Familiares atienden el funeral de una de las víctimas del ataque al cine de Lafayette. Lousiana (AFP/Getty Images).

Nota del editor: Carol Costello presenta la edición de 9 a.m. a 11 a.m., hora del este, del programa “Newsroom” de CNN de lunes a viernes. Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.

(CNN) – ¿Sientes que no te respetan? Saca una pistola. Abre fuego. Eso les dará una lección.

Esto se ha convertido en la norma en Estados Unidos.

“No tratamos a las armas como instrumentos de muerte en este país”. Eso proviene de un hombre que sabe. Lonnie Phillips perdió a sus hija, Jessica, a manos del monstruo que abrió fuego en una sala de un cine en Aurora, Colorado. James Holmes mató a Jessica, a otras 11 personas, e hirió a 70 más en 2012.

Phillips culpa al hombre que apretó el gatillo ese día de julio, pero él, quien también es propietario de armas, también culpa a la cultura de armas que está fuera de control.

“Nosotros consideramos que somos propietarios de armas responsables”, me dijo. “Pero ese no siempre fue mi caso. He tenido armas. Me crie en Luisiana, Lake Charles. Mi padre tenía un arma y la llevaba a todos lados en una caja de guantes. Una vez, alguien le cerró el paso. Él se bajó del auto, tomó su pistola y corrió hacia la ventana. El sujeto lo vio, sacó su insignia y dijo ‘Red, si no guardas esa pistola, irás a la cárcel. Regresa a tu auto’. Eso fue todo. ¿Cuán displicente fue eso?”

Phillips demandó a los distribuidores de municiones por el asesinato de su hija y perdió. Sin embargo, sus palabras resonaron.

Hace algunos años, entrevisté a un joven miembro de una pandilla. Llevaba puesto un overol naranja y se encontraba en un centro de detención de menores. Él era un sujeto pequeño, y estaba acusado de asesinar a un hombre que no estaba armado. No mostró ningún remordimiento. Le pregunté qué era lo que lo hacía tan fuerte.

“Mi amiguita”, me dijo.

Se refería a su pistola. Todavía puedo escuchar el tono de su voz. Arrogante. Tristemente, la forma en la que este adolescente violento describió a su pistola no es inusual. Incluso algunos oficiales de policía utilizan sus armas para demostrar cuán fuertes son. Tan solo esta semana en Medford, Massachusetts, el detective de la policía Stephen LeBert —sin su uniforme y fuera de sus horas de servicio— detuvo a un conductor que hizo un giro incorrecto en un redondel. El conductor, quien ignoraba que el detective era un oficial de policía, no estuvo dispuesto a obedecer la orden.

“Te haré un agujero en tu mal**** cabeza”, gritó el detective. “Tienes suerte de que sea policía, porque te daría una paliza ahora mismo”.

El detective LeBert fue puesto en licencia administrativa, y está a la espera de que se realice una investigación.

Pero él no está solo en su machismo por las armas.

Hace algunas semanas, en Florida, un incidente por una riña de tránsito se tornó mortal. Ambos conductores usaron sus celulares para llamar al 911 a fin de reportar al otro. Sin embargo, uno de esos conductores, Robert Doyle, tenía una pistola en su auto.

“Me están siguiendo a mi casa”, le dijo Doyle al operador del 911. “Las armas ya están fuera”. Y, añadió, están “amartilladas y bloqueadas”.

Doyle tomó la decisión de conducir a casa en lugar de conducir a la estación de policía más cercana. Después de todo, tenía una pistola… y la utilizó al final de su entrada. Doyle abrió fuego y mató a Candelerio Gonzalez, el hombre que aseguró, lo había atormentado en el camino.

Si bien hay versiones distintas respecto a quién de los dos hombres había sido el agresor, Doyle ahora está acusado de asesinato en segundo grado.

Puedo citar muchos de estos casos. Está el policía jubilado en Wesley Chapel, Florida, quien sacó una pistola en un cine luego de una discusión por el envío de mensajes de texto. Él mató a un hombre de 43 años que supuestamente le lanzó palomitas de maíz en la cara. El caso aún no ha ido a juicio.

Y hay innumerables casos más. Esta es la razón por la que me sorprendió que el exgobernador de Texas —y aspirante presidencial— Rick Perry sugiriera que debería estar permitido que lleváramos nuestras armas al cine.

“Si creemos en la Segunda Enmienda”, dijo, “entonces creemos en los derechos que las personas tienen de protegerse y defenderse a sí mismos y a sus familias”.

Sí, así es. Pero, no puedo escapar del hecho de que muchas personas que poseen armas no respetan lo que las armas pueden hacer.

De acuerdo con Everytown.org, 100 niños fueron asesinados en tiroteos involuntarios entre diciembre de 2012 y diciembre de 2013. Más o menos dos tercios de esas muertes ocurrieron en un hogar o en un vehículo que le pertenecía a la familia de la víctima.

Este año, hasta el 27 de julio de 2015, ha habido 1.056 tiroteos accidentales, y la cifra sigue en aumento. La violencia por las armas disminuyó precipitadamente en los años noventa con el fin de la epidemia del crack, pero aún permanece en niveles inaceptablemente altos.

¿No se les debería exigir a los propietarios de armas que demuestren, de alguna manera, que ellos están conscientes de las consecuencias de utilizar un arma tan poderosa? ¿O al menos que demuestren que saben cómo empuñar un arma?

Quizá si tratáramos a las armas de la forma en la que tratamos a otros instrumentos posiblemente peligrosos, nuestra actitud displicente hacia ellas cambiaría.

Exigimos que todas las personas en todos los estados de este país aprueben un examen de competencia para conducir antes de que se les extienda una licencia para ir detrás del volante. Entonces, ¿por qué no exigir que quienes quieren ser portadores de armas aprueben una prueba de competencia antes de que se les extienda una licencia para obtener y disparar un arma?

Bajo las leyes federales actuales, los estados requieren un poco más que llenar un formulario para comprar y usar un arma. Dependiendo de dónde se adquiera el arma, el solicitante podría tener que someterse a una revisión de antecedentes penales, y esperar un par de días antes de que puedan adquirir un arma de fuego. El hecho de que sea tan fácil es un asunto de orgullo nacional.

El precandidato presidencial Jeb Bush dijo lo siguiente en el foro de liderazgo de la Asociación Nacional del Rifle: “Hoy en día hay más de 1,3 residentes de Florida que se adhieren a la ley y tienen un permiso válido para portar armas ocultas. 1,3 millones: esa es la cifra más alta en la nación, casi el doble que la del segundo estado, Texas. Lo siento, gobernador Perry”. (En realidad, Pensilvania es el no. 2, según Politifact).

Otros políticos pronto sentirán la necesidad de demostrar su amor por las armas de fuego. Los candidatos republicanos —los demócratas también— se vestirán en equipo de camuflaje, y sacarán sus armas frente a todos para demostrar… ¿qué cosa? ¿Qué conocen la diferencia entre la propiedad responsable de armas y una postura machista? Estoy segura de que así es. Pero, en serio, ¿no pueden simplemente decirnos que les encanta cazar?

No. A ellos, al igual que a muchos estadounidenses, les gusta hacer alardes de sus cosas. No te metas conmigo, y todo eso.

¿No es eso displicente?