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Asia

Japonés cumple 70 años después una promesa que hizo durante la Segunda Guerra

Por Ingrid Piper

(CNN) -- La historia de Mitsuaki Omata es un conmovedor relato de compasión que ha traspasado antiguas líneas enemigas y generaciones.

La búsqueda que le ha llevado toda la vida al hombre de 85 años a fin de cumplir el último deseo de su padre —encontrar a las familias de los pilotos estadounidenses que fueron abatidos en Japón y quienes fueron puestos en la lista de los desaparecidos en combate— abarca 70 años.

Todo comenzó en un campo agrícola de Tokio la noche del 2 de abril de 1945, donde Omata, quien en ese entonces tenía 16 años, y su padre, Gonjiri, se cubrieron en la entrada de su refugio improvisado para bombas, mientras veían a un escuadrón de bombarderos B-29 sobre ellos.

Lo que pasó después cambió sus vidas para siempre.

De pronto, un bombardero B-29, derribado por el fuego antiaéreo, cayó dentro de su campo, a solo unos metros de donde padre e hijo se encontraban refugiados. Cargado de bombas, el infierno mató a los 11 tripulantes, entre ellos un piloto de 21 años de edad de Illinois, el artillero izquierdo Wallace J. Pitts.

La tripulación fue puesta en la lista de los perdidos en acción y sus familiares en Estados Unidos quedaron lamentándose sin tener conocimiento de los últimos momentos de sus seres queridos.

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El inicio del viaje

Aunque ambos países todavía se encontraban en guerra, el padre de Omata, un budista devoto, decidió que los pilotos desconocidos deberían ser enterrados con dignidad.

Omata dijo a CNN que su padre hizo esto por respeto: "Respeto hacia un semejante, incluso cuando se trata del enemigo".

Ambos reunieron los restos de los pilotos y los colocaron en su propio cementerio ancestral. Más tarde, cuando la guerra terminó, el ejército de Estados Unidos trasladó los restos a un cementerio militar en Yokohama.

Sin embargo, para el padre de Omata, eso no fue suficiente; él le pidió a Mitsuaki que encontrara a las familias de los pilotos para que pudieran cerrar el círculo, y que les dijera cómo y dónde habían muerto sus seres queridos.

Así comenzó su búsqueda de toda la vida, la cual abarcó dos naciones y se llevó a cabo a pesar de las barreras del lenguaje.

Misión para cerrar el círculo

Se convirtió en una misión de humanidad, de construir puentes y para las familias involucradas, de lograr cerrar el círculo, algo que tanto habían esperado. Omata viajó a Estados Unidos para encontrar a los familiares e información; tuvo que buscar minuciosamente a cada familia.

Ahora, 70 años después, Bill Pitts y su esposa Brenda son la última familia estadounidense que visitará el sitio del accidente en las afueras de Tokio para rendir homenaje en un monumento construido por Omata. Kannon, o la diosa budista de la misericordia, honra la memoria de esos once pilotos y tiene grabados los nombres de la tripulación, entre ellos el de su tío... Wallace J. Pitts.

La compasión de la familia Omata ha sorprendido a Brenda Pitts.

"Alguien salió con amor para enterrar los restos de estos hombres. Es increíble", le dijo Pitts a CNN.

Finalmente ver el nombre de su tío inscrito en el monumento de Omata conmovió profundamente a Bill Pitts.

"Simplemente me sorprende que se me estén llenando los ojos de lágrimas; no me lo esperaba", le dijo Pitts a CNN.

"¿Cuántas veces puedo agradecerles? ¿Será suficiente? No lo sé, pero lo intento. Gracias".

Para Omata, ese último y sincero agradecimiento le pone fin a siete décadas de búsqueda.

"Mi misión finalmente ha terminado", le dijo Omata a CNN.

Palabras de esperanza inscritas

En los 70 años que han pasado desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las palabras de compasión y humanidad de un hombre aún resuenan.

Justo antes de morir, el padre de Omata escribió sus últimos pensamientos sobre el evento que cambió la vida de su hijo. Las palabras ahora están grabadas en la base del monumento a los pilotos estadounidenses.

"Para pedir por la paz de los seres humanos y del mundo y consolar los espíritus de los once valientes miembros de la tripulación del bombardero B-29, el cual se estrelló en este lugar durante la última Guerra Mundial, he levantado este monumento a fin de desear que estos once hombres valientes tengan un descanso tranquilo aquí para siempre".