y la inseguridad son cosas muy diferentes. Aunque nadie del exterior lo sabe a ciencia cierta, hay indicios de que el régimen de Kim está estable.

La rápida expansión del comercio con China en años recientes ha ayudado a la economía (el gobierno chino a menudo señala que está harto del gobierno norcoreano, pero sus actos indican otra cosa).

Se cree que Corea del Norte posee hasta 20 armas nucleares y la capacidad de atacar directamente a América del Norte: probó recientemente su primer misil balístico lanzado desde un submarino. La propaganda estatal retrata a Kim como un personaje querido que reparte alegremente su sabiduría militar, industrial y social a un grado que iguala o supera al culto a su padre o a su abuelo.

Algunas de estas cosas indican que, a diferencia de la imagen de dictador asustado, inseguro y sin experiencia, Kim podría sentirse perfectamente cómodo en el rol de tirano efectivo. Es más, quienes piensan que las purgas de Kim incitarán a los funcionarios norcoreanos que temen ser los siguientes en la lista de ejecuciones a eliminarlo podrían salir decepcionados.

Uno solo tiene que examinar los reinados de Joseph Stalin y de Mao Zedong para ver que quienes están más dispuestos a asesinar a sus colegas también pueden ser los que duran más y los que rara vez se ven desafiados.

¿En dónde queda la política estadounidense respecto a Corea del Norte a la luz de estos acontecimientos? Los gobiernos de ambos partidos han oscilado entre las negociaciones intensas que culminaron en el apaciguamiento de Corea del Norte y periodos de inactividad que se equiparan a poco más que esperar que todo salga bien.

El resultado es que Corea del Norte ha crecido en una década, ha dejado de ser una molestia regional exótica y se ha vuelto una amenaza directa más significativa encabezada por un joven dictador que mes con mes parece menos ridículo y más diabólico.

Si las políticas no cambian, es probable que tampoco cambie esta tendencia de peligro creciente. Hasta que Estados Unidos y sus aliados desafíen al régimen y a quienes lo respaldan de forma más directa y efectiva, la amenaza persistirá. Y bien podía empeorar.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Christian Whiton.