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Política

Cinco fallas del discurso de Donald Trump que lo harían perder

Por Michael D'Antonio

Nota del editor: Michael D'Antonio es el autor del nuevo libro The Truth About Trump (La verdad sobre Trump). Las opiniones expresadas en el artículo son responsabilidad del autor.

(CNN) -- Estados Unidos parece estar notando los defectos del Trumpspeak (discurso de Trump), el método del candidato del partido republicano, perfeccionado durante décadas de estar en el ojo público, de ganar la atención y de crear una ilusión de alcanzar éxito total.

Las encuestas en estados indecisos clave y a nivel nacional ahora lo muestran muy por detrás de Hillary Clinton y algunos de sus trucos retóricos, como el uso de “la gente está diciendo” para difundir falsedades, evitando al mismo tiempo la responsabilidad de ellas, se han vuelto memes populares.

Aún así, cualquier cosa puede suceder con casi tres meses para la elección. Por lo cual, es instructivo examinar los cinco elementos de discurso de Trump:

1) Dice todo

El registro de los medios de comunicación está lleno de momentos en que Donald Trump parece fijar una nueva marca de 'escandalosidad' que incluso él no podría superar. Pero entonces llega otro día y con él, una nueva actuación extraña. El peor ejemplo actual del candidato presidencial es el argumento de que el presidente Barack Obama y Hillary Clinton son “fundador” y “cofundadora” de ISIS.

En el tumulto que siguió a ello, Trump ha sido criticado incluso por el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), Michael Hayden, un republicano. Como era de esperarse, al día siguiente se quejó de que CNN no se había dado cuenta de que nombrar a Obama como el fundador de ISIS era “sarcasmo”. Fue más bien un caso de extrema hipérbole. Pero no importa cómo lo llames, la declaración de Trump ganó la atención de la prensa, que es lo que él quiere con tanta frecuencia.

En el mundo de Trump, la atención del público, incluso cuando es negativa, tiene un enorme valor. Explicó esto a uno de los ejecutivos de su casino, John O'Donnell, durante el escándalo sexual en los tabloides que acabó con su matrimonio. Como O'Donnell informó, Trump rechazó su consejo de “mantener un bajo perfil”, al insistir: “Esto es bueno para los negocios. Confía en mí. Lo sé”.

En un acto de campaña en Virginia este verano, Trump escuchó el llanto de un bebé y, al principio, ofreció una cálida actitud hacia la madre, ganándose la admiración de la multitud. Pero Trump pronto dio marcha atrás, y expresó su malestar e invitó a sus oyentes a unirse a él y humillar a la madre. “Creo que realmente me creyó”, dijo burlonamente. En esta rara secuencia de eventos, Trump fue capaz de ganar aprobación por expresar la bondad y luego establecer su superioridad al revertir su postura por completo.

En resumidas cuentas, el desacuerdo de Trump con el bebé demostró su propensión permanente a tomar ambos lados de un mismo problema. Ha sido un demócrata, un independiente y un republicano. Hubo un tiempo en el que Trump consideró la cuestión del aborto y se declaró “muy proelección”. Ahora dice que está en contra de todos los abortos excepto en los casos de incesto y para salvar la vida de una madre.

En la campaña electoral, Trump veces parece contradecirse a sí mismo en la misma frase, como cuando le dijo a Fox en mayo pasado: “No quiero tener armas de fuego en los salones de clase, aunque en algunos casos los maestros deben tener armas de fuego en las aulas, francamente”. Un mes antes, Trump ofreció una contradicción más sucinta cuando respondió a una pregunta de Chris Matthews de MSNBC sobre el uso de armas nucleares en Europa. Dijo: “No voy a emplear armas nucleares, pero no estoy quitando ninguna carta de la mesa”.

2) El arte de la afirmación falsa

Las controversias recientes de Trump son un buen ejemplo de otro hábito retórico: la afirmación falsa. En este caso, Trump dijo que la NFL le había enviado una carta expresando su preocupación sobre el calendario de los debates presidenciales previstos para ciertas noches en que serán transmitidos en televisión partidos de futbol americano. El problema fue la NFL negó haber enviado alguna carta.

La supuesta invención de la NFL encaja en un patrón que Trump estableció en los años 1970 y 80. Su primer proyecto de bienes raíces, una renovación masiva del Commodore Hotel en Grand Central Terminal, dependió de lo que parece ser un engaño. Al pedírsele que demostrara a la Ciudad de Nueva York que era propietario de los derechos para reconstruir el sitio, que entonces pertenecía a la quebrada firma Penn Central Railroad, Trump presentó un contrato que supuestamente establecía que así era.

Si las autoridades municipales lo hubieran revisado atentamente, habrían visto que los documentos no se habían firmado y por lo tanto no eran válidos. O no los revisaron o les dio igual, porque Trump dice que obtuvo el apoyo de la ciudad para el proyecto.

