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Terrorismo

Terror en el metro: londinenses recuerdan los atentados de 2005

Por Kellie Morgan

LONDRES (CNN) -- Londres estaba feliz. Los periódicos matutinos estaban llenos de noticias en relación a que la ciudad había desafiado las expectativas y había ganado el derecho a organizar los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2012.

Mucha gente tenía la cabeza embotada después de una noche de celebraciones, entre ellas Martine Wright, una gerente internacional de marketing para CNET.

"Decidí quedarme otros 10 minutos en la cama", recuerda. "Supongo que eso es lo que hizo la diferencia: una decisión".

Wright se subió al Circle Line en el Metro de Londres y enterró su nariz en un periódico, mientras leía acerca de que Londres había ganado el derecho a organizar los Juegos Olímpicos.

"Recuerdo pensar, '¡Tengo que conseguir entradas para esto!'"

Estaba sentada a 1,2 metros de Shahzad Tanweer, de 22 años de edad.

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Segundos después, a las 8:50 a.m., él detonó la bomba que llevaba en una mochila, por lo que él y otros siete pasajeros que viajaban en la hora pico perdieron la vida.

"Todo lo que recuerdo es una luz blanca frente a mis ojos, y no fue solo un destello", recuerda Wright. "Me pareció que estuvo ahí durante mucho tiempo, recuerdo ver esa luz blanca y tener esta sensación de tambalearme de un lado a otro".

'No podía entender por qué no podía moverme'

(Dean Mouhtaropoulos/Getty Images)

(Dean Mouhtaropoulos/Getty Images)

Para Wrigth, no hubo ruido. Sus tímpanos se habían reventado. Y no recuerda la sangre o el dolor. Su cuerpo fue arrojado de tal manera que no podía ver el trauma que se extendía en el resto del vagón, salvo el suyo propio.

"No entendía por qué no podía moverme y entonces de algún modo levanté la vista y todo lo que pude ver fue este metal, que en realidad era la esquina del metro, la cual se había torcido por la explosión. Parecía que se iba a hundir en el suelo, pero no. Se iba a meter en mis piernas", dice.

Sobre el metal retorcido, a 2 metros sobre ella, Wright también reconoció una de las zapatillas blancas deportivas que había llevado puestas. Pero no podía procesar lo que había ocurrido, mucho menos la amplitud y el horror de sus heridas.

"Mi reacción inicial fue 'Hemos tenido un accidente'", dice.

A cuatro kilómetros de distancia, la abogada Neesha Kamboj también luchaba por entender por qué el tren de la línea Picadilly se había parado bruscamente a un minuto de salir de la estación Kings Cross.

"Estábamos inmersos en oscuridad. Un denso humo entraba al vagón, y parecía como si el aire hubiera sido succionado del mismo. No podíamos respirar", dice.

Está viva porque se retrasó

La consultora de reclutamiento Sajda Mughal pensó que el tren había descarrilado y temió que moriría dentro de una bola de fuego gigante.

"Profeso la fe musulmana", dice. "Empecé a rezar".

No tenía idea de que sus oraciones ya habían sido respondidas. Mughal tenía la costumbre de viajar en el primer vagón del tren, pero el 7 de julio de 2005, se retrasó y tuvo que entrar al vagón que pudo antes de que las puertas se cerraran de golpe.

Los atacantes fueron captados por cámaras de seguridad entrando al metro de Londres (Metropolitan Police via Getty Images).

Los atacantes fueron captados por cámaras de seguridad entrando al metro de Londres (Metropolitan Police via Getty Images).

"Si hubiera entrado a ese primer vagón, probablemente no estaría aquí con vida, ya que Germain Lindsay, uno de los terroristas, iba en ese vagón", dice.

Arriba en la superficie también había confusión respecto a lo que había ocurrido y dónde.

"Llegó por la radio que una sobrecarga de energía —como se describió— había ocurrido en la estación Aldgate", dice el alguacil mayor William Sargent.

El agente de la Policía Metropolitana entrena a otros agentes en el control de multitudes y había estado esperando que un grupo de anarquistas llegara a la estación de Euston de manifestar en la conferencia del G8 en Escocia.

En cambio, se vio obligado a coordinar la logística para los servicios de respuesta de emergencia ante la crisis que estaba en desarrollo, la cual Sargent inicialmente pensó que se trataba de un elaborado ejercicio de entrenamiento.

