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Elecciones en Estados Unidos

Elecciones en Estados Unidos

Demócratas deben resolver identidad económica para superar el desordenado plan de Trump

Por Will Marshall

Nota del editor: Will Marshall es presidente del Progressive Policy Institute en Washington. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) -- La parodia de campaña presidencial de Donald Trump está obligando a los republicanos a plantearse algunas preguntas difíciles: ¿la lealtad al partido supera los riesgos de poner un narcisista ignorante en política en la Casa Blanca? ¿Odian a Hillary Clinton más de lo que aman a su país?

Sin duda, los demócratas están disfrutando el agónico momento de la verdad del partido republicano, pero su partido también se enfrenta a una gran decisión estratégica. ¿Librarán los demócratas la campaña de otoño como progresistas a favor del crecimiento económico o como populistas enojados?

La caricaturización imprudente de Trump sobre la economía estadounidense como un “desastre” da a los demócratas una gran posibilidad. Pueden ofrecer a los votantes ansiosos un contrapunto esperanzador a la narrativa atemorizante de Trump: un plan positivo para aprovechar las fortalezas del país en innovación tecnológica y emprendimiento en un crecimiento económico más fuerte que funcione para todos los estadounidenses.

Esto contrasta con la “visión” económica que Trump dio a conocer la semana pasada en Detroit. Su plan de “America First” (“Estados Unidos primero”) fue una amalgama incoherente de malas ideas provenientes de todo el espectro político. Trump sirvió la carne roja del proteccionismo para los trabajadores industriales, una nueva ronda de recortes fiscales como acompañamiento para los conservadores populares, y la fantasía de un congelamiento regulatorio para los libertarios.

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Una oportunidad para los demócratas

Al igual que todas las incursiones de Trump en políticas, el discurso fue ampliamente criticado, incluso por economistas conservadores. Demostró lo poco que Trump aprecia el papel clave que la innovación desempeña en impulsar el crecimiento de la economía del conocimiento, y cuán nostálgico es acerca de la economía fabril de la década de 1970.

Considera esto: el sector digital —banda ancha, dispositivos móviles, redes sociales, proveedores de contenido en línea— son responsables del 45% del crecimiento del sector privado desde 2007 y prácticamente de todos los aumentos de la productividad, de acuerdo con investigación del PPI. Sin embargo, no obtuvieron una mención en el discurso de Trump. Como si estuviera atrapado en un túnel del tiempo de Archie Bunker, prometió llevar a casa los empleos de China y México y restaurar el antiguo dominio de Estados Unidos en acero y automóviles. Pronto todos vamos a conducir de nuevo automóviles clásicos fabricados en Estados Unidos, ¡créanme!

La visión retro de Trump de lo que hace grande a Estados Unidos —es decir, empleos de baja tecnología, de habilidades medias, y de trabajo arduo en manufactura que son altamente vulnerables a la automatización— es un obstáculo político importante. Sí, se aprovecha de la punzante sensación de despojo económico y cultural que sienten muchos trabajadores obreros.

Pero no habla de las aspiraciones de los votantes de clase media que ahora trabajan principalmente en oficinas, utilizan la tecnología digital para aumentar su productividad, y entienden que sus empleos dependen tanto de mantener sus habilidades actualizadas como de la capacidad de sus empresas para tener éxito en la competencia global.

Lo que Trump ofrece es principalmente una fantasía de venganza contra las “élites” que supuestamente han hecho naufragar la economía estadounidense. Al elegirlo como su abanderado, los republicanos han abandonado cualquier pretensión de ser el partido de la competencia económica y el crecimiento en esta elección.

Esto presenta una sorprendente oportunidad para los demócratas, si es que pueden resolver su propia crisis de identidad. ¿Son un partido de innovación económica y progreso, o un partido de reacción económica, una versión izquierdista de Trump?

Qué no hacer

Aunque Clinton eludió el sorprendentemente fuerte desafío del senador Bernie Sanders, se sintió lo suficientemente obligada a hacer concesiones importantes a la cada vez más autoritaria ala populista de su partido. La gran pregunta ahora es si esta inclinación socialdemócrata distinta evitará que los demócratas tomen plena ventaja de error del partido republicano al elegir a Trump como su abanderado.

La opinión convencional entre las élites del partido, y que ha hecho eco entre los reporteros políticos, es que Clinton debe seguir luchando contra el “juego manipulado”, el libre comercio, Wall Street y otros espectros populistas, por dos razones. Una de ellas es para evitar que Trump haga incursiones más profundas entre los votantes blancos de clase trabajadora en estados del medio oeste como Ohio y Wisconsin.

La otra es para mantener a los votantes de Sanders —especialmente a sus jóvenes partidarios blancos— en el redil.