Recompensado por su engaño, Trump se embarcó en una práctica de décadas de hacer afirmaciones que eran imposibles de comprobar o verificablemente falsas. Cuando construyó la Torre Trump, la cual dijo que tenía más pisos de altura de los que realmente tiene, Trump dijo que los miembros de la familia real británica estaban interesados en comprar casas allí. Nunca ofreció ninguna prueba de ello.

En su búsqueda de la presidencia, Trump dijo que vio a musulmanes celebrando en Nueva Jersey después de los ataques contra Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. “Vi en Jersey City, Nueva Jersey, donde miles y miles de personas estaban celebrando”, dijo Trump. Ninguna autoridad o medio de comunicación informó nunca sobre ese tipo de celebraciones y, después de Trump hizo esta afirmación, fue ampliamente refutada. Sin embargo, al ser informado de esto Trump insistió en que la celebración “estaba en televisión. La vi”. Nunca se ha retractado de esta afirmación.

3) "La gente está diciendo"

Aunque Trump ataca habitualmente a la prensa por su supuesta parcialidad, él constantemente promueve argumentos con poca bases de hechos y sin fuentes específicas. Con frases como “mucha gente está diciendo” y “estoy escuchando que”, Trump se las arregla para insertar nociones no comprobadas en el discurso electoral sin asumir la responsabilidad de los mensajes que está enviando.

Experimenté el método de Trump de “la gente está diciendo” cuando lo entrevisté, y me dijo que “mucha gente estaba diciendo” que debía postularse para presidente.

Antes de la temporada electoral actual, Trump utilizó variaciones de “la gente está diciendo” para sostener el llamado ataque “de nacimiento” contra Obama. Mucho después de que otros abandonaron el reto de desafiar la ciudadanía del presidente, Trump dijo: “Nuestro actual presidente salió de la nada. Salió de la nada. De hecho, voy a ir un paso más allá. Las personas que habían ido a la escuela con él nunca lo vieron; ellos no saben quién. Es una locura”.

Las insinuaciones de Trump no tenían ninguna base de realidad. Cuando habló, el formato breve del registro de nacimiento del presidente había sido publicado por funcionarios en Hawai, y no había ningún misterio acerca de sus años universitarios. No obstante, Trump construyó un seguimiento con este método y continúa utilizándolo.

Apenas hace unos días, declaró que “mucha gente está diciendo que los iraníes asesinaron al científico que ayudó a Estados Unidos debido al robo de correos de Hillary Clinton”. De hecho, no hay ninguna fuente pública que haya vinculado a Clinton por la ejecución del científico iraní.

4) Soy un ganador (incluso cuando no lo soy)

Durante la temporada de primarias, Trump construyó su récord de éxitos en los concursos estatales sobre el argumento de que las personas continuaban apoyándolo. Después de ganar en los caucus de Nevada, Trump fue tan lejos como para decir que recibió la mayoría de votos, incluso entre los votantes menos educados. “¡Me encantan los que tienen poca educación!” coreó en su discurso de victoria. En el mismo discurso, se comprometió a ganar muchas grandes victorias para Estados Unidos. “Vamos a tomar y tomar y tomar”, dijo. “Vamos a traer mucho dinero y mucho de todo”.

Mucho antes de que se convirtiera en político, Trump se presumía a sí mismo como un éxito ante socios comerciales, inversores y consumidores estadounidenses. Ha hecho estas afirmaciones a pesar de que bancarrotas corporativas masivas obligaron a sufrir pérdidas a sus accionistas y a los inversores de bonos, y dejaron a contratistas con facturas sin pagar. En total, sus empresas deslindaron un estimado de 4.700 millones de dólares en deuda. Este es el testimonio de un hombre que le dijo a Rolling Stone que está postulándose a presidente porque el país está “esencialmente en bancarrota, y que necesita un empresario exitoso”.

Además de presumir su éxito en los negocios, donde su historial es decididamente mixto, Trump se creó el hábito de insistir en que él era una atracción mucho más grande en la televisión de lo que realmente era.

Trump solía presionar al publicista de The Apprentice con exigencias de que presumiera los altos índices de audiencia del programa, incluso cuando este no estaba en la cima. El año pasado, dijo a un grupo de reporteros de la industria televisiva que su programa Celebrity Apprentice era el número uno en los ratings. Al ser cuestionado sobre esta afirmación, se corrigió y dijo que era el número uno la noche en que fue transmitido. Al ser corregido una vez más, ofreció la excusa: “Eso es lo que había oído”.

¿Cómo es que alguien que se preocupa tanto por los números representados en su historial de negocios y ratings viene a declararse ganador en una manera que puede ser refutada con tanta facilidad? Es posible que el patrón haya sido establecido hace tanto tiempo que sea un hábito arraigado.