Heridas terribles

"Volví la vista hacia la entrada de la estación. Las personas salían con sus rostros ennegrecidos. Vi sus rostros y pensé 'Qué buen maquillaje'", recuerda.

La realidad pronto se hizo evidente.

"Las heridas eran bastante terribles".

Aun así, fue solo cuando el trabajador de Transport for London, David Boyce, quien en ese entonces tenía 25 años, entró al vagón en el que iba Lindsay, cuando quedó claro que los terroristas habían fijado su objetivo en las personas de Londres que viajan a diario.

Él fue el primero en llegar a la escena y describe la devastación.

"Entré al tren y pude ver cuerpos y partes de cuerpos por todos lados", dice. "La primera persona con la que me encontré fue un caballero llamado Gary que estaba en un asiento, así que utilizando mi propia ropa, hice un torniquete en sus piernas porque se habían desprendido".

Boyce se abrió paso en medio de las muchas personas que estaban heridas e hizo lo que pudo para ayudar.

"Fue solo mientras estaba salvando la vida de esas personas cuando me percaté de este enorme agujero en el suelo y en el techo, y que, sin lugar a dudas, era una bomba", dice.

Última bomba

Fueron tres ataques simultáneos al sistema del metro e incluso cuando los servicios de emergencia trabajaban frenéticamente para rescatar supervivientes, otra bomba explotó.

Esta vez fue en las calles de Londres.

A las 9:47 a.m., Hasib Hussain, de 18 años de edad, se quitó la vida y mató a otros 13 viajeros en el bus no. 30 en Tavistock Square.

(Stephen Munday/Getty Images)

(Stephen Munday/Getty Images)

"Llegamos para ver el autobús que ya no tenía techo", recuerda el bombero de Londres Stephen McDermott.

"Mientras ayudaba a un paramédico, una mujer murió justo ahí frente a mí; vi su dedo y llevaba puesto un anillo de boda. Piensas 'Obviamente está casada, ¿tiene hijos? ¿Mamá no llegará a casa esta noche? '".

Una de las personas afortunadas

Mientras tanto, de vuelta en Edgware Road, Wright seguía luchando por su vida.

Atrapada por el metal en sus piernas, los bomberos tenían que cortar para sacarla de los escombros, y ella fue la última superviviente en ser rescatada del metro.

Para cuando la llevaron a la superficie, Wright había perdido un 80% de su sangre. También perdería ambas piernas.

Ella le atribuye su supervivencia a la agente de policía que estaba fuera de servicio, Liz Kenworthy, quien iba en el mismo tren y fue la primera persona en prestar ayuda.

Wright se considera una de las personas afortunadas.

Diez años después, ella es madre, oradora inspiradora y atleta paralímpica; hizo su debut en los Juegos Olímpicos de 2012 para los que había prometido conseguir entradas justo momentos antes del atentado.

"Realmente creo que siempre estuve predestinada a hacer ese viaje", dice. "Mi hijo nació el 7 de julio. Ahora llevo puesto el número siete. Lo elegí. Lo llevo en mi camiseta. Ahora soy la capitana del equipo de vóleibol en silla de ruedas de Gran Bretaña, y lo llevo porque realmente creo que es mi número de la suerte, y también es un legado y un recuerdo para toda la gente que perdió la vida ese día".

'Londres siguió adelante'

En total, cuatro terroristas suicidas islámicos de Leeds mataron a 52 personas e hirieron a más de 700 en una ola de terror en Londres el 7 de julio de 2005.

Diez años después, la devastación no ha sido olvidada, pero lo que muchos supervivientes y trabajadores de rescate también recuerdan es la solidaridad que surgió.

"Mi experiencia más significativa del 7/7 es cómo Londres se unió", dice Mughal, la viajera que iba retrasada. Desde entonces, fundó JAN Trust, una organización que trabaja para empoderar a las mujeres e impedir la radicalización. "Recuerdo que todos simplemente se unieron para ayudar a las personas".

Sargent, el agente de la Policía Metropolitana, recuerda muy bien ese apoyo: "Cada vez que pasábamos a una multitud de personas, nos aplaudían... solo estaban agradecidos de que estuviéramos ahí".

Para Boyce, el trabajador de Transport for London, la camaradería de los londineses también ha sido el recuerdo más conmovedor de ese día.

"Creo que eso demostró que Londres es bastante resistente", dice. "Todos hicieron todo lo que pudieron para ayudar a los demás. La humanidad fue genial y, sabes, Londres siguió adelante después".