Sin embargo, estos cálculos observan hacia los votantes pasados de las primarias y reuniones electorales, en lugar hacia el electorado nacional que los candidatos enfrentarán este otoño. El nacionalismo y la intolerancia de Trump hacen de él un anatema para la generación del Milenio, cuyo mantra es la diversidad y la igualdad. Es cierto que todavía hay un núcleo duro de “Bernie Bros” que desprecian a Clinton como una vendida a las empresas y una belicista. Algunos de ellos podrían optar por candidatos de un tercer partido o quedarse en casa, pero la antipatía de los votantes jóvenes hacia Trump será un gran aliciente para presentarse a votar en otoño, no obstante el tibio entusiasmo por Clinton.

Tampoco tiene mucho sentido para los demócratas competir con Trump en presionar en los temas candentes de la clase obrera estadounidense. En primer lugar, los blancos sin estudios universitarios han estado votando predominantemente por los republicanos durante una generación, más por motivos culturales que económicos. Y nadie va ser más populista que Trump sobre comercio, inmigración, “ley y orden”, hostilidad hacia los musulmanes, o sobre la supuesta incompetencia y corrupción de la clase política de la nación.

Apuntar hacia los votantes con elevadas aspiraciones

En cambio, los demócratas deberían recalibrar su mensaje principal para atraer a los votantes con elevadas aspiraciones en el centro del espectro político: independientes, moderados suburbanos con estudios universitarios y una porción considerable de republicanos que no pueden soportar a Trump.

Los blancos con estudios universitarios son un objetivo clave de oportunidad para los demócratas. Una estrategia que explote sus dudas acerca de Trump por motivos económicos, culturales y de seguridad, junto con un apoyo sólido por parte de las minorías y los votantes jóvenes, podría abrir un camino ancho hacia una victoria demócrata en el otoño. Un populismo que critique a las empresas, por el contrario, pondría a los demócratas en un camino estrecho hacia la Casa Blanca, con un margen de error de más estrecho.

Debido a la caída de Trump en las encuestas recientes, Clinton posiblemente podría ganar de cualquier manera (aunque nadie lo está dando por descontado por el momento). Pero ella no es la única demócrata en las boletas electorales este otoño. Después de sufrir derrotas desastrosas en las dos últimas elecciones intermedias, los demócratas tienen posibilidades reales de recuperar el Senado y de reducir la mayoría de 61 asientos del partido republicano en la Cámara de Representantes. Sin embargo, para ganar en los estados rojos y en distritos competitivos de la Cámara, los candidatos del partido no pueden sonar como Sanders.

De acuerdo con una encuesta del Progressive Policy Institute, los votantes indecisos que mantienen el el equilibrio de poder en estados clave no están particularmente enojados y no consideran que la economía esté amañada en su contra. Dan prioridad al crecimiento sobre la equidad y están más inclinados a ayudar a las empresas estadounidenses a tener éxito, en lugar de a castigarlas. Aunque les preocupa que los empleos vayan al extranjero, ven el equilibrio comercial como algo bueno para Estados Unidos. Y no tienen mucha confianza en el gobierno federal, el cual a su juicio no logra compensar a las personas que trabajan duro y siguen las reglas.

Una plataforma económica perspicaz

Para construir una amplia mayoría que pueda ofrecer una victoria en toda la boleta electoral, los demócratas deberían ofrecer a los votantes una alternativa progresista al populismo que dé prioridad a la innovación económica y al crecimiento. Necesitan un plan para atacar los descontentos populares actuales de raíz; al liberar a la economía de una trampa de bajo crecimiento que ha estado manteniendo bajos los salarios.

A pesar de que es más fácil culpar al comercio, a Wall Street o el 1%, la caída de la productividad es el verdadero culpable detrás de los magros aumentos en los salarios y en el nivel de vida de estadounidenses han experimentado desde 2000. Los demócratas necesitan grandes ideas para revivir a la economía del estancamiento.

Estas incluyen grandes inversiones públicas y privadas en infraestructura moderna; un fuerte impulso para materiales avanzados e impresión 3D para mantener a Estados Unidos a la vanguardia de la manufactura avanzada; una estrategia para la digitalización de la economía física y la aceleración del “Internet de las cosas”; una reforma fiscal a favor del crecimiento (en particular bajar los impuestos corporativos a niveles competitivos a nivel mundial); una reducción sistemática de las barreras reguladoras a la innovación y nuevas empresas; y, un sólido sistema de educación profesional y técnica para dotar a los trabajadores que no tienen títulos universitarios con habilidades y credenciales valoradas por los empleadores.

El analfabetismo económico de Trump da a los demócratas una oportunidad de poseer el crecimiento económico y las oportunidades. Serían tontos si no la aprovechan.