(CNN) – Hoy todos somos fotógrafos. Todos andamos con un teléfono celular captando imágenes en todas partes. Les tomamos fotos a nuestros pies y nuestras mascotas, a los platos de comida que nos sirven en el restaurante, al vestido que acabamos de comprar. Tenemos miles de fotografías en un dispositivo móvil, nunca se habían producido tantas imágenes como ahora, pero ya no vemos ninguna en un portarretrato, ya no las tenemos en físico ni expuestas en donde vivimos. Nada queda, parece.
Pensando en esa paradoja, la fotógrafa brasileña Adriana Zehbrauskas (São Paulo, 1968) se inventó un proyecto llamado Family Matters, con el que recorre el estado de Guerrero, en México, para retratar a sus habitantes e inmediatamente después regalarles una copia de esas fotos, gracias a que viaja con una pequeña impresora que conecta a internet vía WiFi con su celular.
“Siento que esta será una generación en la que los niños no van a tener fotos de cuando eran chiquitos. En Guerrero quise hacer un multimedia con fotos viejas de los estudiantes y nadie tenía imágenes de su infancia. Y cuando estas fotos desaparecen se va toda una parte de la persona, un pedazo de memoria”, le dice a CNN en Español.
Por ese proyecto, Adriana ganó en el 2015 la beca Getty Images Instagram, un reconocimiento que cada año reciben los tres fotógrafos del mundo que mejor documenten, a través de Instagram, la vida de comunidades que no suelen estar representadas en los medios tradicionales. Dimitry Markov, de Rusia, e Ismail Ferdous, de Bangladesh, fueron los otros ganadores del año pasado.
Este año el premio fue para Christian Rodríguez (Montevideo, 1980), de Uruguay; Girma Berta, de Etiopía, y Ronny Sen, de la India. Rodríguez ganó por un proyecto que comenzó hace seis años llamado Teen Mom, en el que retrata el fenómeno del embarazo adolescente en Latinoamérica.
Zehbrauskas, especializada en temas relacionados con las migraciones, el narcotráfico y la religión, es colaboradora habitual de The New York Times, The Guardian, Le Figaro, Paris Match, Bloomberg y The Washington Post, pero cree que la libertad y las posibilidades que hoy le brinda Instagram son infinitas, incalculables. Esa red social se ha convertido, para ella, en una gran galería virtual con la que puede llegar a millones de personas, en cualquier rincón del mundo, en cuestión de segundos.
La revista Time, de hecho, escogió su cuenta de Instagram como una de los “29 Instagrams que definieron el mundo en el 2014”.
Al principio, no estaba muy convencida de las bondades de esa red social. Entró prevenida. “No lo veía como parte de mi trabajo y no entendía muy bien para qué podía servir, pero hoy es una gran galería virtual. Yo siempre soñé con tener una galería de arte en la calle o en un lugar público al que mucha gente pudiera acceder y, de alguna manera, con Instagram he podido cumplir ese sueño”, le contó esta fotógrafa a este medio.
“Es el espacio más libre en el que me muevo como fotógrafa, allí no importa lo que piense el editor ni nadie, sólo importa lo que yo quiero y la forma en que veo las cosas”.
Algo muy parecido a lo que siente Rodríguez. “Cuando trabajo con Instagram soy mucho más libre porque allí muestro lo que quiero, lo que surge de mis motivaciones más íntimas y personales”, dice.
Eso sí, la verdadera revolución, para ambos, ha sido la del teléfono celular. “De un momento a otro pasé a tener siempre una cámara conmigo. Había dejado de tomar muchas fotos de momentos cotidianos porque salir todos los días con la cámara grande, con lentes, con todo el equipo, es difícil. Solo la llevaba conmigo por trabajo. Pero con el celular ahora puedo tomar fotos en el supermercado, en la calle, en donde quiera. Redescubrí mi mirada, empecé a jugar. Fue fascinante”, explica Zehbrauskas.
Ella alterna su trabajo con el celular con una vieja cámara Leica y varias cámaras digitales. De hecho, una de las fotos que tomó con su móvil fue portada de una edición de domingo de The New York Times.
Según ella, Instagram es hoy la casa ideal para alojar todas las fotos que ahora podemos hacer gracias a la revolución de los teléfonos inteligentes. “Me encanta que puedo subir fotos en tiempo real, las tomo, las subo y las comparto con personas que no sé si están en China, México, Brasil o Estados Unidos. Eso me parece espectacular”.
Adriana estaba haciendo un trabajo sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa cuando se le ocurrió el proyecto de Family Matters.
Christian, por su parte, lleva también varios años trabajando en un proyecto sobre realismo mágico en América Latina, hecho prácticamente en su totalidad con el celular e inspirado en los libros de varios autores que le han permitido recorrer el continente, desde México hasta Argentina, y captar imágenes llenas de color y que cuentan historias fantásticas, distintas.
El proyecto surgió casi como un juego, cuando en un pueblo del estado de Guerrero, en México, vio a una señora con un pollito azul y un pollito rosado. “Yo alucinaba y tenía todas las tarjetas de mis cámaras llenas así que empecé a hacer fotos con el celular. Luego vi una que me encantaba y de ahí nació todo”, dice.
“En Uruguay hay un dicho que dice que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no creo. No siento nostalgia. Los tiempos cambian, las posibilidades cambian, también el contexto histórico. Todo está cambiando muy rápido y hay que adaptarse a eso. Instagram me da mucho más de lo que me puede quitar y puede tener un alcance mucho más amplio que el de un medio tradicional. Para mí es de las herramientas más poderosas que hay”, le explicó Rodríguez a CNN.
Incluso, se ha convertido en una ventana a través de la cual varios editores de distintos rincones del mundo han conocido su trabajo y se han puesto en contacto con él para que utilice el Instagram de un medio específico y publique allí sus imágenes. “Un fotógrafo, periodista o comunicador visual que hoy no entienda que Instagram es una herramienta sumamente necesaria para contar historias se está quedando fuera del negocio, está perdido”, agrega.
El trabajo de Rodríguez se ha publicado, entre otros, en National Geographic, The New York Times, The Guardian, The New Yorker, The Washington Post, Esquire Rusia, El País y El Mundo.
Tan importante es hoy Instagram que incluso permitió formar un colectivo virtual de fotógrafos de Irán, Japón, Estados Unidos, Italia y Brasil llamado Hikari Creative. “Los cinco nos conocimos en esa red social, porque además permite hacer estas conexiones increíbles. La idea de Hikari Creative es tener una plataforma para compartir nuestro trabajo y el de muchos otros fotógrafos”, cuenta Zehbrauskas, la última en entrar a ese grupo.
Instagram es como un organismo vivo, que muta constantemente y les ha permitido contar historias de muchas maneras -ahora también en video- y llegar a millones de personas.
Eso y el celular son hoy como una extensión de sus ojos, de su cuerpo.