A principios de la década de 1970, se promovía a sí mismo con la imagen de un joven magnate exitoso, y algunos medios de comunicación crédulos aceptaron esa afirmación. Cuando empezó a hacer enemigos, los definió como poco confiables. En la década de 1980, llamó al alcalde de Nueva York Ed Koch “un tarado” y “un desastre”. Luego pasó a establecer un largo historial de llamar a la gente gorda, fea, repugnante y perdedora. Todas las mujeres que lo critican, incluyendo a Bette Midler, Cher y Rosie O'Donnell, han estado en el extremo receptor de sus insultos.

5) Es injusto

Nunca se le puede ganar en ningún concurso. A Trump le gusta responder a los fracasos que se avecinan diciendo que está siendo tratado injustamente. Este es un tema constante cuando habla de la prensa que, en su opinión, es “fango”, “injusta” y “deshonesta”. En sus actos de campaña, a menudo indica a sus seguidores a que volteen y miren a los reporteros que cubren la campaña, mientras los describe como sus enemigos.

A pesar de que por lo general se limita a quejarse sobre la prensa en general, Trump atacó a Katy Tur de MSNBC por su nombre. Al ofenderse por algo que Tur había informado, Trump la señaló y dijo: “Qué mentira, Katy Tur. Qué mentira fue esa. Reportera de tercera clase. Recuerda eso”. Los agentes del Servicio Secreto en el evento estaban tan preocupados por su seguridad que escoltaron a Tur a su auto cuando la reunión terminó.

La semana pasada, el hombre que atravesó una serie interminable de primarias y designaciones comenzó a advertir que la elección podría estar amañada. Hablando con Sean Hannity de Fox News dijo: “Te digo, el 8 de noviembre será mejor que tengamos cuidado, ya que la elección va a ser manipulada. Y espero que los republicanos estén observando de cerca, o nos será arrebatada”.

Trump no ofreció ninguna evidencia para apoyar su predicción, y Estados Unidos ha tenido una larga y profunda historia de elecciones legales que muestran que su sugerencia es ridícula. Sin embargo, esta es una reivindicación de lo que ha hecho antes. Antes de la Convención Nacional Republicana, Trump comenzó a quejarse de cómo operaba el partido. “Es un sistema amañado. Es un sistema torcido; está 100 por ciento torcido”, dijo. Trump dejó de hablar de esa manera cuando parecía seguro que obtendría la nominación, y al aceptar su victoria, no hizo mención acerca de cómo el partido operaba de manera injusta.

Trump a veces une la queja injusta con una estrategia de puerta de salida que le da la oportunidad de salvar las apariencias para escapar de la humillación si espía una derrota inminente.

¿Por qué lo hace?

Durante años, los críticos y aliados de Trump han quedado frustrados por su estilo. El viernes, su partidario Newt Gingrich dijo que su candidato no parecía entender que tiene que hablar con cuidado. “Una de las cosas más frustrantes de su candidatura es el lenguaje impreciso”, dijo Gingrich en Fox and Friends. A veces se utiliza tres palabras cuando necesita 10.

Gingrich citó los comentarios sobre Obama y ISIS como un ejemplo. “Yo sé lo que Trump tiene en su mente, pero eso no es lo que la gente escucha”, dijo Gingrich. En un raro caso de autocorrección, Trump explicó que estaba practicando “sarcasmo” cuando vinculó a Obama a la fundación de ISIS. Ofreció la misma explicación cuando reflexionó sobre cómo los hackers rusos deben rondar las cuentas de correo electrónico de Clinton.

Las excusas de Trump, al igual que su comportamiento, se asemejan a lo que se podría esperar de un niño que es descubierto atormentando a un hermano. Cualquier adulto que haya intercedido en este tipo de conflicto sabe lo que va a escuchar (“Solo estaba bromeando” y “¿No pueden aguantar una broma?”) por parte del niño que está haciendo el daño. En el caso de Trump, por supuesto, eso sí perjudica al país como un todo y, en el caso de Tur, plantea una amenaza real para individuos específicos.

Trump era, según sus propias palabras, un niño fuera de control, y dice que necesitaba la disciplina que recibió en la academia militar a la que sus padres le enviaron entre su séptimo y octavo grado de estudios.

Después de haber estudiado intensamente a Trump, concuerdo en que era necesaria, pero no creo que la haya asimilado. Esto es lo que están descubriendo ahora los miembros más lúcidos y veteranos del partido republicano, Gingrich incluido. Trump sigue siendo el niño rebelde que no va a ser domesticado. Las posibilidades de que acepte la disciplina ahora, a los 70 años, después de una vida de acumulación de riqueza, poder y atención, son casi nulas.