(CNN) – Hasta que conoces a Sean D. Tucker, es difícil entender por qué dedicarse a algo en lo que arriesga su vida.
Pero tómate un momento para ver lo que hace. Es mágico.
Observa cómo vuela a cientos de millas por hora y a miles de pies de altura… gira, da vueltas e invierte su avión en maneras que nunca creíste posibles.
Tucker entra en pérdida a propósito, lo que le permite caer inerte hasta el suelo… solo para recuperarse con gracia y elevarse justo a tiempo.
La intensidad de ver su desempeño casi hace que te olvides de respirar.
Tucker es un piloto acrobático… y está entre los mejores del mundo. Él dice que es una forma de arte.
A la edad de 63 años, cuenta con más de 24.000 horas de vuelo en el aire. Pero el aun así sabe que es importante no dar las cosas por sentado, y siempre recordar lo que está en riesgo.
“Las personas confían en que haré las cosas bien… para inspirarlos y emocionarlos, no para traumatizarlos”, me dijo Tucker la semana pasada en la exhibición aérea de AirVenture en Oshkosh, Wisconsin.
“Si me mato en el cielo, les quito sus sueños. Lo habré destruido todo. Así que siempre tengo que asegurarme de que no abusar del privilegio de volar”.
A veces, si lo encuentras en el estado de ánimo correcto, Tucker comparte una historia acerca de un piloto que superó su miedo, solo para permitir que su ego lo pusiera en problemas más adelante. Resulta que ese piloto era Tucker.
Hace años, cuando comenzó a volar en su estado natal de California, Tucker era —en sus palabras— “el piloto más temeroso que jamás has visto”.
Él sentía pánico cuando practicaba las entradas en pérdida, una maniobra básica que todos los pilotos tienen que saber. “En un avión, si entras en pánico y te paralizas en los controles, estás en grandes problemas, y lo mismo ocurre con tus pasajeros”.
Frustrado, le pidió ayuda a una instructora de acrobacias llamada Amelia Reid, quien “me tomó bajo sus alas” y salió a volar con él. “Recuerdo la primera vez que le dio la vuelta a ese avión. No caímos del cielo. No nos estrellamos. Le dio vuelta una segunda vez. La tercera vez, dejó que yo lo hiciera”.
Esa experiencia encendió un botón dentro de Tucker. “Me enamoré de aquello a lo que tanto miedo le tenía. Me enamoré del baile”.
El comenzó a soñar en convertirse en piloto acrobático. Adquirió las habilidades suficientes como para volar en exhibiciones aéreas. Pero a la edad de 26 años, dos años después de su primera presentación, Tucker perdió su sueño.
Mientras intentaba romper un récord para una maniobra llamada barrena plana negativa, Tucker se atoró y tuvo que saltar de su avión antes de que se estrellara.
“Casi muero”, dice. “Había abusado del privilegio de volar. Dejé que mi ego se interpusiera en el camino”.
Esa lección le tocó una fibra sensible cuando llegó a ver lo que quedaba de su avión. “Me acosté en el suelo al lado de mi avión muerto y hurgué los escombros para ver dónde habría estado mi cuerpo”.
El accidente ocurrió en un mal momento. Tucker estaba totalmente en la quiebra. “Tuve que volver a empezar. Tuve que hacer mi sueño a un lado. Ese sueño se había hecho añicos”.
Para salir adelante, Tucker se dedicó al fumigado de cultivos. “Sufrir esas consecuencias fue la mejor parte de mi vida”, dice. “Pasaron ocho años para que pudiera reunir suficiente dinero a fin de regresar”.
Él dice que aprendió su lección y aún está aprendiendo sobre la forma de arte. “Y todavía no soy perfecto”.
Desde el punto de vista estadístico, es difícil saber exactamente cuán arriesgado es ser un piloto acrobático. En general, todos los pilotos acrobáticos están clasificados como el tercer trabajo más peligroso en Estados Unidos, detrás de los leñadores y los pescadores, con 50,6 muertes de 100.000, según cifras de 2013 de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Las estadísticas federales específicas para los pilotos acrobáticos no están disponibles. De 2008 a 2013, las muertes en exhibiciones aéreas en Norteamérica fueron de 1,5 muertes por año, según el Consejo Internacional de Exhibiciones Aéreas.
