Nota del editor: Jodi F. Abbott es vicepresidenta de educación en el Departamento de Obstetricia y Ginecología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston. Eugene Declercq, fundador de Birth by the Numbers, es profesor y vicedecano en el Departamento de Ciencias Sanitarias de la Comunidad en la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Boston. Las opiniones expresadas en este reportaje son exclusivamente las de los autores.
(CNN) – Recientemente, Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, anunció que él y su esposa, Priscilla Chan, tendrán una niña.
En su publicación que se volvió viral, Zuckerberg escribió: “Para empezar, queremos compartir una experiencia. Hemos estado intentando tener un bebé desde hace un par de años y hemos sufrido tres abortos espontáneos a lo largo del camino. Sientes tantas esperanzas al enterarte de que vas a tener un bebé. Empiezas a imaginar qué será cuando sea grande y sueñas con lo que esperas para su futuro. Empiezas a hacer planes y, luego, se van. Es una experiencia solitaria”.
La franca admisión de Zuckerberg respecto a los tres abortos espontáneos de su esposa provocaron una inmensa cantidad de historias de mujeres y familias que han enfrentado situaciones similares.
Los ‘millennial’ se han acostumbrado a publicar sus vidas en línea, y sin embargo, a medida que encuentran pareja y empiezan a formar su familia, van descubriendo que pocas experiencias te dejan tan aislado como el hecho de perder un embarazo deseado.
Encima de esto, existe cierto estigma asociado con los abortos espontáneos, como si esto fuera culpa de los padres. Pero no lo es, y el estigma únicamente puede ser eliminado si hablamos más del tema… de manera abierta y sincera. No hay vergüenza alguna en sufrir un aborto espontáneo.
En el 2013 una publicación de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades estimó que hubo mas de 1 millón de abortos espontáneos (lo cual se refiere generalmente a la pérdida de embarazos dentro del primer trimestre del mismo) en el 2009. Esto no incluye las más de 23.000 pérdidas fetales (partos de niños muertos después de 20 semanas de embarazo) que ocurren anualmente en Estados Unidos.
A pesar de los casos de alto perfil, tales como el de Jacqueline Kennedy, quien experimentó un aborto espontáneo, una muerte fetal y la pérdida de un niño recién nacido, así como también dos niños sanos, la soledad y el estigma del aborto espontáneo persisten.
Las mujeres que enfrentan la pérdida de un bebé invariablemente sienten que son las únicas que han sufrido este tipo de dolor. Pero ellas no están solas.
Aunque solo el 1% de las mujeres experimentan más de una pérdida, los abortos espontáneos son muy comunes. Alrededor del 20% de las mujeres que dan a luz a un niño han sufrido antes un aborto espontáneo. Los abortos espontáneos también son más comunes a medida que las mujeres envejecen. Así que, de la misma manera en que la edad de las madres primerizas en Estados Unidos ha aumentado en los últimos 25 años, así también han aumentado los abortos espontáneos.
En el pasado, cuando las mujeres estadounidenses tenían más embarazos era más probable que ya tuvieran hijos. En ese entonces, cuando ocurrían abortos espontáneos, era más probable que las mujeres que los sufrían ya hubieran tenido embarazos exitosos.
Hoy en día, cuando lo común es que las mujeres empiecen sus familias más tarde y que tengan menos hijos, parte de la angustia que hoy experimentan las mujeres que pierden bebés, es su convicción emocional de que ya no sirven y que nunca podrán tener una familia.
En este tiempo, es más común que las mujeres estadounidenses no vivan cerca de sus madres, hermanas, tías y primas. Es probable que ellas no hayan estado presentes y que no hayan sabido cuando estas mujeres perdieron a sus bebés o quizás quienes sufrieron la pérdida no tengan el apoyo físico y emocional para sobrellevar sus pérdidas. Debido a que tanto la educación como el empleo alejan a las mujeres de sus parientes lejanos, el conocimiento colectivo y familiar tanto de embarazos exitosos como de los que no tienen éxito, puede perderse.
La buena noticia para las parejas que han experimentado un aborto espontáneo es que un aborto espontáneo aislado no reduce las tasas de un embarazo exitoso en el futuro, e incluso es muy probable que aquellas mujeres que han sufrido abortos espontáneos recurrentes tengan hijos sanos.
Sufrir un aborto espontáneo no tiene por qué ser una experiencia de aislamiento. Hay oportunidades para construir comunidades en línea que pueden ayudar a las mujeres a compartir sus experiencias de pérdida como también a celebrar su alegría por un embarazo saludable.
La decisión de Mark Zuckerberg y Priscilla Chan de compartir esta experiencia muy personal es un valioso paso adelante en el inicio de un debate público sobre el tema. Necesitamos crear conciencia de que la pérdida de un bebé es parte de la vida reproductiva de millones de mujeres. Las mujeres no tienen que sentirse devastadas y solas cuando experimentan una pérdida de este tipo.
Y cuando todo va bien, todos podemos apreciar el bellísimo milagro de dar a luz un hijo saludable.