Actitud de seriedad
La personalidad de Tucker es extraordinaria. Él está lleno de risas, picardía y conversación divertida.
Pero tres horas antes de cada presentación, todo eso se detiene.
Durante la sesión informativa de seguridad para los pilotos, Tucker asume una actitud sumamente seria.
La sala de la reunión informativa en Oshkosh está llena de pilotos acrobáticos y tripulación en tierra. Tucker se sienta en la primera fila con su actitud de seriedad, escuchando al “jefe aéreo” Ralph Royce mientras les da información importante de seguridad y logística acerca de su próxima exhibición aérea en el Aeropuerto Regional Wittman de Oshkosh.
Al frente de la sala, Royce señala una gran pantalla que muestra exactamente dónde se supone que los aviones de exhibición deben despegar y aterrizar. También hace énfasis en las áreas importantes que deben evitar.
“En el extremo sur, tenemos estas casas aquí”, dice Royce. “Mantengan una distancia mínima de 152 metros de esas casas. Hagan lo que tengan que hacer para maniobrar alrededor de ellas”.
Este es su último consejo para los pilotos: “Que tengan una buena exhibición, que estén a salvo y no hagan nada insensato”.
Tres horas después, llega el momento de la exhibición.
Con el propósito de despejar el espacio aéreo para las presentaciones, los controladores de la FAA han cerrado el espacio para los vuelos comerciales y el tráfico general de la aviación.
Tucker tiene 12 minutos para hacer su tarea. Se sube al Oracle Challenger de color rojo encendido y despega. Segundos más tarde, Tucker emociona a la multitud. Las entradas en pérdida que le daban miedo cuando era joven ahora se han convertido en su segunda naturaleza. Él está en su elemento.
Una de las maniobras más peligrosas de Tucker implica usar sus alas para cortar listones que se extienden a lo largo de una pista de aterrizaje.
Al incorporar a un arrollador de 1920 a la presentación, el truco requiere que Tucker vuele a 6 metros del suelo, a 320 km/h.
Para lograrlo, tendrá que volar de lado.
Las cintas están sujetas a postes que se extienden por la pista de aterrizaje, sostenidos por voluntarios. Yo soy uno de los que sostienen los postes. Cuando Tucker zumba a mi lado a una distancia de más o menos 6 metros, es difícil no salirse del camino.
Más adelante, Tucker explica su mentalidad. “Tienes que ser perfecto. Cuando vuelas a una distancia tan corta del suelo, tienes que estar demasiado calmado, demasiado lleno de propósito… y eso sencillamente necesita práctica”. Tucker dice que él practica la maniobra al menos 100 veces antes de la primera exhibición de la temporada.
“Cuando estás en la pista, tiene que ser casi sobrenatural, porque no tienes tiempo para pensar en eso”.
“Young Eagles”
Cuando no está practicando, Tucker funge como el presidente de la Experimental Aircraft Association Young Eagles, un programa que introduce a los preadolescentes y adolescentes a la experiencia de vuelo. La semana pasada, un niño de 13 años de edad de Oshkosh llamado Wyatt voló con Tucker.
Wyatt salió del avión con una sonrisa de oreja a oreja. “Hizo un tonel completo”, dijo Tucker. “¡Mis manos ni siquiera tocaron los controles!”
“Lo importante en la vida es salir de tus límites”. El hecho de probar nuevas habilidades que todavía no has perfeccionado, dice, te mantiene constantemente humilde y con una actitud de aprendizaje.
Para Tucker, esa nueva habilidad es escalar montañas. Él y su familia acaban de regresar de un viaje para escalar montañas en los Alpes.
“Realmente todos los días deberían ser una aventura”, dice. “Todos los días deberías desafiarte a ti mismo”.
“Si no lo haces, estás desperdiciando un poco de tu vida”.